Terremoto, drama, saqueos y vanidad

Escribe Carlos Lemos
El terremoto grado 8,8 en la escala de Richter que asoló el sábado a Chile no sólo dejó un saldo provisional de 300 víctimas fatales, sino una serie de contradiciones. Dicen las autoridades chilenas que están preparadas para la reconstrucción del país y no responden a las llamadas de solidaridad de varios países, los primeros Argentina y Estados Unidos. En tanto, muchas familias afectadas por el terremoto hacen vigilias en la calle, ya que la demora en el restablecimiento de los servicios básicos, principalmente la energía eléctrica, aumenta la sensación de desprotección que proyectan las casas a medio caer. En la comuna de Quilicura, más de 180 mil personas continúan sin luz ni agua y manifestaron su descontento apedreando un camión distribuidor de ayuda. En Concepción, la ciudad más destrozada por el movimiento de la tierra, se están viviendo momentos de desesperación y cientos de personas tomaron por asalto los supermercados y los están saqueando. La televisión mostró cómo utilizaban gatos hidráulicos para forzar las cortinas de hierro y llevarse los alimentos de sus bodegas. " Necesitamos harina, agua y comida”, dijo un poblador de la zona a radio Bio Bío. Es un estado de colapso emocional que no puede ser controlado por la policía. Carabineros llegó al lugar y comenzó a lanzar gases lacrimógenos y agua con carros hidrandantes para dispersar a las turbas. En  tanto, puentes, carreteras, edificios y casas han sido destruídas por el devastador movimiento telúrico. El gobierno piensa que va a levantar Chile en pocos días porque le sobran recursos para hacerlo. Hay una conciencia colectiva en las autoridades de que "nosotros somos Chile, no somos Haití". Y eso es un pecado de vanidad, el peor de los pecados.