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CAUSA ABIERTA

Bandas criminales imponen "toque de queda" en Medellín

Bandas criminales imponen "toque de queda" en Medellín

A las 9:00 de la noche en La Sierra, en la comuna 8 de Medellín, varios jóvenes se ubican en las terrazas de las casas y como búhos atisban quién pasa por las calles. Tienen radios y armas de largo alcance con miras telescópicas y sin su permiso nadie se puede mover en el barrio. Dicen ser los sucesores de 'Berna'.
Elkin, conductor de una volqueta, llega al barrio antes de las 9:00 de la noche porque semanas atrás las bandas establecieron una especie de "toque de queda" para comerciantes, conductores, niños, trabajadores y amas de casa a quienes los amenazaron de muerte si estaban en la calle sin su permiso después de esa hora. "Me notificaron la semana pasada que como yo me movía en la volqueta por Villa Lilia, La Cañada y Las Mirlas, donde hay enemigos de ellos, tenía que estar tempranito o si no me iban a matar -relata el conductor-. Están paranoicos y matan por sospecha".
Los habitantes de la zona no tienen otra opción que cumplir la orden porque los ilegales les dijeron que les hacen seguimiento permanente. Quienes se atrevieron a denunciarlos fueron asesinados, sufrieron golpizas o fueron desplazados del barrio.
A varios kilómetros de allí, en la comuna 3, la situación la padecen los habitantes del sector de Santa Inés del barrio Manrique, donde otra banda impuso su "toque de queda" también a las 9:00 de la noche. "La gente tiene que encerrarse temprano. A mí me pararon hace unos días y me interrogaron porque mi novio vive a dos cuadras de aquí y está prohibido tener contacto con la gente de ese barrio -dice Mariana, empleada doméstica-. Si me ven con él, me matan".
No hablar con gente de otro barrio, no traer gente extraña ni siquiera a familiares, notificar si va a salir de viaje y con quién, si es de un sector enemigo no pasar por la zona, llegar a la casa antes de las 9:00 o 10:00 de la noche...  son  solo algunas de las reglas que están imponiendo las bandas en más de 60 barrios, dice un informe de la Personería de Medellín.
En otros sectores como El Desierto, en la comuna 3, las restricciones a los ciudadanos comienzan desde las 6:00 de la mañana porque los delincuentes los obligan a mantener sus casas con las puertas abiertas todo el día. "Empiezan a tocar a esa hora y se enojan si no abrimos. Lo hacen para tener dónde esconderse cuando empiezan los enfrentamientos", dice uno de los afectados.
Este es el panorama que encontró CAMBIO luego de recorrer varios barrios en tres comunas donde por miedo la gente se somete al encierro, ha dejado de ir a cine, no frecuenta bares y día y noche temen quedar en medio de combates con armas de largo alcance que se registran a cualquier hora.
"Los niños no pueden llegar a la escuela porque cerca de ellas hay combates o porque los jefes de bandas los señalan de ser 'carritos' (informantes) de los combos vecinos", dice un habitante de El Filo. La situación es tan grave que la Policía tuvo que destinar 500 efectivos exclusivamente para la vigilancia en las escuelas y otro grupo para escoltar a los conductores de buses amenazados por los ilegales.
En otros sectores como la comuna 7 las bandas intentan controlar también el transporte: "Desde diciembre no se pueden tomar las rutas. Bajan la gente  del carro". En esta misma comuna hay denuncias de abuso sexual a las mujeres, vinculación a las bandas de niños como 'carritos' (informantes), amenazas a líderes sociales y extorsiones. De igual forma las bandas se distribuyeron las extorsiones de los dueños de buses. También el control de máquinas tragamonedas.
El director nacional de la Policía, general Óscar Naranjo, dice que sus hombres conocen de las restricciones que mediante amenazas realizan las bandas delincuenciales en algunos barrios de Medellín y por eso envió más de 1.500 efectivos para hacerle frente a la situación.  "Es la desintegración de la 'oficina de Envigado' -explica Naranjo-. Los delincuentes se quedaron sin patrón criminal y los narcotraficantes están interesados en que Medellín les obedezca criminalmente a ellos y no lo vamos a permitir".
El tema lo conoce el alcalde de Medellín, Alonso Salazar, que preocupado por la situación canceló la semana pasada un viaje a Estados Unidos y decidió despechar desde la comuna 1. Su administración quiere hacerle frente al fenómeno después de que las muertes violentas en Medellín llegaran a 1.849 en 2009,  64 por ciento más que las registradas en 2008. La mayoría de esos asesinatos ocurrieron en la comuna 1, donde para contrarrestar la situación fueron enviados en diciembre dos pelotones del Ejército para que apoyaran a la Policía en su lucha contra las bandas.
Pero en el resto de Medellín hay miedo porque cinco grandes grupos de narcotraficantes se disputan el control territorial en los barrios y para ello han contratado más bandas. Se trata de la Oficina de Envigado, dividida en dos facciones (sucesores de 'Berna'); los Urabeños (sucesores de 'don Mario'), Los Combas (del norte del Valle) y el grupo de los Llanos Orientales que dirige 'Cuchillo'.
Según Salazar, Medellín está muy lejos de la situación que vivió en 2002 cuando las muertes eran 4.000 al año. Pero reconoce que hay problemas serios aunque la autoridad civil y policial esté en todos los rincones de la ciudad. "Hay un agudo enfrentamiento entre grupos armados que obedece a las órdenes de 'Sebastian' y 'Valenciano,' "   -dice-. Eso genera estragos en las comunidades y es fácil para estos grupos sembrar terror y obstaculizar la vida comunitaria en algunas zonas, sobre todo en la modalidad que han escogido de francotiradores... Estamos en una criminalidad que usa terrazas y asalta matojos".
Buena parte de los miembros de esas bandas han sido identificados, pero por temor a represalias pocos los  denuncian. La Policía calcula que hay más de 4.000 jóvenes armados en Medellín, distribuidos en 120 bandas. Pero según Diana María Barajas, coordinadora del Observatorio de Violencia del Instituto Popular de Capacitación, la cifra podría ascender a 200. Mientras tanto, en los barrios esperan que se terminen las noche de encierro. (El Tiempo)

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