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CAUSA ABIERTA

Disparen contra Ubach

Disparen contra Ubach

Escribe Carlos Lemos

Mientras en el mundo entero se privilegia la capacidad, la formación, la experiencia, en Uruguay la Universidad de la República está discutiendo cambiar el formato de designación por concurso de oposición y mérito para ocupar el cargo más sensible de la Casa Mayor: el de director del hospital de Clínicas, referencia nacional. En lugar de esa metodología, utilizada en las universidades más destacadas del mundo, el Consejo Directivo Central está abocado a la discusión de darle al cargo rango político. Según fuentes de Adur Medicina, a la actual directora Graciel Ubach se le debería renovar el contrato a principios del año próximo tal como se hace cada cinco años, pero ante el problable cambio de ordenanza se le comunicó que no permanecerá más al frente del hospital. Según la tesis que maneja el CDC, el órgano encargado de elegir a la dirección del hospital ya no será el Consejo de Facultad de Medicina, sino la Asamblea de Claustro. El docente elegido será además presidente de la Comisión Directiva y contará con un voto. En esa línea de supuesta acción, se mantendría la representatividad de los demás órdenes dentro del hospital que incluye la participación de docentes, egresados, funcionarios y estudiantes, cosa que no constituye novedad alguna, pues es la esencia del cogobierno. Según la nueva normativa propuesta, el director del Clínicas contará con el asesoramiento de directores técnicos, un asistente en gestión, uno en el área asistencial, otro en docencia e investigación, cargos que, llamativamente, existen desde hace décadas en el hospital de Clínicas. La facultad de Medicina aduce que la ordenanza del Hospital de Clínicas está vigente hace más de 40 años y según denuncian los docentes no es adecuada para la toma de decisiones que privilegian la atención al paciente, aunque no explican cómo un "político" y no un colega de carrera mejorará las cosas. De hecho se constriñe aún más la capacidad de gestión, en la medida de que un político responde a líneas políticas de turno y según la correlacción de fuerzas. En sus columnas semanales en el diario La República, el rector de la Universidad, Rodrigo Arocena, construye sistemáticamente una letanía de "debilidades" y "fortalezas" de un "megaproyecto" basado en el cambio de la ley orgánica que no tuvo eco entre los actores universitarios, salvo el orden de estudiantes que con su voto lo llevó al rectorado y que, a cambio, varios de ellos recibieron cargos de confianza (políticos) muy bien remunerados para ser tan jóvenes, aunque no se desconozca que alguno pueda tener valores estimables. Pues bien, en esa línea de politizar a la Universidad Pública en Uruguay aparece la doctora Graciela Ubach como el primer blanco contra el cual disparar. El objetivo es claro: derrocar a una mujer que accedió al cargo después de someterse a un concurso de oposición y méritos valuado por expertos internacionales en adminitraciones hospitalarias. Por último, la gestión de Ubach no puede ser valorada desde un escritorio. Por el contrario, hay que conocer en profundidad un hospital viciado por funcionarios que aparecen en Facebook mostrando sus genitales y por médicos que se tomaron la costumbre -vaya constumbre- de no visitar a sus pacientes en las camas del gigantesco centro asistencial público. Vale recordar que más del 50 por ciento de la plantilla de funcionarios de la Universidad -algo así como 7 mil- trabajan en el hospital de Clínicas. De ahí, entonces, que se comprenderá aún más la gravedad de concentrar poder, politizando la mitad de la Casa Mayor. Comete un delicado error el CDC al no advertir que no se rompió la cadena de mando, lo que pasa es que los funcionarios del Clínicias tienen el mayor nivel de ausentismo en todas las áreas. En innumerables casos, no se sabe cómo, obtienen certicaciones médicas que les permiten "desaparecer" meses y años. Cuando Ubach ha querido terminar con un atropello colectivo que se parece más a la acción de una quintacolumna, sólo ha recibido el motín del gremio y la fuga de las autoridades universitarias a la serenidad de sus hogares.

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