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CAUSA ABIERTA

Ojo con Calloia

Ojo con Calloia

Por Carlos Lemos

Si el el presidente José Mujica hubiera tenido un hijo sería lo más parecido a Fernando Calloia. Aunque físicamente no se asemejan en nada, el presidente del Banco República tiene idéntica impronta del primer mandatario.

A pesar de que se trata de un hombre de traje y corbata y su imagen lejos está del granjero primer mandatario, el hombre no tiene pelos en la lengua a la hora de desmontar los manejos informativos de Búsqueda, El Observador y El País.

Y el tipo no solo no tiene piedad con los “analistas económicos” de los diarios de derecha, sino que va por más y sacude al pirata de Carlos López Mena, el empresario argentino que montó una trampa para quedarse con la liquidada Pluna.

Sin vuelta alguna, Calloia habló de “intencionalidad” por parte de los involucrados en el negocio.

Al recordar que el titular de Buquebus y BQB declaró en el juzgado del Crimen Organizado el pasado viernes 7, el hombre se despachó : “A usted no le llama la atención -le dijo a un periodista independiente- que unas pocas horas después venga una carta de España diciendo que Cosmo no va a pagar, y una de Argentina diciendo que Boston no va a pagar al BROU, esas dos cartas estuvieran en los medios de comunicación poquitas horas después”.

A continuación Calloia remachó: “Es lógico que hay dos posibles candidatos para que hagan eso -o el BROU o la propia empresa-, la que pone a consideración de la ciudadanía ese fundamento. Hay una clara intencionalidad. Si el banco no fue el que dio publicada a esta carta, fue la otra parte. Las cartas de Cosmo y Boston alguien las difundió y eso va a favor de entreverar ese fenómeno, tratando de impedir cobrar”.

Enseguida fue por la cabeza del argentino: “López Mena fue quien tramitó el seguro ante el BROU y el que retiró la fianza fue Hernán Calvo, bajo indicaciones de él”, por López Mena, claro.

Considerado como un bancario (o banquero como se le quiera llamar) de excepción, Calloia no tuvo reparos en reconocer: “Aquí hay una situación compleja. López Mena es un empresario cliente del banco de larga data, con una muy buena reputación.”

Pero de inmediato lo manda al paredón sin pedirle permiso a nadie: “Hace una gestión él. Yo esperaba una respuesta mucho más positiva. Una responsabilidad de su persona por su apellido. Si él se comprometió para algo, para mi lo tiene que cumplir, no porque lo haya firmado, sino por el nombre que tiene cada uno”.

Si yo digo voy a hacer tal cosa no lo tengo que firmar. Yo lo hago. Mi palabra cuenta acá. Entonces mi palabra cuenta para todos. Por eso discuto si realmente hay que buscar un papel firmado o cada uno hay que ser responsable de sus actos sean firmados o verbales. Entonces decir, sí, me equivoqué. Yo también soy responsable, se despachó Calloia sobre el manipuleo de López Mena.

Y remató, si hubiera sabido que Cosmo no iba a comprar los aviones, no le daba el aval.

“Yo pensé que los iba a comprar, si no para qué fue al banco a solicitar un aval si no iba a comprar los aviones. Yo no puedo comprender eso aún”, abundó sobre la actitud errática del argentino.

Pero Calloia no solo puso la cabeza de López Mena bajo su brazo, sino que también cuestionó la judicialización de un caso explotado políticamente. “Capaz que nos equivocamos en un crédito, pero no puede ser que en el futuro cuando nos equivoquemos en un crédito tengamos que ir a declarar”, dijo el hombre.

Cuando las operaciones de crédito se conceden en forma urgente y los resultados son satisfactorios, todo desparece. En este caso muy particularmente, que eso nadie lo esperaba y yo tampoco, (se dio) que la persona que rematara los aviones de Pluna no terminara comprando los aviones de Pluna, explicó.

Y Calloia se hace la pregunta del millón: “Esa es la interrogante que hoy tengo y no pude resolver de ninguna manera: ¿por qué el que remató no termina comprando los aviones? Porque si el que remata termina comprando los aviones el problema de la fianza hubiera desparecido de forma inmediata. ¿Qué pasó, por qué no compró? No es mi tema, no participo en las negociaciones y por lo tanto no lo sé. Al momento del remate uno debe suponer que el que remata va a terminar comprando”.

Y la interrogante se responde sola. Calloia no lo puede decir claro está. Pero acá la cuestión está muy clara y solo falta que falle la justicia: no hay otro responsable de la tramoya montada que el señor López Mena.

Hace pocos días, el empresario argentino casi hace llorar a todos los uruguayos. Se paró frente a las cámaras y dijo “prefiero que me difamen antes que cortar la libertad de prensa”.

Ayyyyy, Lopecito, es como escuchar un alegato del Grupo Clarín.

No, no es así. Si la prensa lo difama denuncie a la prensa. No se preocupe por la libertad de los periodistas, eso es cosa nuestra.

Pero, volviendo a Calloia, hay que reconocer que el hombre está metiendo pechera como no lo hace nadie dentro del Frente Amplio.

En momentos en que Tabaré Vázquez (el supuesto caballo del comisario) viene en picada, no aparece nadie con suficientes genitales para comandar al conglomerado.

¿Acaso estará siendo considerado?

Es que los ataques de la derecha le han dado una fortaleza que, por lo menos, despierta interés y lo ha catapultado a los primeros planos.

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