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CAUSA ABIERTA

Cruzeiro se llevó de La Plata para Brasil un poco más de media Copa Libertadores

Cruzeiro se llevó de La Plata para Brasil un poco más de media Copa Libertadores

Fue 0-0 en el Estadio Unico por el partido de ida de la final de la Copa Libertadores. El arquero Fábio salvó a su equipo y fue la figura, aunque la visita tuvo la más clara en los pies de Kléber sobre el final. El miércoles en Belo Horizonte, la revancha. "Con toda la fe", dijo Juan Sebastián Verón después del partido. "Llevaremos nuestras ilusiones a Brasil", explicó Enzo Pérez. Es que Estudiantes igualó sin goles ante Cruzeiro por la primera final de la Copa Libertadores y la revancha se presenta difícil dentro de una semana en Belo Horizonte. El equipo de Adilson Batista fue muy inteligente y se llevó una igualdad con gusto a triunfo del Estadio Ciudad de La Plata. Cruzeiro se plantó de entrada detrás de un 4-4-2 meticuloso y con una sola intención: cortar el juego de Estudiantes en la mitad de la cancha. Por eso fueron reiteradas las faltas de los jugadores de camiseta azul en el primer tiempo, pero también efectivas. El Pincha dominó la pelota y el campo en el primer capítulo, pero mucho le costó llegar al arco rival. Y cuando lo hizo chocó con la figura del arquero Fábio. Verón probó de tiro libre a los 11, brillante Fábio. Enzo Pérez elaboró un jugadón a los 16, con paredes con Verón primero y Gastón Fernández después, ingresó al área y le dio de volea. El arquero, a puro reflejo, despejó al tiro de esquina. Sobre el final, Boselli pivoteó y Verón le pegó de lleno desde afuera del área. Fábio, invulnerable, voló y retuvo el disparo. Una pared. Cruzeiro apostó por la habilidad de Kléber y por la potencia de Wellington, sus dos delanteros, para lastimar de contra, pero Schiavi y Desábato no tuvieron problemas para contenerlos. El complemento fue más friccionado, más luchado. Al corte en la cabeza del Colorado Re en el primer tiempo se le sumó un codazo de Ramires al propio Verón, que lo dejó con el pómulo izquierdo en compota y ensangrentado. Se hacía muy difícil jugar en la mitad de la cancha. Marquinho Paraná ordenaba y el resto acataba y cortaba con faltas sistemáticas en el medio. Sin embargo, el Pincha se las ingenió para generar peligro. Lo tuvo Boselli a los 2, entró al área, definió de zurda y Fábio, rápido de piernas, achicó el ángulo y despejó al tiro de esquina. De ese córner llegó el centro de Benítez a la cabeza de Desábato, parecía gol, pero otra vez aparecieron las manos del arquero para salvar a Cruzeiro. La impotencia se empezaba a apoderar de Estudiantes. Cruzeiro se cargaba de amarillas (Gerson Magrao, Wellington, Kléber y Wagner), pero mantuvo su idea, no dejar jugar, recuperar rápido la pelota en campo rival y tratar de golpear con alguna contra. Alejandro Sabella demoró los cambios, recién a los 30 ordenó el ingreso de Maxi Núñez por Benítez, pero ya era tarde. En el tramo final Estudiantes se quedó sin piernas y Cruzeiro se soltó. Empezó a jugar, lo que mejor sabe hacer y hasta pudo llevarse un triunfo que hubiera sido casi lapidario para las aspiraciones del Pincha. Primero lo tuvo el central Leonardo Silva, de cabeza, apenas afuera. Y después Kléber se perdió un gol increíble. Centro desde la izquierda, Andújar salió mal y dejó la pelota picando en el medio del área, allí apareció Kléber, de frente y sin marca, pero le erró al arco. Después, Wellington también pudo convertir. Recibió en el área, pero su derechazo en el primer palo se fue por encima del travesaño. La última carta de Sabella fue el ingreso de Juan Manuel Salgueiro (por Gastón Fernández) y le faltó tiza al uruguayo para meter un derechazo cruzado en el minuto final. Se fue el partido con el pitazo de Larrionda y con el 0-0 estampado. El miércoles, en Belo Horizonte, se jugará la revancha. Allí se consagrará a un campeón. Un gol le alcanza a cualquiera (en la final no cuenta la regla del gol de visitante), será muy difícil para Estudiantes, que en la fase de grupos cayó por 3-0. Una final es diferente, y el Pincha se tiene "fe", como pregona Verón, su símbolo, para lograr una nueva hazaña. (Clarín)

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