Los curas argentinos, "condenados a muerte", enfrentan a los narcotraficantes en las villas miserias
Al Padre "Pepe" se le sumó el Padre "Pablo". Ambos sacerdotes cumplen su misión de fe en parroquias de barrios pobres de la ciudad de Buenos Aires y ambos fueron amenazados de muerte por grupos de narcotrafricantes. Es que los dos curas no sólo dan misa y rezan, sino que salen a los senderos de las villas miserias a rescatar niños y jóvenes atrapados por las drogas. A ninguno le importa un comino las intimidaciones y siguen luchando. El Padre "Pablo" le dijo a la televisión argentina que seguirá saliendo a las calles como siempre, que el Estado tiene que darle duro a los narcos que destruyen la vida de los niños y que todos debemos comprometernos. "Nos quieren meter el miedo que inmoviliza y entonces es cuando más tenemos que salir a pelear con las armas de la fe y de la ley", dijo el sacerdote. Por su ladro, como dice "El Periódico", el Padre "Pepe" es uno de los párrocos que lucha, desde el interior de las villas de emergencia porteñas, contra el flagelo de las drogas, que de a poco se está llevando una generación entera. Junto a otros sacerdotes vive en Villa 21, ubicada detrás del estadio de Huracán, entre los barrios de Pompeya y Barracas. Según estimaciones, cerca de 45 mil personas se asientan allí, en su mayoría paraguayos, bolivianos y migrantes de las provincias del norte del país. "Es la villa que tiene más terreno, la más grande, es muchísima la gente que hay", sostuvo, en diálogo con Marcelo Longobardi, por Radio 10. "Somos un equipo de curas que trabajamos acá y vivimos acá. Nos levantamos y atendemos la necesidad de la gente, la capilla, los comedores, la escuelita de oficios que tenemos… Es estar en contacto diario con la gente, que se acerca con su drama. Todo el día se nos va en eso", relató. Con respecto a sus habitantes, el Padre "Pepe" los describió como personas "con una visión positiva de las cosas", y muy trabajadora. "Esa es la cara más común, la mayoría", contó. Por otra parte, reiteró su preocupación por la difusión, casi total, del paco en los asentamientos. "Contemplamos el suicidio lento que los chicos pueden ir realizando en los barrios (…) Aunque es verdad que la droga está en todos lados, nosotros hacemos lo que nos compete: defender a la gente de nuestro barrio", afirmó. "Eso nos puso juntos a los curas de las villas en una clave: esto es una realidad, una realidad en la que estamos cada vez peor", agregó, para luego pedir a la comunidad que los ayude en su cruzada. "Qué importante es que la sociedad, en forma adulta, responda, tratando de organizarse mejor", opinó. En ese sentido, propuso la realización -tal y como ellos lo hacen en los asentamientos- de actividades de información y prevención en chicos de entre 12 y 14 años, sobre todo en escuelas y clubes. "Es un trabajo que involucra a todos", finalizó el párroco.
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