La tragedia de Brasil; paran las lluvias y empieza la búsqueda de cientos de desaparecidos
Las lluvias intensas que desde el pasado sábado han provocado al menos 41 muertos al noreste de Brasil amainaron este miércoles de madrugada, lo que mejora la perspectiva de encontrar a los cientos de desaparecidos que podrían haber sido arrastrados por el lodo y las aguas. Si bien el número de víctimas fatales se mantiene desde el martes, las dificultades de los socorristas para acceder a sitios todavía aislados alimenta el temor de que la cifra de muertos se dispare cuando las brigadas de rescate alcancen zonas actualmente sin acceso. La preocupación es patente entre las autoridades, que no logran determinar con certeza cuántas personas fueron llevadas por las aguas, quedaron bajo el lodo, o sólo son imposibles de localizar pues buscaron refugio por su cuenta. Localidades enteras quedaron arrasadas en los Estados de Alagoas y Pernambuco; iglesias, escuelas y hospitales están totalmente bajo agua o desaparecieron arrastradas por la fuerza de las correntadas, que convirtieron a calles de poblados y ciudades, en verdaderos ríos.
"La tragedia es total, la ciudad (de Maceió, capital de Alagoas) quedó paralizada", resumió un vocero de los bomberos en diálogo con la AFP. "Acabó con nuestra ciudad. Acabó todo", afirmó entre lágrimas una vecina del municipio pernambucano de Palmares a la cadena televisiva Globonews.
La Defensa Civil señala hasta el momento, en base a denuncias, relatos y estimaciones de los lugareños, que unas 600 personas están desaparecidas. Pero el gobernador del Estado de Alagoas, Teotonio Vilela Filho, dijo que podrían ser 1.000 los desaparecidos, y señaló que los cadáveres están llegando a las playas. Sólo el martes por la tarde, luego de casi tres días de intensas lluvias, los rescatistas pudieron comenzar a trabajar en algunas zonas anegadas para intentar determinar si hay cuerpos atrapados. Las tareas son especialmente intensas en el valle del río Mundaú, en la parte de su cauce que pasa por Alagoas, donde poblados ribereños enteros fueron "borrados del mapa" por la crecida, según relatos de los bomberos.
De acuerdo con televisoras locales, en el municipio de Paudalho, ubicado en la ribera del río Capibaribe en Pernambuco, un hospital para 300 pacientes desapareció arrastrado por las aguas, y los enfermos son atendidos en lugares cercanos que conservaron el techo.
La situación es tanto más dramática, cuanto que muchos de los municipios afectados son extremadamente pobres. Las autoridades piden donativos para los damnificados, que ya superan los 180.000 según estimaciones oficiales.
Varias toneladas de alimentos, medicamentos, colchones y abrigos llegaron de distintos puntos del país, señaló un vocero de los bomberos a la AFP, y en algunos lugares, la distribución se hace solo mediante helicópteros.
El presidente Lula da Silva anunció que el jueves sobrevolará las zonas inundadas en Alagoas y el vecino Pernambuco, y el gobierno otorgó el martes 55 millones de dólares para los dos estados, de los cuales la mitad ya fueron entregados en carácter de ayuda de emergencia.
En Pernambuco, donde se originaron las lluvias y crecientes, 12 personas murieron, casi 18.000 están sin vivienda y más de 24.000 debieron ser evacuadas, según la Defensa Civil. En Alagoas en tanto, 29 personas fallecieron, al menos 26.000 perdieron sus casas y 47.000 han sido evacuadas. A estas cifras se suman quienes están en sus casas inundadas.
Para el miércoles se prevén nuevas lluvias, menos intensas que las del fin de semana pero que igualmente podrían perjudicar las tareas de búsqueda y rescate. Brasil, un gigante de 8,5 millones de km2 tiene regiones de clima tropical que suelen verse afectadas por lluvias e inundaciones.
Pero el año 2010 ha sido especialmente duro para el país sudamericano en esta materia. Al comienzo mismo del año, la localidad turística de Angra dos Reis (sudeste) y su vecina Ilha Grande se vieron golpeadas por deslizamientos de tierra causados por fuertes lluvias, con saldo de más de 50 muertos.
Y los brasileños todavía tienen frescas en su memoria las terribles imágenes de los desmoronamientos de 'favelas' en Rio de Janeiro y ciudades aledañas en abril pasado, una catástrofe que dejó una cifra indeterminada de muertos bajo el barro y los escombros, cientos de desaparecidos, y 229 cuerpos recuperados.
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