Es porque estos parásitos se volvieron más resistentes a productos tóxicos. Un relevamiento hecho en Capital sobre 1.800 chicos de escuelas primarias dio que tres de cada diez tienen piojos. Advierten que es un problema sanitario serio. Ocurre en las piletas, en las aulas, en los clubes. Los chicos se rascan, algunos padres actúan y otros se desentienden, y las autoridades de distintas instituciones insisten con mensajes que piden "colaboración" a las familias. En definitiva, nadie sabe muy bien qué hacer, porque el problema se repite sin aparente solución. Y algo de eso hay: según estudios realizados por expertos del Conicet, hoy habría que aplicar una dosis de algunos pediculicidas cien veces mayor a la de hace una década para matar a los piojos. ¿Por qué? Por estos días, estos "bichitos" toleran heroicos dosis de algunos insecticidas que antes los liquidaban en cuestión de minutos.
La pediculosis es "un problema sanitario serio en el país", subraya la bióloga María Inés Picollo, del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas, del Conicet. El último relevamiento que hizo su equipo en Capital (realizado en 2007 entre más de 1.800 chicos de entre 3 y 13 años de escuelas primarias públicas y privadas) arrojó que 3 de cada 10 chicos tienen piojos; que el porcentaje es mayor en las mujeres, en las que llega al 36%; y que hay picos a los 8 y a los 13 años. Esos datos alumbran un panorama de "epidemia", porque la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la situación es "de riesgo" cuando los valores de infestación con piojos superan el 5%.
La palabra clave para entender el problema es "resistencia", un concepto que tiene que ver un "fenómeno hereditario", explica el licenciado Ariel Toloza, biólogo, especializado en el tema pediculosis del Conicet. Y repasa la "historia" que derivó en estos piojos superpoderosos: "Cuando una población de insectos (o bacterias, hongos, entre otros) es expuesta a la presión ejercida por 'algo que las mata' (en el caso del piojo, pediculicidas que contienen un compuesto químico llamado permetrina), la mayoría muere, pero siempre quedan algunos que sobreviven, que son los que comienzan a dejar hijos con determinadas características genéticas que los hacen más tolerantes o resistentes a la dosis aplicada al comienzo", precisa.
Así, con el tiempo, la aplicación de esa dosis inicial de pediculicida deja de matar, porque la población empieza a ser resistente. Como la permetrina ha sido un producto muy usado durante años, hoy los piojos mueren sólo si son "atacados" con una dosis cien veces mayor a la de hace una década. "Pero aumentar las dosis de algunos insecticidas es irracional e inaplicable porque, al ser productos que se aplican sobre el cuero cabelludo, aumenta el riesgo tóxico", explica la doctora Picollo. "Algunas de las poblaciones de piojos de Buenos Aires mostraron niveles de resistencia a permetrina de 600, lo que invalida el uso de este producto para esos piojos". Es por todo esto que la oferta de productos pediculicidas empieza a cambiar. "Hoy se buscan productos llamados 'selectivos', que son efectivos sobre los insectos a dosis muy bajas y seguras para humanos. La otra opción es utilizar los que afecten sitios de los insectos que los humanos no tienen, como la cutícula o el esqueleto externo. Los pediculicidas más modernos están hechos con este criterio", explica Picollo.
La permetrina se usa en Argentina desde hace veinte años. Pero, en proporción, cada vez hay menos productos con este químico porque crece la oferta de los denominados productos "naturales", que se registran más rápido que los que tienen insecticidas sintéticos. "En la Argentina no existe ninguna regulación que obligue a las empresas a evaluar su efectividad sobre los piojos antes de lanzar un producto -explica Toloza-. Lo único que se les pide es que no sean tóxicos para los humanos".
Lo que no hay que hacer, jamás, es rendirse, y dejar que los piojos sigan allí. Si bien los efectos de la pediculosis no suelen revestir gravedad, los piojos son ectoparásitos que se alimentan de sangre y que generan en la mayoría de los chicos picazón y escoriación del cuero cabelludo (generada por el rascado), pudiendo desencadenar cuadros de dermatitis o irritación. "En algunos casos, el intenso rascado puede generar lastimaduras que permiten a las bacterias ingresar y generar infecciones secundarias", advierte Toloza. Fuente Clarín.
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