Fernando Lugo y el Vaticano o entre la pederastia y el desamparo
Al parecer el pederasta confeso Fernando Lugo no escuchó las advertencias papales: La pedofilia es incompatible con el ministerio sacerdotal. Simpatizantes y no simpatizantes de la cúpula de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana no pudimos ser indiferentes al conocer las llamativas declaraciones del Papa Benedicto XVI, a bordo del avión que lo condujo a Washington, en el marco de su primera visita oficial a los EEUU. En efecto, el máximo jerarca de la Santa Sede, refiriéndose a la larga lista escándalos que han involucrado a sacerdotes católicos en delitos de "pedofilia" (abuso sexual infantil) acaecidos en ese nación, afirmó:
"Casos como esos no ocurrirán más. La pedofilia es incompatible con el ministerio sacerdotal. Siento profunda vergüenza por ello". Poco después de su llegada al aeropuerto –donde fue recibido personalmente por el "bendito" Presidente que bombardea otras naciones, Mr. George W. Bush- la papal manifestación de "mea culpa" por la pedofilia sacerdotal, ya difundida ampliamente en agencias internacionales, fue seguida por un gesto pontificio nuevo, vale decir, una reunión privada entre el Sr. Joseph Alois Ratzinger (nombre original del Papa) y un pequeño grupo de estadounidenses abusados sexualmente en la infancia por sacerdotes católicos.
Pero hasta allí se nos permitió llegar con nuestras expectativas de televidentes entusiastas, no hubo mayor novedad en este viaje del Obispo de Roma, a no ser por discursos oficiales escuetos, abstractos y genéricos sobre el rol de la Iglesia, cuyo contenido no brindó respuesta efectiva ni proveyó sosiego a las inmensas adversidades que hoy en día devastan a la humanidad. Sobre todo ese hermano pueblo norteamericano, cuya vida, lengua y cultura tuve la fortuna personal de conocer desde niño -querido pueblo obrero que no tiene culpa de los crímenes de su gobierno burgués- fue desentendido por el Papa, quien mantuvo un rotundo e hiriente silencio frente a las invasiones contra Irak y Afganistán, el racismo, la criminalidad infantil, el consumismo, la descomposición familiar y la crisis de valores éticos, la propagación de enfermedades de transmisión sexual, las crecientes desigualdades sociales, entre otras plagas "gringas". Especialmente insatisfecha y desamparada ha quedado la gran masa de feligreses que depositan su fe en esa poderosa institución política, ancestral y universal, llamada: "Vaticano", al observar que esta visita culmina sin emprender correctivos contundentes en defensa de los niños, niñas y adolescentes frente a la desatada degeneración sexual que se ha extendido en un importante porcentaje de sacerdotes alrededor del mundo, que practican la pedofilia en condiciones de absoluta impunidad y encubrimiento institucional.
Trátase pues de una oleada de la criminalidad más aborrecible al interior de la curia romana, en la cual, una parte de sus representantes, valiéndose de la confianza (circunstancia penal agravante) que en ellos han puesto, los padres, madres y familias cristianas, despliegan conductas criminosas que destrozan irremediablemente la integridad de la infancia. Urge resaltar que en el año 2002, se hizo público que tan solo en Estados Unidos, entre 4.000 y 5.000 sacerdotes abusaron sexualmente de unos 14.000 niños y adolescentes durante cuatro décadas, así lo refleja el informe "John Jay", avalado por la propia Conferencia de Obispos de EEUU y desarrollado por el Colegio de Justicia Criminal Norteamericano que lleva su nombre. El mismo deja constancia de acusaciones contra al menos 4.392 sacerdotes estadounidenses, lo que representa históricamente un índice del 4% del clero de ese país. La pederastia más que un pecado, es un delito y tiene que ser castigada. Ciertamente, entre tanta tragedia que estremece al mundo, me incluyo entre los hombres y mujeres de buena voluntad que esperábamos un mínimo de sensatez y sensibilidad humana de parte del Sumo Pontífice, cuyo mensaje nos ha hundido en la decepción y nos deja entre la pederastia y el desamparo. (Cleveland Indy Media Center)
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