Honores para los exiliados que llegaron a Veracruz a bordo del Sinaia
Setenta años después, el aragonés Antonio Penella Aineto recuerda como si fuera ayer su llegada con doce años y unos zapatos viejos al puerto mexicano de Veracruz, junto a otros 1.681 refugiados españoles. "El día que llegamos decretaron libre para escuelas y trabajadores, todo el pueblo salió a recibirnos con un calor humano inolvidable", dijo hoy a Efe el anciano en la conmemoración de la llegada a México del barco francés Sinaia, que traía exiliados de la Guerra Civil Española (1936-1939). El festejo forma parte de la semana cultural España-México, compuesta por una serie de conferencias y exposiciones, iniciada el 9 y que finaliza hoy. En la ceremonia de este sábado, los 53 pasajeros del Sinaia que aún viven fueron declarados huéspedes distinguidos del estado de Veracruz y la ciudad del mismo nombre, cuyo cabildo es el primer ayuntamiento fundado en América. Bajo la mirada de Cuahutémoc Cárdenas, hijo del presidente mexicano que acogió a los refugiados, Lazaro Cárdenas (1934-40), y del embajador español en México, Carmelo Angulo, el actor asturiano Germán Robles -emigrado a México en 1946- leyó en el acto un poema de Pedro Garfias, uno de los viajeros del Sinaia. Angulo agradeció al fallecido presidente Cárdenas, al puerto de Veracruz y sobre todo, "al pueblo mexicano por la hospitalidad que brindaron a los españoles". Uno de los ideales que los exiliados perseguían era la democracia, "que ahora comparten con México", dijo el diplomático. "Veníamos de un país desgarrado, dividido, ensombrecido por la guerra, por la muerte y el hambre", recuerda triste Penella. Cuando se rompió el frente de Aragón, salió de su pueblo de Huesca con su madre y dos hermanos; se refugiaron cerca de un año en un poblado de la frontera catalana con los pirineos y consiguieron pasar a Francia. Gracias a las gestiones de su tío Mariano lograron ser embarcados en el Sinaia su bisabuela, abuela, madre (Clara Aineto, remarca) y dos hermanos. Los 22 días de travesía marítima les sirvieron para recuperarse de las penurias pasadas. "Con hambre ya no (llegamos) tanto (...), eran puras papas, puras papas, pero bien hechas y buenas", afirma bienhumorado. El temor lo traía atravesado porque no sabía casi nada de México, era algo completamente desconocido, aunque el recibimiento lo reconfortó: "Fue verdaderamente emotivo e inolvidable, nos regalaban de todo, nos aplaudían, nos acogían, nos saludaban". Ese día llegaron en el barco los novelistas Manuel Andújar y Benjamín Jarnés, los poetas Pedro Garfias y Tomas Segovia y los filósofos Ramón Xirau, José Gaos y Eduardo Nicol, rostros ilustres del exilio español en México. Igualmente entran en esa categoría más pasajeros, como los periodistas Antonio Zozaya y Juan Rejano, los historiadores Ramón Iglesias y Adolfo Sánchez Vázquez y hasta la Agrupación Musical Española del Maestro Oropesa. Lo primero que Penella comió en México fueron las tortillas (tortas) de maíz. "Una mesera (camarera) de una fonda le dijo a mi hermano que si no queríamos tortilla y él dijo 'sí, claro que sí', pero cuando la muchacha le trajo el tenatito (cesta) con tortillas de maíz, le dijimos que queríamos patatas y huevo", detalla. Los exiliados fueron llevados a la llamada Casa del Campesino, donde se refugiaban los hombres del campo de visita en la gran ciudad y de ahí los distribuyeron por el país. "A nosotros nos destinaron en Guadalajara (occidente), porque mi tío puso que era campesino, nos mandaron con otros cuatro o cinco a una especie de ranchito y ahí empezamos a trabajar", dice. Sólo duraron dos años allí, pues las plagas acabaron con la cosecha y los animales de la granja. "Regresamos a Ciudad de México y empezamos otra etapa", apunta. Siguió con sus estudios de contador público y logró abrirse camino. Cuando estudiaba literatura conoció a Bertha, con quien acaba de cumplir 55 años de casados. Hoy tiene seis hijos y trece nietos, "todos gente de trabajo y de provecho". "México fue nuestro hogar desde el primer día, ellos nos adoptaron a nosotros y nosotros los adoptamos a ellos, y he procurador trabajar y engrandecer a México", concluye.
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