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CAUSA ABIERTA

El tupamaro y los esclavos

El tupamaro y los esclavos

El semanario Búsqueda, de derecha, acusó a la esposa del senador Fernández Huidobro de ser accionista y propietaria de la empresa Clanider SA, que realiza la limpieza del Hospital Maciel, y de haber sobrefacturado las horas empleadas por sus trabajadores para esa actividad. Hoy, El diario LA REPUBLICA, de izquierda, informó que la señora Alejandra de Mello no es dueña ni accionista de la empresa Clanider SA sino empleada, que no maneja la gestión económica de la empresa, ni toma decisiones al respecto. Por otra parte, tanto el director del Hospital Maciel como los dirigentes sindicales consultados negaron enfáticamente que haya existido sobrefacturación. En defensa de ella salió el dirigente del sindicato de la empresa Clanider SA, José González, afirmó que se trataba de una "maniobra política contra el senador Fernández Huidobro, añadiendo que es imposible la sobrefacturación porque nosotros marcamos en un reloj digital con la huella y eso es inalterable". "Ojalá todas las empresas nos pagaran lo mismo que ésta", agregó eufórico. José González, que no es político, atribuyó la denuncia a una "maniobra política" tendiente a perjudicar la imagen del senador del MPP (¿?)Eleuterio Fernández Huidobro, esposo de Alejandra de Mello y de immediato en sus declaraciones le subió el rango a la empleada, al mencionarla como gerenta del Grupo Arley, al cual pertenece Clanider SA. El dirigente sindical agregó que si existió algún error de "sobrefacturación" o de otra naturaleza "en todo caso, no es atribuible a la empresa porque el sistema de relojes pertenece al Hospital Maciel". Y se inmediato se preguntó "¿Sobrefacturación? Me parece que eso es imposible. Nosotros tenemos que esperar que el hospital liquide las horas y después nos las liquidan a nosotros. Nosotros marcamos en un reloj digital, con la huella y eso es inalterable y en los recibos figuran las horas trabajadas todos los meses". González aseguró también que De Mello, la esposa de Fernández Huidobro, se ocupa del "proyecto socioeducativo", no de la gestión económica. "Ella es la que gerencia el grupo Arley, no toma decisiones económicas ni maneja dinero; ella maneja el proyecto, todo lo económico lo maneja el Hospital Maciel, el hospital nos controla las horas, los relojes en los que marcamos la entrada y salida; con esas horas cobramos", agregó. El funcionario, que está vinculado desde hace seis meses (6) a la empresa, expresó además su conformidad con el "proyecto" y destacó, muy especialmente, la retribución que perciben sus empleados, la cual, dijo, "triplica" la percibida en cualquier empresa de limpieza.

Veamos.

Si el semanario Búsqueda mintió que sobre él caiga todo el peso de la ley. Pero, a decir verdad, la defensa del bisoño y eufórico gremialista parece por lo menos endeble. Empieza diciendo que la señora del senador es sólo una empleada y en el correr de la nota confiesa su rango gerencial y en dos oportunidades aplaude a rabiar a la empresa por lo bien que paga a sus empleados. Después habla del "proyecto" que dirige la señora y no explica qué quiere decir con proyecto. Sus manifestaciones son, por lo menos, sospechosas. Parece bastante probable que la señora del senador tupamaro sea una de las dueñas de la empresa y eso abre una serie de frentes que no le hacen nada bien al legislador. Sabido es que Eleuterio Fernández Huidobro, quien pasó largos años preso por la dictadura, sufrió lo que se denomina el "síndrome de Estocolmo", es decir una especie de cariño por sus captores, los militares. Tan así, que una vez reinstaurada la democracia era frecuente verlo en cuarteles comiendo asados con los principales mandos. De ahí surge una incógnita que deberá ser develada: ¿acaso en esas reuniones, Fernández Huidobro adquirió los conocimientos de los militares y policías, dueños de las empresas de seguridad y limpieza en Uruguay, y se los pasó a su señora esposa? Si no es así, cómo permitió un guerrillero que su esposa trabajara en uno de los centros de esclavitud del país, o peor aún montara uno de ellos. De ahí la explicación a los gritos del sindicalista de que "en esa empresa se pagaba muy bien, no como otras", aunque debió decir "todas". Los empleados de las empresas de seguridad y de limpieza están reducidos a la servidumbre desde hace años cuando Sanguinetti y sus amigos del continente dieron paso al libre mercado. Parte el alma verlos caminar para ir a trabajar porque no tienen dinero para el boleto y el retorno a sus hogares, peor. Duele ver el sufrimiento de alguno de ellos cuando se le "pincha" la bicicleta a mitad de camino. Es necesario que Don Eleuterio salga y hable.

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