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CAUSA ABIERTA

Bava en Río de Janeiro y el golazo de la Policía uruguaya

Bava en Río de Janeiro y el golazo de la Policía uruguaya

Por Carlos Lemos

Imaginemos por un instante que el golero de Nacional Jorge Bava le hubiera pegado una trompada a un efectivo de la Policía Militarizada al finalizar un partido, por ejemplo, contra Fluminense en cualquier estadio carioca que se les ocurra.

¿Qué hubiera pasado?

En ese caso no hubiera habido dos opciones. Los jugadores de Nacional tendrían que sacar un celular y llamar de urgencia a la Corte de la Haya.

¿Por qué?

Por la sencilla razón de que cientos de policías aparecerían como hormigas a dar palo sin contemplación. Desde la cancha hasta los vestuarios. Allí hubieran quedado atrincherados y aterrados. A la salida más palo.

Enardecidos por haber visto a su camarada tirado en el medio de la cancha, los policías norteños no se hubieran conformado con masacrar a los uruguayos. Ahh, no. El primero que se cruzara en el camino hubiera sido carne de vara.

A los periodistas que estamos acostumbrados a cubrir noticias extremas, no dejó de asombrarnos la profesionalidad del Cuerpo de Coraceros.

A no olvidarse que es una fuerza de choque.

Protegieron a su compañero caído, al árbitro, a los jugadores de Nacional y hasta el propio Bava, aunque minutos después por orden del juez se lo llevaran preso y terminara procesado.

“Causa Abierta” se pone de pie para honrar al Instituto Policial.

Mientras tanto Bava quedó libre. Ni siquiera le impusieron presentarse en la comisaría de su barrio aunque sea un par de veces. Bastó que le dijera al fiscal que estaba arrepentido.

Los directivos de Nacional se quejaron de que la televisión editó maliciosamente las imágenes del ataque. Hasta el propio Ache dijo que no se mostró cuando el policía agredido levantó el escudo.

Por otro lado, Peñarol tiene el tupé de mandarse un comunicado acusando a Nacional de no saber lo qué es el Fair Play.

Pero aún hay más. En una medida extraordinaria, la AUF suspende por 10 días la actividad futbolística y con ello, dice, quiere mandar un mensaje a la cordura.

La única cordura, señores, la tuvo la Policía. Todo lo demás son chantadas.

Solo hay que esperar el próximo partido. Cuando camiones y ómnibus repletos de individuos con camisetas vuelvan a convertir a la ciudad de Montevideo en un campo de batalla.

El negocio tiene que seguir funcionando, pese a todo.

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