Los marines estadounidenses entrenan artes marciales para matar al adversario
Usa movimientos de judo, kárate y jujitsu, pero el objetivo del programa de artes marciales de los Marines de Estados Unidos no es la defensa personal o el ejercicio físico, sino la muerte del adversario. Se trata del único arte marcial en el que los luchadores cargan entre 37 y 45 kilogramos, el peso del equipo de combate, que aun así les permite quitar la pistola a alguien que les apunta y esquivar un ataque con bayoneta. El programa "está muy simplificado, es muy eficaz. Los movimientos han sido condensados de forma que puedan realizarse mientras se lleva un montón de material", dijo el sargento Joshua Ott, de 24 años, uno de los instructores. Una tarde de junio en un área de entrenamiento bajo un toldo en la base militar estadounidense de Quantico, donde se esculpen todos los oficiales de los Marines, el sargento Michael Jones intentó arrebatarle a Ott su inseparable fusil M-16. Ott le repelió con una tremenda patada en el pecho y, en la segunda intentona de Jones, con una zancadilla que le derribó. "Escucha mi voz -le gritó Ott, mientras le apuntaba con el rifle de asalto- Mira para el otro lado. Pon las manos en la espalda". Los Marines son el único cuerpo militar estadounidense que ofrece entrenamiento de artes marciales a todos sus efectivos, actualmente 202.000. Es un programa sin competiciones ni torneos porque, aunque usa los movimientos de otras especialidades, su propósito es muy diferente. "No es un deporte. El objetivo es matar", dijo el teniente coronel Joseph Shusko, director del Programa de Artes Marciales del Cuerpo de Marines (MCMAP, en sus siglas en inglés), como se le conoce formalmente y que los soldados llaman "micmap". Otro de sus apodos es "semper fu", un juego de palabras entre el lema de los infantes de Marina "semper fi" (de "semper fidelis", que significa siempre fiel) y "kung fu". Su "dogi" no es un uniforme blanco, sino de camuflaje, y su "dojo" es "cualquier sitio" donde haya que combatir, dijo Shusko. En realidad, los marines se entrenan ahora en un "dojo" hecho con trozos de caucho, para amortiguar las caídas y reducir las lesiones, frecuentes cuando echó a andar el programa. Sus armas son el cuchillo/bayoneta que lleva cada marine, cuyo mango no se escurre ni siquiera si está empapado de agua o de sangre, el leal M-16 y cualquier "arma de oportunidad", es decir, hasta una piedra o un hierro que esté a mano en el campo de batalla. MCMAP nació en 1999 por iniciativa del ex general James Jones, entonces comandante de los Marines y ahora consejero de Seguridad Nacional del presidente de Estados Unidos, Barack Obama. El programa consolida la tradición de combate cuerpo a cuerpo de los marines con bayoneta y espada desde su creación en el siglo XVIII, con otros tipos de entrenamiento usados desde entonces en un sistema formal y codificado. Consta de 180 técnicas que los marines aprenden a hacer casi con los ojos cerrados, con la meta de que, incluso heridos o en un momento de pánico, sus músculos se muevan por instinto. "Nosotros tomamos todos los elementos que podemos de otras artes marciales y los adaptamos para que sirvan a las necesidades del Cuerpo de Marines", dijo el sargento Steven Richardson, de 24 años, otro de los instructores. Esas necesidades han evolucionado con el tiempo y, aunque todavía está orientado al combate, el programa también incluye movimientos que no necesariamente llevan a la muerte del contrincante, como técnicas para el control de multitudes y para su uso en misiones como cascos azules de la ONU. "A los marines les encanta el programa, les encanta luchar y hacer su trabajo", dijo el sargento Shurron Thomson, un hombre de 23 años del tamaño de un armario que practica artes marciales desde que tenía cuatro. El entrenamiento físico se complementa con un estudio de cultura marcial, incluida la de los espartanos, los apaches y los zulúes, y unas sesiones sobre ciudadanía, honor y responsabilidad para garantizar que esas "armas humanas" no se tuerzan. "Les enseñamos cómo matar, pero queremos que usen la fuerza de forma responsable", dijo Shusko.
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