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CAUSA ABIERTA

Una docena de chicas que trabajan en un burdel ahorran para el sueño olímpico de un atleta

Una docena de chicas que trabajan en un burdel ahorran para el sueño olímpico de un atleta

Logan Campbell es un luchador olímpico de taekwondo de origen neozelandés cuya principal preocupación desde que concluyeron los Juegos de Pekín, en los que cayó en primera ronda en la categoría de 68 kg., es lograr los ingresos económicos suficientes para poder costearse él mismo los gastos que supone una óptima preparación de cara a optar al podio en los Juegos de Londres de 2012. En su debut olímpico el año pasado, Campbell tuvo que pedir ayuda a sus padres para poder sufragar la inversión que para él supuso acudir a la cita china. "Mi madre quiere una cocina nueva desde hace diez años, pero no ha podido tenerla porque ha invertido todo su dinero en mi taekwondo", se lamenta Campbell, quien no quiere que su sueño olímpico vuelva a ser la ruina de sus padres. Por ello, de cara a los Juegos de Londres Logan ha decidido abrir su propio negocio, con el que espera poder recaudar los 140.000 euros que estima necesarios para prepararse con garantías para la cita olímpica. Su idea es costear los gastos a los que asciende que él, un doctor y un entrenador viajen, compitan y entrenen por Europa y Asia. Hasta aquí, todo muy loable. Incluso Campbell encarnaría a la perfección el modelo del deportista olímpico por su espíritu de sacrificio, su ilusión y sus ansias de triunfo. Pero todo cambia al saber que la fuente de ingresos para el taekwondista es un burdel, donde una docena de mujeres trabajan a diario para destinar parte de sus ahorros a la causa olímpica de Campbell. Si bien es cierto que la actitud del joven deportista es totalmente legal, ya que hace seis años que en Nueva Zelanda se despenalizó la prostitución, el debate es si ésta es moralmente lícita. Y parece que él no tiene duda. "Es una buena industria de hacer dinero", destaca, para a continuación señalar que "me sentiría peor vendiendo cigarrillos que haciendo esto, algo que es seguro y sano. Llevo un lugar con clase. Aquí las chicas tienen sobre unos 20 años, están aquí por su propia voluntad y ganan más dinero que yo", continúa justificándose Campbell. El caso es que la tarifa mínima en su burdel es de 500 dólares neozelandeses (230 euros) por dos horas, en las que se incluye sexo, mientras que por 3.000 dólares (389 euros) el cliente puede disponer de un de las chicas durante toda la noche, de lo cual el deportista se lleva entre el 15% y el 20%. En su defensa, el luchador de taekwondo argumenta, entre otras lindezas, que para un neozelandés es muy costoso competir al más alto nivel, ya que cualquier desplazamiento supone una importante inversión económica y de tiempo, una excusa que rápido invalida Barry Maister, el secretario general del Comité Olímpico neozelandés. "Es verdad que viajamos unas 30 horas cada vez que salimos del país", admite Maister, quien sin embargo recuerda que "este es un hecho para todos los neozelandeses" y no por ello todos abren un burdel. El caso es que precisamente ese negocio gracias al cual espera poder optar al podio en los Juegos de Londres podría ser el motivo de su veto en la cita olímpica. Oficiales del Comité Olímpico neozelandés ya han dejado claro que es poco probable que Campbell sea seleccionado para Londres 2012 si mantiene su actitud en lo que se refiere a regentar un burdel como fuente de ingresos.

Ejemplo para la juventud

"En el proceso de selección se tiene en cuenta no sólo los resultados, sino también la capacidad del deportista de ejercer como ejemplo para la juventud del país", señala un representante de dicho organismo. La misma postura comparte, aparentemente, el COI, en cuyos estatutos se destaca que "si bien generalmente no entra a valorar individualmente a atletas cuyas acciones están dentro de la ley, como norma general, el COI espera de sus atletas que sean claros referentes para el resto de la sociedad y, particularmente, para la juventud". Pero Campbell está decidido a llevar hasta sus últimas consecuencias su estrategia: dedicarse un par de años a regentar su prostíbulo, ingresar unos 212.000 euros y en dos años, participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. (Mundo Deportivo)

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