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CAUSA ABIERTA

Un subcomisario y dos sargentos condenados por cobrar coimas

Un subcomisario y dos sargentos condenados por cobrar coimas

El empresario tenía en su comercio cigarrillos en infracción aduanera y un exempleado suyo denunció que habían ingresado al país por contrabando. La Justicia ordenó allanar el local y la casa del empresario. Un subcomisario y dos sargentos de la Seccional Tercera realizaron el operativo e incautaron los cigarrillos, pero además le ofrecieron una alternativa al comerciante: si les daba US$ 5.000, quedaba libre y recuperaba la mercancía.

El empresario llamó entonces a un amigo suyo para explicarle la situación y pedirle dinero. Su amigo se dirigió de inmediato hacia el comercio, donde lo esperaban los policías dispuestos a cumplir con la segunda orden del juez: el allanamiento a la casa del empresario. Uno de los sargentos llevó al amigo en el patrullero hasta la casa que sería allanada. Los agentes comenzaron así a dejar rastros de su corruptela.

El juez de Crimen Organizado, Néstor Valetti, que condenó al subcomisario y a los dos sargentos, reconoce en estos primeros movimientos de los policías dos errores. En primer lugar, el empresario debió haber quedado incomunicado, pero la llamada a su amigo revela que no fue así. En segundo lugar, un sargento llevó al amigo hasta la casa del empresario "sin que hubiera un motivo para ello, ya que (el amigo) no era investigado ni había prueba que lo vinculara a los hechos objeto de la investigación ni a los cigarrillos ubicados, dándole a entender que se podía arreglar la situación".

Los agentes se incautaron en la casa de más cigarrillos. Ante el nuevo escenario, los policías subieron la apuesta. Si pagaba US$ 12.000, "nadie vio nada", le dijo un sargento al empresario, según la declaración judicial del amigo.

"Cuchame una cosa, eh, por teléfono no hablés nada de eso muchacho. ¿Qué es lo que te pasa, bo?", una de las escuchas teleónicas del sargento condenado

El empresario no logró reunir ese dinero y terminó detenido en la Seccional Tercera. De su casa, los agentes tomaron, además de cigarrillos y armas, "un equipo de aire acondicionado que originalmente no fue incluido en el acta y obra agregado a la misma con letra distinta". El empresario denunció que además le faltaron otros objetos de su domicilio.

El amigo logró reunir en pocas horas $ 40 mil que entregó a un sargento dentro de una riñonera en la seccional. Allí escuchó cómo los policías amenazaron al comerciante con maltratarlo si no pagaba US$ 5 mil entre el 2 y el 3 de febrero de 2012. El empresario quedó entonces en libertad con una certeza: tenía
12 días para conseguir el dinero.

Pero el panorama se tornó pronto más espeso. "A partir de ahí los policías imputados comenzaron a enviarle mensajes de texto y a llamarlo pidiéndole más dinero. Por ese motivo (el empresario) formuló denuncia ante la Dirección de Asuntos Internos, la que dio cuenta a la sede, disponiéndose la intervención del teléfono celular (del empresario), con conocimiento y consentimiento de este", expresa el juez en la sentencia que reproduce El Observador.

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