El Salvador: en un país históricamente gobernado por ricos y militares asume mañana el izquierdista Mauricio Funes
El periodista de izquierda Mauricio Funes se convertirá el lunes en el 122º presidente de El Salvador, un país históricamente gobernado por miembros de acaudaladas familias conservadoras y militares. Con 49 años, Funes será investido el lunes junto al vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, el único miembro de la antigua comandancia general guerrillera que permanece en el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda). A la ceremonia acudirán la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton; los príncipes de Asturias , Felipe de Borbón y su esposa, Letizia -los primeros en llegar el sábado a San Salvador-; los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva; Ecuador, Rafael Correa; Bolivia, Evo Morales; Colombia, Álvaro Uribe; Chile, Michelle Bachelet y todos los centroamericanos. En total, acudirán a San Salvador, que se ha blindado para esta jornada histórica, 17 mandatarios, entre los que se cuentan también el taiwanés, Ma Ying-jeou, y 72 delegaciones de todo el mundo. Acompañado de un gabinete de profesionales -la mayoría no pertenecen al FMLN que lo llevó el 15 de marzo a la presidencia- y algunos ex comandantes rebeldes, Funes ha suscitado enormes expectativas no sólo entre los pobres del país, el 36,8% de la población, sino entre los empresarios y el mundo, que mira expectante si seguirá el modelo de Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil o el de Hugo Chávez en Venezuela. El futuro presidente ha dejado clara su admiración por los logros de Lula en Brasil, de donde procede su actual esposa, Wanda Pignato, pero su reciente viaje a Venezuela ha despertado las suspicacias de muchos analistas, tanto dentro como fuera de El Salvador, que con los gobiernos de derecha fue uno de los principales aliados de Estados Unidos en la región. El analista Rafael Castellanos advirtió de que los salvadoreños no desean el llamado socialismo del siglo XXI ni la "intromisión" del presidente venezolano y sus petrodólares "para dictar políticas en el país". "El Frente necesita generar confianza en los privados para que inviertan, sin ellos no salimos adelante", advirtió. Desde el lunes, Funes tendrá que lidiar con la crisis económica en un país donde la derecha neoliberal no ha sabido resolver en los veinte años que lo ha gobernado la fuerte brecha social, y sobre todo una delincuencia galopante originada en particular por el fenómeno de las maras o pandillas, que deja un promedio de doce homicidios diarios. También tendrá que administrar y ayudar a restañar las heridas que dejó una guerra civil de doce años (1980-1992) en la que el FMLN, antes de transformarse en partido político, empuñó las armas. Con este cambio de gobierno se inicia "un momento diferente, en el que cada quien tendrá que reinventar sus autopercepciones y por ende sus estrategias", dijo David Escobar Galindo, analista y negociador gubernamental de los acuerdos. El acto de alternancia en el poder el próximo lunes, según Escobar Galindo, tiene los visos de ser "espectacular" y advirtió de que "ya se ve que el colorido durará unos instantes, porque el mismo día primero (1 de junio), y ya no se diga el día 2, todas las antenas estarán orientadas hacia lo que hay que hacer". "Tanto el FMLN como Arena tendrán que pasar, de entrada, el primer examen probatorio: el de la sensatez. La realidad no está dispuesta a darles ningún tipo de prórroga", subrayó el analista.
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