Obama o cuando el amor se acaba al año
La victoria del republicano Scott Brown de este martes en Massachusetts -tradicional baluarte demócrata- parece confirmar lo que las encuestas indicaban: el idilio entre Barack Obama y el pueblo estadounidense no duró ni un año. Hace exactamente doce meses, Obama llegaba a la Casa Blanca en medio de una expectativa mundial sin precedentes, tras una campaña histórica en la que demostró saber movilizar e inspirar a las masas.
"¡Vamos a cambiar a Estados Unidos y vamos a cambiar al mundo!", prometía, rebosante de carisma, y el planeta entero se dejó cautivar.
Era tentador creer que este hombre iba a lograr de inmediato el fin de la crisis financiera y de la guerra de Irak, las buenas relaciones con Irán, Rusia, Corea del Norte, Venezuela y Cuba, el cierre de Guantánamo, la reforma de salud, la creación de empleos y hasta el fin del calentamiento global.
En aquel momento, 76% de los estadounidenses opinaban que el primer presidente afroamericano traería los cambios que hacían falta en Washington.
Menos de la mitad
Pero tras el enamoramiento inicial, las encuestas y el electorado de Massachusetts indican que el romance está en crisis.
Diversos sondeos coinciden en que la popularidad de Obama cayó por debajo del 50% y que el 63% de los estadounidenses cree que el país va por mal camino.
El porcentaje de estadounidenses que desaprueban su gestión se cuadriplicó, del 12% al 44%. Una encuesta realizada por el sitio de internet RealClearPolitics indica que un candidato genérico republicano al congreso le ganaría hoy a uno demócrata por 44% frente a 41%.
El que un republicano vaya a ocupar el escaño que fue de la demócrata familia Kennedy sin duda alguna durante décadas es un duro revés simbólico, además de práctico.
A partir de ahora, a pesar de que Obama seguirá contando con una importante mayoría en el Congreso, ya no será absoluta, lo que vaticina enormes problemas para avanzar en cualquier iniciativa, dada la acentuada polarización política.
Para peor, en las elecciones legislativas de noviembre es muy probable que ganen los republicanos, que sienten que el tablero se inclina a su favor.
Pero ¿por qué? Al fin y al cabo, el nuevo presidente no hizo tan mal las cosas, indican muchos expertos y enumeran sus principales logros: estabilizó la agonizante economía luego de la peor crisis de los últimos 70 años, puso fin a la era de tortura, se comprometió a retirarse Irak y limpió la imagen de EE.UU. en el mundo que su antecesor, George W. Bush, había dejado por el suelo.
Y, como prioridad, promovió la reforma de salud más revolucionaria de la historia de EE.UU., que proyecta ofrecer cobertura a más de 30 millones de estadounidenses que no tienen seguro.
Es la economía…
Sin embargo el plan genera rechazo total en los republicanos, que dicen que es demasiado caro y que implica demasiada intervención del gobierno.
Ante una oposición tan férrea, el ambiente se ha tornado negativo.
Los críticos señalan que en lugar de concentrarse tanto en la salud, Obama debería haberse enfocado en resolver el problema del desempleo, que llega al 10%.
Sergio Bendixen, de la empresa estadounidense de asesoría y encuestas Bendixen y Asociados, razonó en diálogo con BBC Mundo: "Cualquier persona del mundo cuando está desempleado o tiene problemas económicos comienza a perder la paciencia con el gobierno de turno"
Según Bendixen, la mejora en la economía sólo se ve a nivel macro y si Obama no consigue que el desempleo baje del 10% al 8% los votantes le pasarán cuenta en las elecciones de noviembre.
Autocrítica
Uno de los más importantes asesores de Obama, David Axelrod, admitió que la economía está empañando el prestigio del presidente.
"No hace falta ser un genio político para saber que en este contexto es muy difícil mantener índices de popularidad muy altos", dijo Axelrod.
"Somos el partido gobernante. No creamos el lío en el que estamos inmersos, pero ahora somos el partido responsable", agregó.
Consciente de la situación, el mismo Obama dijo esta semana entender la "frustración" de la opinión pública frente a problemas que la aquejan.
Estados Unidos "atraviesa un duro invierno", señaló, y reconoció que las promesas que acompañaron su investidura "no se han realizado por completo”.
Paciencia
Otro de los temas que han minado su popularidad es Afganistán: la izquierda del Partido Demócrata condena el envío de tropas, mientras que la derecha se queja de que EE.UU. no está mostrando un rol de superpotencia.
No obstante, el experto en opinión pública Sergio Bendixen aboga por la "paciencia". "Los resultados no llegan de manera inmediata y Obama tendrá que aguantar este momento negativo en la opinión pública".
Gobernar no es fácil, recordó el analista, especialmente al heredar una multitud de problemas: entre ellos la crisis económica, dos polémicas guerras y un desprestigio internacional a los que se suma una oposición recalcitrante de los republicanos en el Congreso para sacar adelante las propuestas de campaña.
Sin embargo la caída de la popularidad no es, necesariamente, producto de una mala gestión en la Casa Blanca. Vale la pena recordar que casi siempre los presidentes pierden la simpatía del electorado luego de la "luna de miel" inicial.
En el caso de Obama esta generalidad llega al paroxismo, dada la desmedida expectativa que se le depositó, imposible de satisfacer, que le atribuía cualidades sobrehumanas que le permitirían cambiar el mundo de manera milagrosa.
Y, como dice el dicho popular, cuando más alto se sube, más dura es la caída.
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