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CAUSA ABIERTA

La maldición alemana de Messi

La maldición alemana de Messi

Cuando Leo Messi vino al mundo, un 24 de junio de 1987, Argentina estaba a cinco días de celebrar el primer aniversario de su triunfo en México"86: el Mundial de Maradona, el de la Mano de Dios, el del gol imposible del barrilete cósmico. Tras de ayer la eliminación ante Alemania, el del estadio Azteca sigue siendo el último gran éxito de la albiceleste. Para Messi, supone el enésimo golpe bajo con la selección, con su selección. Y quizá sea esta la mayor de todas: Sudáfrica, que debía darle la inmortalidad en el olimpo del fútbol, le ha propinado el mayor revés de su carrera deportiva con Argentina. Una carrera marcada por Alemania, y por la amargura. 47 segundos. Eso fue lo que duró el debut de la Pulga con la camiseta albiceleste. Fue en Buenos Aires, en agosto de 2005 y ante Hungría, el mismo rival al que se enfrentó Maradona en su debut. Una severa tarjeta roja mostrada por árbitro alemán –precisamente alemán- Markus Merk le llevó a las duchas antes de tiempo, frustrando al propio jugador y a toda la hinchada, deseosa de encumbrar a un nuevo ídolo en el verano en el que Maradona, renacido, se convirtió en líder de audiencia con su late night, La Noche del 10.
Un año más tarde, Alemania era doble protagonista en la carrera del 10 azulgrana. Primero, como sede del Mundial; segundo, como rival albiceleste en cuartos de final. El punta, suplente en aquel torneo, venía de cuajar una buena prórroga en octavos de final ante México, y su concurso ante Alemania, en cuartos, parecía seguro. El seleccionador José Pekerman, no obstante, no le concedió ni un minuto, y Argentina cayó en la tanda de penaltis.
Nuevamente, esta vez en Sudáfrica, Alemania se cruzó en la trayectoria de Messi. El delantero seguía buscando su primer gol en el Mundial, toda vez que, por exigencias del anárquico dibujo táctico de Maradona, él, Balón de Oro, tuvo que reinventarse para entrar en el esquema del técnico argentino. Argentina encajó un gol en el minuto 3 y se rompió. Sólo Messi, al que parte de la afición le acusa de ser un pecho frío, puso el pundonor que se le supone a la albiceleste cuando el marcador se vuelve en contra.
Con el pitido final Messi vio como una vez más la maldición alemana, la que le robó su debut en la selección, su primer Mundial y el torneo al que llegaba como estrella indiscutible, le había vuelto a llevar a la lona. Y rompió a llorar. (Vanguardia)

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