Delirio en Montevideo
Los uruguayos salieron a festejar en Montevideo a ritmo de tamboriles hasta entrada la madrugada de este lunes. La explanada municipal fue el epicentro de los festejos por el 15° título de Copa América que obtuvo, de forma categórica, la selección. Es que allí durante el encuentro hubo más de 10 mil personas que siguieron el partido en una pantalla gigante y vibraron con los goles de Suárez y Forlán, con los tranques del Ruso Pérez y Arévalo Ríos, con el despliegue del Tata González y el Palito Pereira, con el fútbol y las ganas de todos.
Pero la locura celeste, de a poco, con banderas, gorros, bufandas, pelucas y todo tipo de distintivos de color cielo, que instalándose en todos los barrios y plazas de Montevideo, en todas las ciudades y pueblos del interior, y a la vera de las carreteras, donde la gente del campo salió a compartir su alegría con los pocos autos que por ella circulan a estas horas. Al igual que los festejos que se dieron el año pasado en el Mundial a partir del triunfo frente a Ghana en cuartos de final, la celebración fue en grande y la alegría total. Los jóvenes saltando, cantando y bailando; los no tan jóvenes riendo, abrazándose, y disfrutando del alborozo y las caras felices de los gurises chicos; y todos unidos por esta celeste, que parece haber despertado de un largo letargo y está dándole satisfacciones impensadas poco tiempo atrás.
Mucha cohetería, fuegos artificiales, los clásicos tambores de los negros de Barrio Sur y Palermo, otros instrumentos musicales y hasta algunas vuvuzelas sobreviviente de Sudáfrica 2010. Las 21.30 era la hora prevista para que se abrieran las puertas del Estadio Centenario y el epicentro del festejo se trasladó allí. En ese lugar histórico, declarado monumento del fútbol porque albergó la primera final de un Mundial, la gente esperó a los jugadores que llegaron cerca de las once de la noche. La gente colmó el coloso de cemento y siguió por la pantalla gigante el arribo de la delegación y la caravana que tomó la Avenida de las Américas y la Avenida Italia hasta el estadio, donde se realizó una ceremonia breve y los jugadores dieron la vuelta olímpica (la que inventaron los campeones de los Juegos del 24) frente a su gente a una hinchada que deliraba de alegría y agradicimento a los titanes del Maesto Tabárez.
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