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CAUSA ABIERTA

Uruguay: la caída del "emperador" de los juristas es sólo el inicio de la "debacle" para poner la casa en orden

Uruguay: la caída del "emperador" de los juristas es sólo el inicio de la "debacle" para poner la casa en orden

El "reputado" abogado penalista Carlos Curbelo Tammaro está preso en la cárcel de Santiago Vázquez, como cualquier hijo del vecino. Veinte años atrás hubiera sido impensable que el profesional pudiera terminar así. Tenía y tiene su elegante estudio pegado a los juzgados penales de la calle Misiones. Cuando algún periodista tenía que ir a cubrir algún acontecimiento delictivo muchas veces se equivocaba de puerta y no por maldad, sino porque todo parecía uno. Curbelo bajaba las escalera y ya estaba dentro de cualquier juzgado hablando con jueces y fiscales. Era un profesional pesado, en cuyo escritorio tenía un arma de gran porte, quizá un Magnum 357, aunque muchos nunca supieron por qué estaba armado y por qué casi, casi, dejaba a la vista semejante cañón. Era una época en Uruguay en que "valía" todo. El puerto de Montevideo y el aeropuerto de Carrasco eran centros de corrupción impenetrables. Al punto que, amén de las mercaderías de contrabando que entraban y salían con absoluta impunidad, los primeros que se enteraban que había caído "un pez gordo" (aunque fuera de casualidad) eran precisamente notables abogados penalistas de la época. A ello se le sumaban los directivos de las Safis (un engendro para delinquir con una pátina de legalidad). "Dame la mía". "Yo lo saco enseguida de la cárcel, son 150" (mil dólares). "Te mando a este narco que yo ahora no lo puedo atender, mirá que el pedazo es grande, después vemos...", eran algunas de las clásicas frases que se oían casi a diario en la Ciudad Vieja y sus alrededores. Fueron los largos años del "piedra libre", o neoliberalismo, como más guste. El procesamiento con prisión de Curbelo Tammaro por lavado de activos no es un caso más, es sin duda alguna el golpe más formidable de la historia delictiva de Uruguay. Ahora serán interrogados por el juez Federico Álvarez Petraglia y el fiscal Diego Pérez una docena de profesionales, en su mayoría escribanos y arquitectos. Quien crea que esto es sólo por el operativo "Campita" por el cual se confiscaron unos cuantos kilos de cocaína está equivocado. Por este caso, en concreto, fueron procesados el jueves de madrugada, además de Curbelo, el empresario José Luis Suárez -en prisión desde 2006-, un hermano de éste, un escribano y otro narcotraficante que también está preso desde hace un año. A los cinco se les tipificó el delito de "lavado de activos". La investigación se centrará ahora en la recuperación de los bienes adquiridos por la organización con dinero proveniente del narcotráfico y aquí es donde se va a tirar de una piola que va a alcanzar desde lujosas residencias en Punta del Este hasta edificios en Punta Gorda, por mencionar algo.
"Es una vergüenza que a un hombre de 73 años se lo envíe a una cárcel hacinada", dijo a El País una persona cercana a la familia.
Agregó que la decisión de no permitirle a Curbelo Tammaro permanecer en Cárcel Central ni en el centro carcelario de Soler obedece a un enfrentamiento político con el gobierno. "Ha sido abogado de Gregorio Álvarez y de Juan Carlos Blanco y por eso ha tenido enfrentamientos muy duros con la actual administración", dijo la fuente. "¿Por qué Juan Carlos Bengoa no va al Comcar?", se preguntó sin saber, claro está, que todos los procesados por delitos vinculados al narcotráfico son llevados al Comcar.
A Curbelo Tammaro lo defiende el abogado Miguel Langón Cuñarro, un ex fiscal de crimen que dejó libre a los asesinos De María y Carmona y en el mismo fallo procesó a los policías que los habían investigado. Cuando el fiscal titular del caso, que estaba de licencia, se enteró de lo sucedio mandó a las fuerzas de choque para que metieran presos de vuelta a los múltiples homicidas y absolvió a los policías. Todo un escándalo.
Curbelo tiene 73 años de edad y 45 de ejercicio. Hasta 2007 representó al ex dictador Gregorio Álvarez, procesado con prisión por violaciones a los derechos humanos. La justicia va a tener que hilar muy finito, porque este procesamiento es sólo la punta del enorme iceberg de corrupción que, durante décadas, dominó un país que consideraba sagrado el secreto bancario. El extendido grupo de "malas artes" al más alto nivel hizo lo que quiso y vulneró la ley en incontables oportunidades, comprando y vendiendo bienes y vidas, en presencia de jueces timoratos que, por suerte, se han ido jubilando. 

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