Los anestesistas de Uruguay, una casta maldita que vuelve a abandonar a los pacientes más pobres
Por esas cosas de administraciones de salud anteriores, los anestesistas en Uruguay pasaron a ser una casta previligiada que acopiaba fortunas. La vanidad, quizá el peor de los pecados, se instaló en prácticamente todos estos profesionales. Desde las alturas miraban a pacientes, familiares y hasta sus propios colegas como gente inferior. El dinero se les fue a la cabeza hasta que llegó el gobierno de izquierda y les hizo saber que las cosas cambiarían. Y, cuando empezaron a cambiar, y sus bolsillos a mermar, juntaron sus autos de lujo frente a la sede que los nuclea. Una vez dentro empezaron a conspirar, un día sí y otro también sabotearon a la salud pública y dejaron en manos de Dios y de otros médicos responsables la suerte, o la vida, de los niños y mujeres más desvalidos del país. Sus reclamos fueron variando según la oportunidad, pero la consigna siempre fue la misma: hacerle la vida imposible a los servicios de salud públicos. Hoy vuelven a hacerlo y el gobierno va a tener que tomar una medida defitiniva. "Causa Abierta" propone meterlos en un charter y mandarlos a dónde ellos se sientan más cómodos y, por supuesto, puedan ganar mucho, mucho dinero. En contrapartida, traer un par de cientos de anestesistas de Cuba, como se hizo con los oftalmólogos. Otra "operación milagro no le vendría nada mal a Uruguay y, de paso, se sacaría de encima a esta peste. Ayer, varios pacientes con operaciones coordinadas en el Pereira Rossell debieron ser trasladados a otros hospitales por falta de anestesistas. Los profesionales, como siempre, responsabilizan a la dirección del centro asistencial que licenció el personal en enero.
Según informa hoy El País, una mujer se internó el miércoles en el Hospital Pereira Rossell para ser operada ese mismo día. Se trataba de una intervención que había sido coordinada con tiempo. Le tenían que extraer el útero mediante una histerectomía abdominal. La mesa de cirugía estaba pronta, pero la operación no se pudo llevar a a cabo: no había anestesista disponible. El único que estaba en ese momento se encontraba atendiendo cesáreas en otro sector del hospital.
Finalmente, una ambulancia trasladó a la mujer -y al material quirúrgico- al Hospital Español, donde más tarde se resolvió la operación. Las mismas fuentes aclararon que no es común que se deriven a otros centros a pacientes que tenían operaciones coordinadas, pero apuntaron que es cada vez más frecuente.
El dirigente de la Sociedad Anestésico Quirúrgica (SAQ), José Vera, admitió que hay un problema, pero deslindó responsabilidades. "Por razones que nosotros desconocemos, las autoridades del hospital le dieron licencia a los anestesistas en el mes de enero. Si las autoridades quieren derivar pacientes, es un problema de ellos, no es problema de los anestesistas", afirmó.
El País intentó sin éxito comunicarse ayer con la dirección del Pereira Rossell.
Vera insistió en que la "responsabilidad de la descoordinación y de la falta de anestesistas es un problema de las autoridades del Pereira Rossell".
El dirigente de la SAQ no quiso ahondar en el tema, pero aseguró que hubo intentos de diálogo con la dirección del hospital y con la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) para frenar las licencias de los anestesistas en enero y poder cubrir la demanda del hospital. Sin embargo, dijo que esa intención de diálogo "nunca fue respondida".
La situación parece encaminarse a un conflicto similar al de 2007, cuando por reclamos de mejoras salariales, los anestesistas amenazaron renunciar y el gobierno estuvo a punto de decretar la esencialidad.
Lo mismo ocurrió hace pocas semanas en el hospital con los neonatólogos y pediatras intensivistas del CTI de niños. El conflicto se solucionó en vísperas de Navidad y con la promesa de crear un ámbito de trabajo que atienda la compleja problemática de la especialidad. Ese grupo aún no ha sido formado.
No es nueva la carencia de anestesistas en el Pereira Rossell ni en otros de los centros asistenciales que conforman la red de ASSE. Sin ir más lejos, a mediados de diciembre se denunció que en el Hospital Maciel se suspendieron operaciones coordinadas porque los profesionales estaban en pleno período de exámenes, tomando pruebas en la Facultad de Medicina.
Ese fue otro de los tantos hechos puntuales que se engloban en un déficit estructural de la especialidad en Uruguay. En declaraciones a El Espectador, el jefe del departamento de Cirugía del Maciel Luis Carriquiry, reconoció en su momento la falta de anestesistas para toda la demanda que existe en el país. Dijo, que inclusive a veces esa carencia se refleja en dificultades en las instituciones mutuales. Por otra parte, argumentó que "muchos procedimientos que antes se realizaban sin anestesia hoy en día se realizan con anestesia y por lo tanto la demanda de anestesistas ha aumentado".
Por su parte, Vera dijo a El País que los anestesistas están dispuestos a buscar soluciones de fondo con el gobierno y que tienen propuestas que pasan por una mejor utilización de los recursos humanos.
En Uruguay hay unos 300 especialistas. Muchos de ellos optan por emigrar.
Médicos advierten conflicto por cierre de las Cajas de Auxilio
Las tres gremiales médicas de Uruguay (SMU, SAQ y FEMI) se reunirán hoy para analizar el inminente cierre y desaparición de las Cajas de Auxilio de los médicos, un seguro que cubre a estos profesionales en casos de enfermedad y que tiene además otros beneficios para los profesionales que la integran.
De acuerdo a la ley de creación del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), está previsto que los médicos se incorporen este año al Seguro Nacional de Salud, por lo que las cajas se eliminarían.
"Creemos que eso es un error gravísimo. Tanto en el interior como en Montevideo, las cajas han funcionado de forma transparente. Fueron creadas por los médicos y son administradas por los médicos", dijo a El País el dirigente de la SAQ, José Vera.
"Este es un derecho adquirido, no estamos reclamando nada nuevo", agregó. Los médicos aseguran que las cajas abonan el 100% del salario de sus colegas en caso de enfermedad. Y señalan que eso contrasta con "el ridículo subsidio de menos de $ 5.000 que paga la ex DISSE por cada mes que una persona está impedida de trabajar".
Los profesionales advirtieron que tomarán medidas de lucha si se eliminan las cajas.
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