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CAUSA ABIERTA

¿Es un pene una cuestión de Estado?

¿Es un pene una cuestión de Estado?

Viendo la historia del harén de Berlusconi dan ganas de salir corriendo hacia el más allá en busca de Fellini para pedirle, de rodillas, que vuelva y haga algo. Como no es probable que lo logremos, habremos de apañarnos con nuestro ingenio y tratar de ordenar las piezas de este puzle de imágenes pixeladas. Tenemos, sin ánimo de ser exhaustivos, los siguientes elementos: Una historia previa de la esposa despechada de Il Cavaliere harta de sus andanzas sexuales con jovencitas; el presunto uso de medios públicos para la diversión privada; y la larga lista de payasadas, salidas de tono y abusos del primer ministro de la República —que son más o menos de dominio público, casi tanto como sus arreglos estéticos—. Pero la publicación de las fotos tomadas por Antonello Zappadu en Villa Certosa (Cerdeña) —censuradas en Italia tras una denuncia de Berlusconi ha puesto la guinda en el pastel y ha demostrado que un pito puede ser una cuestión de estado. El País, que ha enseñado en exclusiva el material , asegura que fue el autor del reportaje gráfico quien pixeló todos los rostros, salvo el del primer ministro, como muestra de que se trata de un trabajo de reportero y no de una intromisión ilegítima. El objetivo sería demostrar el uso de aviones oficiales para el transporte de amigas, artistas y azafatas de televisión. Los medios italianos se han hecho eco de la publicación en el extranjero de lo que a ellos les está vetado —aunque Zappadu intentó vender, sin éxito, las fotos en su país—, algo que no deja de ser paradójico en un estado democrático. Pero, como en el famoso pasatiempo de los periódicos, comparando las imágenes observamos una diferencia notable: nos falta —o nos sobra— un pene en todo su esplendor.

Los píxeles de la polémica

El diario español no incluye esa imagen en las fotos de las portadas de la edición impresa ni de la edición digital —sin duda considerando que es demasiado explícita—, aunque lo hacen en el interior. Los diarios italianos La Repubblica y El Corriere della Sera se toman la molestia de pixelar el miembro que tan orgulloso luce en la foto de El País. Esto da que pensar. Si Zappadu entregó las fotos pixeladas ocultando los rostros, ¿por qué se dejó el pito?, ¿fue su pequeña venganza? Si los medios italianos lo ocultan, ¿es sólo por no mostrarlo en erección? Este asunto abre un sinfín de dudas, ya que no sabemos si lo que estamos viendo es una chorra presidencial. Si desde el punto de vista de la protección de la identidad pesa más la cara o el chisme, ¿qué hacer? Sólo el autor de las imágenes —además de quienes se encontraran en el sarao— conoce la identidad del propietario del falo. Imaginemos por un momento que se trata de Berlusconi y tenemos esa imagen sobre la mesa de edición. Tenemos que elegir. Si pixelamos su cara damos a entender que se trata de otra persona, aunque eso no queda del todo aclarado puesto que, precisamente, el reportaje trata de sus aventuras sexuales con cargo el erario público. Si pixelamos su miembro ya no habría duda de que es él, pero abriríamos un nuevo frente al mostrar que tenemos fotos de él en pelotas. Y si tomamos nuestro puñado de píxeles y, como han hecho los medios italiano, los repartimos por la cara y el pubis damos a entender que el aparato reproductor que nuestros lectores han podido ver en el diario español es el de nuestro presidente, pero que a nosotros nos da cosa ponerlo. ¿O no? Una difícil elección. ( Por Txema Rodríguez de Soitu.es)

 

 

 

 

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