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CAUSA ABIERTA

La Argentina claudica ante su victimario

La Argentina claudica ante su victimario

Jorge R. Enríquez

Cuando en octubre pasado comenzaron las negociaciones entre la Argentina y la República Islámica de Irán con relación a la investigación del atentado a la sede de la AMIA en Buenos Aires, era muy difícil imaginar cuál podría ser el sentido de las mismas.

La justicia argentina tiene la vehemente sospecha de que el atentado fue organizado por altos funcionarios del régimen iraní. Luego de años de demoras y encubrimiento, en 2006 resolvió en 2006 imputar a ocho de ellos. Irán niega toda responsabilidad.

Entonces, ¿de qué iban a hablar? ¿Qué negociación puede haber con los imputados de cometer unos crímenes tan horrendos?

Sin embargo, hace muy pocas horas, el gobierno argentino anunció la firma de un memorándum de entendimiento con Irán relativo a la investigación de la masacre ocurrida el 18 de julio de 1994 en la Asociación Mutual Israelita Argentina y que costara la vida de 85 personas, dejando, asimismo, un saldo de 300 heridos.

La presidenta lo calificó de histórico, no en una conferencia de prensa, sino a través de sus unilaterales y pobremente escritos “tweets”. Y lo es, sin dudas, por lo ridículo y lo vergonzoso.

El objeto del acuerdo es sumamente vago. Se establece una “Comisión de la Verdad” – integrada por juristas propuestos por ambos países – para “analizar” la documentación presentada por las autoridades judiciales de la Argentina e Irán (Art. 1º). Los comisionados “llevarán adelante una revisión detallada de la evidencia relativa a cada uno de los acusados” (art. 3º). Luego de ese análisis, la Comisión “expresará su visión y emitirá un informe con recomendaciones sobre cómo proceder con el caso” (art. 4º).

¿A qué efectos se realizará la revisión y emitirá las recomendaciones? ¿Y a quiénes se dirigirán estas? El acuerdo dice que “a las partes”. Pero en el caso de la Argentina hay una causa judicial en trámite. ¿Qué haría el gobierno argentino con esas recomendaciones? ¿Se las giraría al juez y al fiscal de la causa? En tal caso, ¿para qué?

Por tratarse de recomendaciones, no tienen carácter vinculante. Si lo tuvieran, se estaría detrayendo una causa judicial respecto de un delito cometido en territorio argentino del conocimiento de los tribunales de nuestro país, en franca violación del principio de la división de poderes y de la independencia judicial.

No obstante, aún como simples recomendaciones, constituyen una forma indebida de interferencia en una causa judicial, porque si la justicia argentina no las siguiera su autoridad podría quedar debilitada y porque le servirán a Irán como antecedente para negarse en su oportunidad a extraditar a los eventuales condenados de ese país.

Es inexplicable el motivo que ha llevado al gobierno argentino a ceder la soberanía nacional. El crimen fue cometido en territorio argentino y debe ser juzgado por los tribunales locales.

De los muchos disparates que el Poder Ejecutivo nacional viene cometiendo en los últimos tiempos, este de los más graves. Mientras la relación de nuestro país con las democracias más avanzadas es fría u hostil, ahora privilegiamos la relación con un régimen teocrático que es abiertamente antisemita y cuyo presidente niega la existencia del Holocausto.

No se comprende cuál puede ser el rédito para la Argentina. ¿Qué hay detrás?. Porque los argentinos deben saber desde ya – y la comunidad judía en primer término – que si de algo podemos estar seguros es de la absoluta inutilidad para la investigación de los crímenes de esta insólita negociación.

El Sr. Timerman, acaso el peor canciller que haya tenido la Argentina en toda su historia, debería explicar en el Congreso el sentido de estas acciones, que despiertan la mayor perplejidad. Pero se dedica a “tuitear”, a adular a su jefa y a derramar su ignorancia por todo el mundo, como cuando viajó al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para pedirle que interviniera en un asunto, como el de la Fragata Libertad, que ni remotamente ponía en peligro la paz mundial.

Todo lo del ministro orilla lo grotesco, pero la cuestión de Irán le agrega una dosis de gravedad muy importante, que profundiza nuestro aislamiento del mundo.

En síntesis, el acuerdo es muy ventajoso para el régimen teocrático y dictatorial de Irán, que de esta forma podrá exhibir en el ámbito internacional – donde se halla cada día más aislado – su voluntad de cooperar con una causa que lo involucra, pero que, en el mejor de los casos, nada le aporta a la Argentina para el esclarecimiento de esos crímenes horrendos.

Otorgarle a quien aparece como victimario el derecho de revisar – no como un acusado que se defiende, sino como un actor neutral – la investigación judicial de la que surge “prima facie” su responsabilidad penal difícilmente tenga precedentes. Cuál es el real trasfondo de esta mascarada es algo que cuesta comprender. Sólo cabe esperar que la memoria de las víctimas y el dolor de los deudos no haya sido objeto de negociaciones espurias ni moneda de cambio en arreglos económicos de trastienda.

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