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CAUSA ABIERTA

Horda de etarras

Horda de etarras

Fue una operación sin precedentes en la historia de la banda terrorista. Nunca antes habían realizado un robo de seis vehículos con participación de entre ocho y diez terroristas. Y acabó siendo un desastre. Un gendarme muerto, un etarra detenido y cinco de los coches recuperados por los agentes galos. El acoso al que las fuerzas de seguridad someten a ETA está haciendo mella y los integrantes de la banda, cada vez menos experimentados se comportan como verdaderas hordas: un grupo de gente que obra sin disciplina y con violencia. El objetivo primero de ETA era apoderarse de varios coches, la mayoría de ellos de alta gama, en el recinto de la empresa Auto Contact, situada en el municipio de Dammarie-les-Lyes, a unos cincuenta kilómetros de París. Se trata de un solar rodeado por una valla metálica y con una construcción en el centro que hace las veces de oficina del negocio. El lugar está a las afueras de la localidad, en el límite con el municipio de Villiers-en-Biere, sin otros inmuebles en las inmediaciones.
Varios terroristas, entre los que había una mujer rubia, habrían secuestrado al dueño del negocio al que trasladaron al vallado y esgrimieron una pistola para reducir a un empleado, al que ataron y amordazaron.
Los etarras se apoderaron de las llaves de media docena de vehículos y se dieron a la fuga con ellos después de indicarle al empleado que no diera la alarma hasta al cabo de varias horas. Al parecer, el testigo habría visto a tres hombres y a la mujer, pero el número de coches robados exige la presencia de al menos seis conductores, a los que hay que añadir varios individuos más que tendrían que estar con los automóviles utilizados por los etarras para llegar hasta las instalaciones de la empresa Auto Contact, que fueron, como mínimo, dos coches más.
En fuentes de la lucha antiterrorista llama la atención la gran cantidad de terroristas involucrados en la operación porque nunca antes habían realizado un robo de vehículos de esas características. Hasta ahora ETA se suministraba de coches mediante robos individuales en las calles, preferentemente de vehículos estacionados con las llaves puestas en pequeñas localidades.
Además, la banda sólo ha empleado un número tan elevado de activistas en algunos asaltos a fábricas de explosivos o armas que ha cometido en Francia. Por eso algunos medios policiales sospechan que ETA podía tener preparada una segunda operación la misma noche de ayer en la que pudiera necesitar los vehículos robados.
No hay versión oficial definitiva y fuentes policiales disienten en la intervención de la patrulla de gendarmes. No obstante, la reproducción de los hechos vendría a confirmar que una patrulla de agentes sorprendió a dos de los vehículos en un camino rural mientras repostaban gasolina con bidones que llevaban preparados para garantizarse un trayecto de varios kilómetros.
Los cuatro gendarmes se dispusieron a detener a los etarras y mientras los mantenían encañonados y Joseba Fernández Aspurz ya esposado aparecieron dos coches más en el camino. Los etarras abrieron fuego por la espalda contra los agentes para liberar a sus compañeros.
En el tiroteo fue alcanzado el brigadier Jean-Serge Nérin, de 52 años. A pesar de llevar un chaleco antibalas, uno de los proyectiles le impactó de costado, a apenas dos centímetros del chaleco, provocándole una herida que le causaría la muerte apenas una hora más tarde. En la confusión del tiroteo, uno de los etarras esposados se habría dado a la fuga campo a través, Fernández Aspurz, se quedó inmóvil. Iba armado, con una pistola procedente del robo en una armería de Vauvert en el 2006.
Una segunda versión, también de fuentes policiales, señala que los agentes procedieron a la detención de los etarras tras una persecución. En cualquier caso, la operación Jaula en Francia permitió encontrar cinco de los seis coches robados por los etarras.
De los seis coches robados sólo faltaba por localizar un Renault Space que podría haber sido utilizado en la fuga por varios de los miembros de ETA implicados en el robo y el tiroteo. La decisión de disparar contra el gendarme, el primero asesinado por ETA, ha silenciado de golpe las sospechas por la muerte de Jon Anza.

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