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CAUSA ABIERTA

Argentina llega al Bicentenario con bienes históricos en estado crítico

Argentina llega al Bicentenario con bienes históricos en estado crítico

Argentina llega al Bicentenario de la revolución que cimentó su independencia con deudas en materia de conservación de su patrimonio histórico contraídas durante años de inacción oficial y de un auge inmobiliario sin precedentes. El caso más emblemático es la ciudad de Buenos Aires, cuya gestión de bienes históricos se halla en "estado crítico", a juicio de Santiago Pusso, titular de Basta de Demoler, una asociación civil que defiende el patrimonio urbanístico de la capital.
En su opinión, la "inacción de los gobiernos" para la defensa del patrimonio histórico "viene desde hace mucho tiempo" por "la falta de conciencia del Estado", aunque se ha profundizado por el auge inmobiliario de los últimos años.
La visión de este músico de profesión colisiona con la del gobierno de la ciudad, que, si bien admite la necesidad de revisar ciertas normas, como el código de planeamiento urbano aprobado hace cuatro décadas, valora el "trabajo silencioso y sin prensa" hecho en los últimos años para proteger cerca de 7.000 edificios históricos.
Para Pusso, los principales inconvenientes radican en "la falta de control y de una planificación que contemple la protección del patrimonio", a punto tal que la World Monuments Fund ha incluido al centro histórico de Buenos Aires en un listado de "100 sitios culturales en peligro".
El titular de Basta de Demoler asegura a Efe que el problema "más grave" es la desaparición de edificaciones que identifican a los 48 barrios de la capital y que en su mayoría datan de entre 1880 y 1930.
Esta situación es "consecuencia de un 'boom' de la construcción sin precedentes desde el 2004", matiza, y revela un dato alarmante: "De acuerdo con el actual promedio de demoliciones, en cuatro años desaparecerán en el barrio de Palermo todas las construcciones anteriores a 1920".
Sobran en el transcurso de la Historia los ejemplos de simbólicos edificios que han sido demolidos o han quedado en ruinas, como la Confitería del Molino, frente a la sede del Parlamento.
Valiosa exponente del "art nouveau", fue inaugurada en 1917 y se convirtió con los años en una célebre pastelería, bar y restaurante que atendió a las más importantes personalidades de la política y la cultura, como la cantante estadounidense Madonna (1996).
Sucia y en estado de creciente abandono, la confitería permanece cerrada desde 1997, con su marquesina oculta tras una tela que protege a los peatones de eventuales desprendimientos de su fachada.
Un caso paradigmático es el del antiguo Teatro Odeón, otrora templo del tango y escenario en 1896 de la primera función de cine en Latinoamérica, demolido en 1991 para crear un garaje al aire libre de 2.500 metros cuadrados.
También el de la residencia de quien fuera jefe de la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas de 1806 y 1807, el virrey Santiago de Liniers, puesta en venta en 2009 por sus propietarios, que pidieron 2,5 millones de dólares por este "monumento histórico nacional" situado en el barrio de San Telmo.
Ni qué hablar del Cabildo, epicentro de la gesta revolucionaria y objeto de sucesivas alteraciones -dos de ellas para construir avenidas- que lo redujeron a la mitad de su tamaño original.
Mejor suerte ha tenido la deteriorada Pirámide de Mayo, el primer monumento patrio y emplazado en 1811 en la Plaza de Mayo para celebrar el primer aniversario de la revolución, que comenzó a ser restaurada este mes con la vista puesta en el Bicentenario.
Florencia Barcina, asesora de la subsecretaría porteña de Cultura, prefiere "no llorar" por lo perdido y "concentrarse" en seguir defendiendo el patrimonio cultural.
Barcina considera un gran logro la reglamentación de una ley que protege áreas históricas de la ciudad, trámite demorado 10 años y que se ejecutó en 2008 -poco después del triunfo del conservador Mauricio Macri-.
La especialista subraya también que cerca de 7.000 edificios se han incorporado en los últimos tres años al denominado "catálogo preventivo", una suerte de escudo protector que impide la demolición mientras no haya una decisión en contrario de la Legislatura.
Pusso, por el contrario, dice que no existe un relevamiento de lo que hay que preservar y que la normativa vigente permite construir en altura en casi toda la ciudad, "con lo cual los edificios bajos (de dos a cuatro pisos) son sustituidos por otros nuevos y más altos".
El ejemplo de Buenos Aires, en mayor o menor medida, se replica en el interior del país, donde muchos bienes patrimoniales han sido despreciados de plano, como una residencia del libertador José de San Martín en el centro de Mendoza (oeste) convertida hoy en un local de venta de repuestos para automóviles.

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