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CAUSA ABIERTA

El pueblo mexicano que limpia a sus muertos para no olvidarlos

El pueblo mexicano que limpia a sus muertos para no olvidarlos

Con el anhelo de jamás ser olvidados, los habitantes de Pomuch, en México, exhuman los cuerpos de sus parientes y afectos al cumplirse tres años de su fallecimiento; luego los limpian y los envuelven en un manto blanco con bordados típicos, los depositan en un cajón de madera y los guardan en un osario. El osario es un nicho de un metro cuadrado en que los restos quedan expuestos a la vista de todos “para que sigan acompañándolos”.

La ceremonia ocurre en la víspera del Día de los Muertos mexicano (1 y 2 de noviembre) los habitantes de Pomuch limpian los cadáveres de sus familiares fallecidos, reemplazan el manto blanco por uno nuevo preparado especialmente para ese fin, retiran polvo e insectos de los restos con un pincel y lo preparan nuevamente para volver al osario.

Esta es una tradición maya que en su elaboración sincrética con la religión católica características de los pueblos originarios evangelizados, afianza el valor indígena de no dejar ir a los muertos. Inicialmente, los mayas momificaban a sus muertos y los guardaban en urnas a la vista de los integrantes del hogar.

Al fallecer un pomucheño, la familia no lo sepulta, sino que lo introduce en una bóveda donde esperará a la finalización de la descomposición de la materia degradable, proceso que culminará aproximandamente tres años después.

El cadáver es luego preparado para ser guardado en el osario. A veces más de un miembro de la familia es guardado en el mismo cajón. Esto ocurre especialmente en el caso de los matrimonios.

La limpieza de los huesos comienza el 26 de octubre de cada año, y concluye el 30. Las familias dedican el día 31 a preparar las ofrendas en sus casas. El plato fuerte de la ofrenda es el pibipollo: una especie de croqueta con pollo y cerdo, tomate, cebolla, pimientos y chile, condimentado y envuelto en hojas de plátano y cocido en un hoyo en la tierra.

Cuando los huesos y las ofrendas están preparados, los habitantes de Pomuch abren sus puertas para recibir las almas de los que se fueron, y a visitantes que son convidados con la comida ofrendada.

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