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CAUSA ABIERTA

Entre espejos y sombras: ¿qué culpa tiene Fatmagul?

Entre espejos y sombras: ¿qué culpa tiene Fatmagul?

Marcelo Marchese ha respondido a mi nota sin decir una palabra de su forma de actuar que riñe con lo ético y ha pasado raudamente sobre el tema calificando de telenovela sionista la descripción que hice de los hechos, lo que le sirve de excusa para no responder.

¿Qué decir ante una respuesta así? Tal vez Marchese pueda explicar la relación lógica que encuentra entre la denuncia de su accionar y el carácter sionista de la misma. Todo muy triste.

En realidad lo que quiere transmitirle al lector es que no tome en cuenta lo referido en la nota porque está emitida por un sionista. Creo que está tan acostumbrado a razonar así que no se percata de la naturaleza de su respuesta, la que no hace más que descalificarlo a él mismo para la convivencia en una sociedad abierta.

Una muestra más del nivel en que se mueve. Imagínense una respuesta similar que dijera telenovela comunista, quedaría poco progresista, ¿verdad? Los nazis hablaban de ciencia judía...hoy la adjetivación que utiliza el autor es el de sionista.

Vayamos a algunos de los puntos a los que intentó dar una respuesta. Por supuesto que está en contra de la resolución de la ONU que dio nacimiento a Israel comparando el derecho de Israel a la que podrían tener España y Portugal con América.

Querría señalar aquí dos puntos, el primero: nadie que tenga un mínimo de equilibrio puede negar la relación espiritual e histórica que el pueblo judío tiene con la tierra de Israel. No se podría concebir la existencia judía sin esa relación espiritual.

Segundo: no hay más que leer los datos del período anterior al nacimiento del movimiento sionista para saber de la existencia de los judíos palestinos en dicha tierra junto a los habitantes palestinos musulmanes.

En una serie de censos realizado por el Imperio Otomano (de religión musulmana) que gobernaba antes de la llegada de los Británicos se muestra claramente la presencia mayoritariamente judía en Jerusalén.

 

§                 En 1844--  15.510 personas  - 7.120 judíos  -5.000 musulmanes  y 3.390cristianos.

§                 En 1860--  18.000 personas  - 8.000 judíos  - 6.000 musulmanes  y 4.000 crist.

§                 En 1876--  25.030 personas  -12.000 judíos  -7.560 musulmanes y 5.470 crist.

§                 En 1896--  45.420 personas  -28.112 judíos   - 8.560 musulmanes y  8.748 crist.

 

A menos que el Sr. Marchese le eche la culpa a Fatmagul (en una de esas le encuentra alguna mano sionista), con estos datos objetivos emitidos por los turcos otomanos parece difícil sostener impunemente que los judíos llegaron a una tierra - en realidad muy poco poblada- que no habitaban, como ocurrió con los españoles y portugueses a América. Decir esto es de una falsedad absoluta.

En Jerusalén los judíos siempre fueron alrededor de la mitad de la población, siempre mayoría durante ese período y cuando por acción del sionismo se comenzaron a poblar zonas despobladas y a comprar tierras a los grandes terratenientes árabes la población judía fue lógicamente en aumento.

Cuando se refiere al nombre Palestina no hace más que mezclar las cosas y poner a  Ben Gurión, Flavio Josefo, etc. El autor sabe bien que el nombre de Israel fue puesto para denominar el Estado moderno y que  como Judea -que dio nombre a los judíos y que luego será llamada Palestina por los romanos- no se llamaba así,  no va a encontrar esa denominación para el antiguo estado. Difícil poder eliminar así todo vínculo histórico del pueblo judío.

Es verdad que Gaza, Cisjordania y Jerusalén técnicamente no quedaron en manos de los palestinos pues se las quedaron los otros países árabes como Jordania y Egipto. Pero ellos no crearon su propio Estado rechazando -como el autor- el nacimiento de Israel. Es un hecho histórico que pudieron hacerlo y no lo hicieron como era el mandato de la ONU.

Es un insulto a la inteligencia de la gente decir que Israel ha hecho una limpieza étnica de los palestinos. Lo que ha ocurrido es toda una serie de matanzas mutuas de árabes y judíos a lo largo del nacimiento del conflicto. Aldeas enteras judías fueron arrasadas también en innumerables veces.

El autor sabe muy bien la masacre de Hebrón en 1929 y en otros lugares y tiempo, donde cientos de judíos adultos y niños fueron asesinados y muchos de ellos antes castrados. Es verdad que el nacimiento del Estado de Israel trajo 800 mil refugiados palestinos, muchos de ellos huyeron por la guerra que los países árabes comenzaron contra el naciente Estado y muchos otros fueron sí expulsados.

¿Que hicieron los árabes? Teniendo los territorios para formar el estado los dejaron como refugiados. A su vez -cosa que el autor no dice- se dio la expulsión de 850 mil judíos de los países árabes, los que fueron incorporados por el Estado de Israel.

El peligro que genera Marchese es llevar a su interlocutor a una posición en que todo se divide en buenos y malos sin comprender la complejidad y los grises de los hechos, llevándolo a uno a defender a ultranza lo que él ataca y así caer en su mundo maniqueo. No es así, ha habido matanzas de ambas partes, hay en la actualidad gente en ambos lados que no quiere reconocer al otro, que quieren una Palestina sin Israel, y que quieren un Israel sin Palestina.

Pero también hay gente entre los palestinos e israelíes que están haciendo esfuerzos denodados por encontrar un diálogo que lleve a la paz. Intelectuales palestinos critican que se manden a los niños a acuchillar civiles israelíes y que los eduquen para la muerte, preocupados claro está por el futuro que se construye de esta manera. Construir puentes, requiere de una valentía y de una capacidad de creación para y por la vida que no es para todos.

En ninguna línea de sus tantos artículos Marchese muestra ni siquiera un mínimo interés porque se encuentren puntos de acercamiento entre las partes, sus artículos son sesgadamente una andanada de hechos para mostrar la ilegitimidad y "maldad sionista". Su accionar es la de un operador propagandístico.

Es afecto se ve, a la metáfora del espejo en que quiere hacer ver a los judíos su verdadero rostro, lejos por supuesto de Borges al que calificaría seguramente como a Kafka (se sabe del sionismo de sus últimos años) y a Martin Luther King de cómplices nazis sionistas.

No sé bien que ve cuando se mira al espejo en ese mundo fantasmagórico poblado de ángeles y demonios que es el suyo, eso sí, seguro que una sombra sionista vestida de negro o camuflada de blanco le anda por ahí.
Pablo Cúneo, UyPress

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