Aun con un divorcio reciente, Eleanor Bain pensó que había conocido a su hombre ideal.
Se encontraba en una nueva ciudad, buscando un nuevo empleo y comenzando una nueva vida con sus dos hijas.
Se sintió enamorada, o al menos eso creyó.
Lo que no quieres ver
Bain y su supuesto príncipe azul tenían intereses comunes y la relación tenía aspectos positivos, aunque también muchos negativos. Algunas veces terminaban en largas peleas a gritos.
Cuando ella recuerda lo vivido, dice que estaba en estado de negación. "No es que no quieras verlo, es que realmente no te das cuenta de nada".
Y a pesar de que algunas amigas le decían que algo no estaba funcionando en su relación, ella las ignoró. "Hice todo lo posible para convencerlas de que él era el hombre de mi vida".
¿Por qué comportarse así?
Autoengañarse
El autoengaño es una herramienta para protegerse a uno mismo frente a hechos dolorosos.
Es como cuando decimos que queremos tener seguridad financiera para el momento de retirarnos, y al mismo tiempo mantenemos un patrón de gastos que impide todo ese sueño.
O como cuando nos quedamos en una empresa durante años, sin importar que ya es obvio que no nos van a promocionar.
Refugiarse en el delirio hace más sencillo nuestro día a día, aunque al final tengas que pagar el precio.
De acuerdo con el profesor de gerencia Cam Caldwell, de la Universidad Purdue North Central, en Estados Unidos, el autoengaño se define como "mantener dos ideas opuestas sin reconocer que existe un conflicto".
El precio que supone tal comportamiento incluye el riesgo de sufrir aislamiento, debido a la perdida de habilidad para conectarse con otros, que ocurre cuando tu inclinación a aceptar solo tu visión de la realidad es más grande que tu interés por la verdad.
Para los que no deseen enterrar su cabeza en la arena, conviene que se hagan la siguiente pregunta: ¿qué es peor, recibir una pequeña mala noticia sobre tu situación actual, o mantener una actitud de "aquí no está pasando nada" mientras tu empresa, dinero o carrera se van por el despeñadero?
No abordar los problemas puede afectar todos los aspectos de tu vida.
Cuando los números no dan
La mayoría de nosotros hemos estado en negación en algún momento.
Por ejemplo, veamos nuestro comportamiento con las finanzas personales. Pudiera decirse que los números no aceptan interpretaciones libres y subjetivas.
Sin embargo, Kathleen Gurney, directora ejecutiva de la Corporación Psicología Financiera, en Estados Unidos, dice que cuando la persona está en modo de negación los números se manipulan de muchas formas.
Ella ha visto incluso a asesores financieros ser incapaces de identificar la verdad más clara, a pesar de sus profundos conocimientos en administración de dinero.
Una vez conoció a un asesor que era incapaz de ver el riesgo de perder su casa, debido al incumplimiento de los pagos de la hipoteca. Igual es el caso de los que no ven la gigantesca bola de nieve hecha de deudas de tarjetas de crédito.
Etapas del engaño
"El autoengaño tiene diversas etapas y puede convertirse en algo crónico", explica Gurney.
La primera etapa es el desconocimiento de hechos que no son placenteros, como emitir cheques sin fondo o pagar tus deudas con retraso.
Luego viene la fase donde todo es minimizado. Esta se origina cuando la persona admite el hecho, pero inmediatamente dice que todo está bien y entonces procede a racionalizar la acción.
"Es verdad (sí está pasando), pero en tanto que mantenga suficiente dinero en esa cuenta, los cheques dejarán de rebotar", es una frase que podría ejemplificar la situación.
Una tercera forma de mentirse así mismo es la proyección. Esto es cuando admites el problema, pero eludes la responsabilidad.
"Lo sé, lo sé, pero la verdad es que no es mi culpa. Estoy muy ocupado y tengo varios trabajos…". Ya conoces el libreto.
El consejo de Gurney es: consulta con un amigo o un profesional para analizar qué está funcionando en tus finanzas y qué no.
"Hazte esa misma pregunta hasta que logres una respuesta".
Otra recomendación puede ser hacerte una evaluación psicológica, para determinar cómo administras tu dinero, y qué puede decir eso de tu propio comportamiento.
Para algunos también funciona el realizar un gráfico donde se comparen lo que tú deseas con lo que tú haces, o como sugiere Gurney, escribe tus emociones sobre tus finanzas en unas tarjetas, y luego júntalas y revísalas para ver si identificas algún patrón de conducta.
Escribe lo que quieres hacer
El autoengaño no se limita a finanzas personales o relaciones amorosas. También abunda en las carreras profesionales de muchas personas.
Una cliente de Nadine Gimbel, consultora en recursos humanos que trabaja para una firma en Alemania, se desempeñaba como gerente medio en uno de los bancos más grandes del país.
La mujer, de poco más de 40 años, se quejaba por no ser promocionada, a pesar de realizar largas jornadas de trabajo duro.
No tenía una clara idea de dónde quería ir o por qué quería esa promoción. Permanecía en la empresa a la espera de que alguien notara que estaba haciendo un gran trabajo.
Esta ceguera autoimpuesta mantenía su carrera estancada.
"Se engañaba así misma pensando que alguien más tenía que descubrirla", dijo Gimbel, quien la asesoró en la definición de lo que quería como profesional, y cómo comunicárselo a su jefe.
Una vez que le mujer puso por escrito lo que quería, y comenzó a definirlo, su jefe comprendió hacia dónde quería ir.
Los consejos de Gimbel para aquellos que evitan poner por escrito lo que quieren, es que primero definan claramente qué buscan. Luego, que tomen las acciones necesarias para lograrlo.
Por ejemplo, que comuniquen a sus superiores qué están esperando de su empleo, y si el empleo no está funcionando, entonces deben dejarlo.
"La vida incluye cambios, y muchas veces nos aferramos a cosas por miedo", comenta Gimbel.
"Usualmente nos arrepentimos de los pasos que no dimos, o de cambios que no hicimos. No sabremos hasta dónde podemos llegar si nos frena el miedo".
Encuentra valor
Resulta evidente que enfrentar las verdades sobre nosotros mismos, y actuar en consecuencia, requiere valor y resolución.
Para Bain, el punto clave sobre su pareja fue cuando lo vio criticar a sus hijas.
"El momento justo cuando te das cuenta que la cosa no es tan almibarada, es como si te golpeara un bumerán", apunta Bain, quien en ese instante sintió un "dolor agudo" y unas ganas increíbles de "salir corriendo y salvarse".
"Es como cuando la cortina se abre repentinamente y puedes ver lo que realmente es".
BBC