Blogia
CAUSA ABIERTA

Nada menos que Ignacio de Posadas "da cátedra" sobre Ancap

Nada menos que Ignacio de Posadas "da cátedra" sobre Ancap

Antes de entrar en otras consideraciones hay que señalar el hecho político más importante de la semana: la totalidad del Frente Amplio envió al Parlamento, y respaldó, un informe sobre las gestiones investigadas de Ancap que señala, en su parte medular, que “no se constataron irregularidades ni delitos”. Después de los insufribles episodios que se dieron en la interna frenteamplista durante “la batalla de Ancap”, esta instancia, al menos, reconforta.

No nos cabe duda, además, de que este penoso escandalete doméstico –que le ha hecho daño sólo al Frente Amplio, y que ha sentado precedentes terribles– constituirá un leading case que la fuerza política deberá estudiar una y otra vez para comprender cómo esta rabiosa y vengativa derecha que tenemos ha aumentado su poder de fuego, y cuáles son las cosas que no se deben hacer.

Esto debe destacarse porque es un secreto a voces en el Parlamento que, por la vía que sea, la oposición aspira a repetir la “batalla de ANCAP” contra otras figuras del Frente Amplio, como la ministra de Industria, Carolina Cosse, el intendente de Montevideo, Daniel Martínez, y el ministro de Trabajo, Ernesto Murro. Esos son los nuevos objetivos.

Asimismo, y aunque circunscribirlo a un caso aislado es una injusticia, vamos a destacar el extraordinario rol político jugado en esta ocasión por una gran figura del FA: el senador Ernesto Agazzi. No sólo concurrió a varios “programas de opinión” (esas pantallas mediáticas de fusilamiento) y respondió con conocimiento, experiencia e hidalguía a todas las furiosas y malintencionadas preguntas que se le hicieron, exponiendo y defendiendo las reformas gigantescas que Ancap llevó adelante durante los dos gobiernos del Frente y que permitieron reviabilizar la empresa, sino que además hizo una ejemplar presentación del informe en representación de todos los sectores del FA.

También es del caso destacar a otros dos actores que han compuesto notables “coplas” contra la gestión de Ancap: el senador Pedro Bordaberry, que varias veces se preguntó cuántos años va a demandarnos pagar las deudas de Ancap sin que podamos repreguntarle cuántas décadas va a llevar terminar con todo el incalculable sufrimiento que nos causó la dictadura inaugurada por su padre, durante la cual –para muestra basta un botón– la deuda externa pasó de 700 millones de dólares (en 1973) a 3.200 millones de dólares (en 1984).

Otra figura que tuvo mucha cámara fue el diputado blanco (¿herrerista?) Pablo Abdala, ex director de Ancap. El doctor Abdala podría, con su elocuencia y sus contactos, ilustrarnos sobre cuánto perdió el país con la venta de bancos a personalidades como Stephane Benhamou y los hermanos Rohm, realizadas durante el gobierno del doctor Luis Alberto Lacalle Herrera, en el que él fue diputado y cuando tantos contactos fraternales tuvo.

Dos hombres vinculados directamente a la última dictadura, uno blanco y otro colorado, uno integrante del gobierno de Lacalle y otro del de Batlle, dictan cátedra de cómo gestionar empresas públicas.

Esto fue la “batalla de Ancap”, impulsada, según Búsqueda (que citó fuentes frenteamplistas y blancas, lo que nunca fue desmentido), por operadores del FA que dieron la idea y la información a los herreristas. Todo un leading case.

El proyecto de la derecha según De Posadas

El sábado 13, el diario El País publicó un artículo del ex ministro de Economía de Lacalle, Ignacio de Posadas, titulado “Lecciones de Ancap”.

Allí, y en su conocido estilo, De Posadas enumera su receta desde los primeros párrafos, con esa franqueza cruel y desembozada que lo caracteriza: “[…]1. No es sensato continuar en el siglo XXI con estructuras pergeñadas en el XIX. Me refiero a los entes autónomos. 2. No es maduro creer que el mercado tiene peores controles y permite peores motivaciones que el Estado […]”.

El primer punto refleja su propósito reiterado, que es que Uruguay venda sus empresas públicas, seguramente a poderosos inversores nacionales y extranjeros. Pero el segundo es, además de incorrecto, falso: bastan los ejemplos dados en la anterior edición de Caras y Caretas para demostrarlo. El Estado no provocó la crisis de 1965, ni la de 1971, ni la de 1973, ni la de 1978, ni la de 1982 (¡cuánta fábrica cerrada y cuánto suicidio! ¿Se acuerdan?), ni la de 1986, ni la de 1989, ni la de 2002 (el otro capolavoro), sino que fueron los “maravillosos agentes privados”. El Estado lo que hizo fue pagar los platos rotos y las cuentas, como ha pagado tantas, entre ellas las de grandes diarios de circulación nacional(en particular las de El País, en el que escribe De Posadas).

En el tercer punto critica las Personas de Derecho Público no Estatal creadas al amparo de tres blancos que señala: “El engrudo ideológico práctico llega a su culmen con los ejemplos de Ancap y Antel (y, algo menos, UTE)”.

Sin aceptar su tesitura, y menos sus acusaciones al barrer, se puede aceptar que debería estudiarse el comportamiento de empresas en las que se combinan “toda la libertad del mercado, pero con el poder y la protección del Estado”.

En los puntos 4 y 5, sin abandonar su tono académico, Ignacio de Posadas dice dos perogrulladas que, curiosamente, saca a relucir ahora, pero bien que las calló cuando era parte del gobierno u oficiaba de colaborador “barato”: “4. No se puede confiar la dirección de empresas gravitantes a personas sin capacitación, experiencia o antecedentes idóneos, que en el mejor de los casos, aprenderán algo andado el tiempo. Si es que no tienen una agenda propia de otro tipo. 5. Más concretamente: la ideología no es un sustituto idóneo para la preparación y eso es obvio no sólo a la hora de manejar una empresa, sino también para actividades tan básicas como las relaciones exteriores.”

Esto es universal y debe aplicarse, pero De Posadas lo utiliza ahora, en este momento, y no pone como ejemplo los desastres que hicieron su partido y el Partido Colorado (sin ir más lejos, en el Banco República, el Banco Hipotecario, el Banco de Seguros y la Corporación para el Desarrollo) en sus dos últimos gobiernos; o el manejo de los “bancos gestionados” en el gobierno en que De Posadas fue ministro de Economía.

Por otra parte, omite decir que la primera víctima de esta campaña perversa contra Ancap fue José Coya, un presidente de la empresa sin actividad política conocida, que ocupó todo el escalafón de Ancap durante 30 años y fue un destacado gerente en las más diversas áreas de la más importante empresa del país.

Afirma luego De Posadas, sospechosamente, que “es ofensivo el argumento de que lo de Ancap está fenómeno porque no se han constatado delitos”, eludiendo mencionar que la Comisión Investigadora se creó para buscar delitos, y no para juzgar la estrategia o la gestión del directorio de Ancap. Que para eso están las urnas y las elecciones cada cinco años.

Su “Lección Séptima” es de terror, una verdadera convocatoria a formar un gobierno de CEO como el de Mauricio Macri, lleno de gerentes de bancos y empresas multinacionales, pitucos y bacanes: “Los gobiernos mayoritarios, cuando están percudidos de ideología y soberbia, son muy malos para el funcionamiento de la democracia. Si además están, también mayoritariamente, en manos de gente poco capaz, despreparada [sic] y sin experiencia del mundo real (por oposición al discursivo), los malos resultados incluyen un descenso del nivel cultural del país.”

Y si en los primeros siete mandamientos Ignacio de Posadas cacarea, en el octavo pone el huevo: “Por último, los casos de Pluna y Ancap nos deben recordar el valor que tiene el Parlamento en la más antigua de sus funciones: el contralor. Hemos derivado a la creencia que el Parlamento debe ser una máquina de colmar expectativas a golpe de leyes, un imposible que genera frustración y ha erosionado su imagen, y por el camino dejamos que abandone la función de protección de los ciudadanos y contralor del poder público. Estamos llegando al final de una etapa. Aprendamos, para encarar la que se viene”.

Lo que se viene es el hostigamiento permanente al gobierno, nuevas interpelaciones, nuevas comisiones investigadoras, nuevos palos en la rueda para derrotar al Frente Amplio y liquidar candidatos.

Recordémoslo bien “para encarar la etapa que viene”.

La del estribo

No quiero terminar este editorial sin una necesaria aclaración.

El doctor Ignacio de Posadas ha parecido siempre un enemigo del Estado, pero, sin embargo, le ha pedido cosas y le ha confiado sus bienes más preciados. Y el Estado le ha respondido con generosidad.

Por ejemplo, en la Resolución del Ministerio de Economía y Finanzas Nº 1889 del 12 de enero de 2011, que luce la firma del doctor Fernando Lorenzo (puede leerse en internet), se dispone: “Declárase promovida la actividad del proyecto de inversión de la empresa Posadas, Posadas & Vecino, tendiente a la construcción de una nueva sede en Mones Roses 6937 y César Cortinas 2037 […] por un monto de UI 60.074.581”, para lo cual “otórgase a la empresa Posadas, Posadas & Vecino un crédito por el Impuesto al Valor Agregado incluido en la adquisición de materiales y servicios utilizados para la obra civil prevista en el proyecto por hasta el monto imponible de UI 45.768.499 […] y “exonérase a la empresa Posadas, Posadas & Vecino del pago del Impuesto a las Rentas de las Actividades Económicas por UI 30.638.036, equivalente a 51% de la inversión elegible, que será aplicable por un plazo de 3 años a partir del ejercicio comprendido entre el 01/07/11 y el 30/06/12 inclusive”.

El 10 de marzo de 2013, El País publicó, con el título “Nueva sede en Carrasco”, que “en la intersección de las calles César Cortinas y Mones Roses, en pleno Carrasco, el estudio Posadas, Posadas & Vecino inauguró su nueva sede”, a lo que agregaba: “Rodeado de un entorno natural, el espacio cuenta con 2.293 metros cuadrados de jardín, con árboles añosos. Oficinas dispuestas en edificios de dos plantas comunicados por un puente vidriado son parte del atractivo arquitectónico, además de disponer de un subsuelo para garajes, biblioteca y archivo. En su inauguración, se hicieron presentes los socios de la firma, clientes y todo el staff del estudio, para compartir un cóctel y brindar por las nuevas instalaciones”.

¡Y después dicen que son enemigos del Estado! Da risa.
Por Alberto Grille, Caras y Caretas

0 comentarios