Una nueva técnica celular frena la herencia de enfermedades genéticas
Cada una de nuestras células tiene dos genomas, el nuclear y más importante, heredado a partes iguales del padre y de la madre, y un segundo genoma más pequeño que nos viene dado únicamente por vía materna. Si este ADN mitocondrial está mutado, la descendencia puede heredar raras e incurables enfermedades que se transmiten de generación en generación. Un grupo de científicos ha conseguido revertir este problema utilizando una compleja técnica celular. Puede parecer una metáfora un tanto burda, pero si la célula fuese un bombón relleno de guinda (ADN del núcleo) y licor (ADN mitocondrial), este equipo ha logrado sacar la guinda de un ovocito que tenía mutaciones en la mitocondria y transferirla a un nuevo bombón de chocolate con el licor sano, que había sido vaciado previamente de su núcleo. La cuestión, por supuesto, es mucho más compleja y la revista 'Nature' acaba de publicar todo el proceso en su último número. El ADN mitocondrial se encuentra en la mitocondria, la central eléctrica que suministra energía a toda la célula, y apenas codifica 13 de más de 1.500 proteínas. A diferencia del núcleo, que contiene una mezcla de material genético de los dos progenitores, éste se hereda sólo de la madre. Desde 1988 se sabe que este material también puede estar mutado y transmitir raras enfermedades, "pero hoy por hoy no hay manera de evitar esta herencia", explica Julio Montoya, catedrático de Biología Molecular de la Universidad de Zaragoza. Aunque hasta ahora se habían llevado a cabo varios intentos para revertirlo, el que acaba de dar a conocer el grupo de Shoukhrat Mitalipov, del Centro de Investigación de Primates de Oregon (EEUU), es el que ha llegado más lejos. Hasta el punto de que han logrado un ovocito (un óvulo) sin mutaciones en el ADN mitocondrial que ha podido ser fecundado con éxito y dar lugar a dos crías de mono macaco (bautizados como Mito y Tracker). "Lo que hicieron fue coger un ovocito con ADN mitocondrial mutado y transfirieron su ADN nuclear a otro ovocito sano", explica Montoya. Es decir, consiguieron combinar en una sola célula el ADN nuclear sano por parte de la madre (mono A) y el ADN mitocondrial sin defectos aportado por la donante (mono B). Tanto Montoya como Plácido Navas, catedrático de Biología Celular del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo de Sevilla, coinciden en que el ADN de la mitocondria es algo meramente funcional, por lo que la descendencia que pudiera surgir de estas manipulaciones "no se va a parecer en nada al donante del ovocito 'de alquiler'". Es cierto, reconoce Navas, que como cualquier técnica que implique la manipulación genética puede plantear problemas éticos en algunos sectores, "pero habrá que resolverlos". Hoy por hoy, como señala también Rafael Garesse, catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid, no hay nada para evitar la transmisión de estas patologías maternas ("raras y muy heterogéneas"), por lo que se atreve a asegurar que se trata "de un avance sustancial en esta materia". De hecho, la cuestión ética es el argumento de un editorial en la misma revista sobre el mismo tema. La revista 'Nature' argumenta que con la vigilancia adecuada, este tipo de investigaciones reproductivas puede librar a muchas parejas del dilema de elegir entre no tener hijos o arriesgarse a transmitirles enfermedades muy debilitantes. De hecho, anima a los países con legislaciones más restrictivas a compensar económicamente a las mujeres que deseen donar sus óvulos para que estas técnicas experimentales puedan llegar más rápidamente a la práctica clínica. La técnica llevada a cabo en Oregon no está al cien por cien exenta de problemas, como reconoce el profesor Montoya, que coordina el área de patología mitocondrial de la red temática CIBERER. "Al transferir el núcleo al ovocito del donante tenemos que estar al 100% seguros de que no arrastre consigo un pequeño porcentaje de ADN mitocondrial", señala. A pesar de que los autores comprobaron que eso era así mayoritariamente en los monos nacidos por esta técnica, reconocen que existe un pequeño porcentaje de duda (menos del 3%). "Aunque no fueron capaces de detectar mezcla de los dos genomas [heteroplasmia], tampoco lo pueden descartar del todo por debajo de ese umbral", señala el investigador de Zaragoza. Y precisamente ésa es la pega que existe para poder hablar de la aplicación de esta técnica en humanos. Aunque los investigadores señalan que su trabajo abre la puerta a esta posibilidad, Montoya se muestra más cauto: "Si supiésemos que no hay nada de ADN mitocondrial de la madre sería perfecto, pero si queda un porcentaje muy pequeño, aunque sea residual, el niño puede ser sano, pero transmitir el defecto en el futuro a su descendencia". Porque las enfermedades del ADN mitocondrial ("que apenas hemos empezado a estudiar bien desde hace 15 años", como dice Garesse) son caprichosas. Algunos descendientes pueden heredar más porcentaje de la mutación que sus hermanos; y aunque un individuo herede 'niveles' bajos del fallo y esté sano, en sólo una generación sus descendientes pueden aumentar el porcentaje de mutación que llevan en sus células y sí estar enfermos. Esta variabilidad hace que ni siquiera el diagnóstico preimplantacional de los embriones sea una opción segura para estas familias hoy en día; por lo que, con todas las cautelas propias de estos avances, los especialistas se felicitan por este hallazgo.
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