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CAUSA ABIERTA

Jorge Lanata vuelve a la televisión en Argentina

Jorge Lanata vuelve a la televisión en Argentina

El 25 de mayo de 2003, Néstor Carlos Kirchner asumió como presidente de la Nación Argentina y en diciembre de ese mismo año, Jorge Lanata fue destituido (en tanto "privar a alguien de algo") de su lugar en la tevé nacional: al día siguiente (repetimos, por si alguien pasó el dato por alto: al-día-siguiente) de una reunión con el presidente K y Alberto Fernández, en la que al periodista le repitieron cual mantra la frase "con vosh eshtá todo bien", el canal América levantó el clásico Día D, y Lanata no volvió a apagar un solo cigarrillo en un estudio de tevé. Hasta ahora. El martes a las 21.30 vuelve a la tevé, a Canal 26, con DDT (o Después de todo), un programa de media hora desde el que procurará competir en rating pero sobre todo en mirada sobre la realidad con los inauditos noticieros patrios, aprovechando la relativamente nueva disposición de la grilla de las señales de cable: "Según la distribución del cable de los últimos años, ahora los canales de noticias están al lado de los de tevé abierta. Se acabó eso de que estás en el canal 635. Los tenés al lado. Y lo que quiero es tratar el cable como si fuera tevé abierta".

"Es en vivo y es todos los días. Es la máquina de picar carne". Ésa es, para el periodista, la lógica de la tevé abierta. Un programa semanal es una anomalía. Uno grabado, ni hablemos. Vivo y diario, de eso se trata y a eso apunta DDT: "Porque la gente se acostumbra, te ve siempre y se pregunta: ‘Qué pensará este boludo de tal cosa’. Trasladar esa lógica al cable, eso quiero. Estar en un segmento del prime time en el que en parte competís con los noticieros. La gente está embolada viendo Telenoche y dice: ‘A ver a quién llevó hoy Lanata’. Y va y pone. Es eso. Quiero ganar ese zapping. El 26 es un canal que tiene alrededor de 2 puntos de promedio. O sea que ya de por sí mide más que Canal 7. Lo que quisiera hacer es de acá a fin de año llevarlo a 6, 7 puntos. Si hacemos eso está perfecto".

En un jueves no tan santo, en parte porque las "listas testimoniales" del kirchnerismo (tema de tapa de los diarios del día) son un disparate, una estafa de la que hasta Luis Barrionuevo parece darse cuenta, y en parte porque Lanata está chequeando en su computadora versiones de la apertura del programa y de la gráfica que "vestirá" la pantalla, el periodista vuelve a ponerle todas las fichas el formato del programa. De haber estado al aire, anoche lo hubiese repartido entre el engendro electoral K (Scioli) y el murito del señor Posse: un tema en el editorial, el otro en la entrevista. Porque por ahí irá el formato de DDT: "En la media hora del programa habrá un editorial sobre el tema del día y un entrevistado. El editorial puede o no estar vinculado con el entrevistado. Y el día que no haya invitado, tendremos una investigación del día, presentada por periodistas de Crítica de la Argentina. Estamos laburando sobre los hoteles de Kirchner en El Calafate, las declaraciones juradas de los políticos y el mapa de Puerto Madero, por nombrar algunos temas".

Lanata se mete en cada detalle: el logo (naturalmente, el nombre también, que tenía registrado desde tiempo atrás para un programa de entrevistas nocturno, y que ahora, políticos narigones y dengue mediante, cobra sorpresiva actualidad), la apertura, la escenografía y la defensa radical de una idea, de un formato que se convierta en la columna vertebral del ciclo. "Hace seis años tengo todos los días en la calle la presión del ‘¿cuándo volvés, cuándo volvés?’ Pero no me había propuesto volver seriamente hasta ahora. Y creo que me di manija a partir del formato, de la confianza en la idea. Hagamos media hora, hagamos que todo el tiempo sea al palo y hagámoslo diario. ¿Dónde se puede hacer eso? ¿Acá? OK. Llegué más por ahí que por otro lado. No va a ser sólo político DDT. Voy a entrevistar a Charly García en algún momento. Voy a entrevistar a Tinelli en algún momento. No voy a hacer lo de Majul de hacer notas de espectáculos todo el tiempo, pero va a haber cada tanto algunos tipos, algunos referentes sociales y culturales. Y de golpe también va a haber gente desconocida que tenga que ver con la noticia del día."

–Anoche hubieses podido preguntarle a algún vecino de Villa Jardín por qué no va a laburar en lugar de andar rompiéndole el muro a Posse…

–Claro, un vecino de Villa Jardín puede ser perfectamente el invitado del día y puede estar en el piso al día siguiente de Aníbal Fernández, por ejemplo, con la misma importancia y el mismo tiempo. Pensá que de reportaje va a haber 16 minutos. Va a haber un único corte después del editorial. En la investigación va a haber apoyo de material escenográfico y de tapes, pero en los reportajes no; el reportaje es crudo, pregunta y respuesta, el tipo y yo, nada más.

–¿Cómo te llevás con los noticieros? Más precisamente con la agenda que arman los noticieros de la tevé abierta…

–Me parece que se han desvirtuado mucho. Hubo un corrimiento de agenda importante en los noticieros, al menos del kirchnerismo para acá. El mejor ejemplo de eso es Telefe: por miedo al Gobierno no tuvo noticiero hasta hace pocos años, para no pelearse. Y en general, para mí, tienen demasiados chistes privados, demasiado código, demasiada información general y muy poca información política propia. Lo que pasó cuando desaparecieron los programas políticos de la tele, es que ese espacio, que de todas maneras existe, fue cubierto por lo policial. Entonces se llenó de policiales y se desvirtuó la importancia del policial. Que asalten a una señora en un kiosco acá a la vuelta no es una noticia, tenemos que entender eso. Ahora, asaltan a una persona acá a la vuelta y hay cuatro móviles. Y abren hablando de eso, con la señora llorando. Todo bien, yo lo lamento por la señora, por el kiosquero… Ahora, eso no es una noticia, dejémonos de joder.

–En el tema puntual de policiales e inseguridad, además, se oscila entre cubrir cualquier cosa, por insignificante que sea, y negar el asunto culpando a los medios.

–Se arma una ficción. No estoy diciendo que no hay inseguridad. Claro que hay inseguridad. Yo también ando paranoico por la calle. Y me han asaltado. Ahora, hay cosas que son noticia y cosas que no son noticia. Como hay que llenar de todas maneras, se fuerzan determinadas notas. Y la otra cosa que pasó con los noticieros es que, a partir de lo que fue en su momento Día D, se empezó a poner de moda la nota de investigación. Y creo que a esta altura eso también se disparó para cualquier lado. Hay un exceso de cámara oculta. Yo no estoy de acuerdo con la cámara oculta y creo recordar que la usamos una sola vez en todos los programas que hicimos. Somos periodistas, no somos espías. Mi laburo es otro, no es hacerme pasar por alguien. Los canales, queriendo competir en el terreno de la investigación, al no tener independencia, compiten con chapa pero no con contenidos. Telenoche nunca encuentra ministros, siempre encuentra subcomisarios. Y yo salgo a buscar y encuentro ministros. ¿Cómo puede ser? Buscamos por barrios distintos. Evidentemente los tipos quieren explotar eso como un argumento de marketing, pero no se bancan hacerlo en serio. Lo hacen hasta ahí. Hay notas que, no sé, no digo que estén mal, pero veía el otro día el anuncio grandilocuente de "la mafia de los que venden boletos truchos en las combis". ¿Por qué no te tirás a la mafia del dólar paralelo en la City? Si vamos a hablar de evasión, no hablemos del evasor del Once, hablemos de evasión. Hay temas de los que habla la gente y temas de los que hablan los medios. A veces coinciden y a veces no. Y yo en general lo que veo es que los medios construimos una realidad que no necesariamente coincide con los temas de la gente. Entonces pienso en tratar de acercarme a eso, a los temas de los que habla la gente, y hacerlo con un lenguaje llano, que se entienda lo que estamos diciendo. No tonto, sino llano, que es distinto.

–¿Es un buen momento para volver a la tele? ¿Hubieses preferido otro?

–Nunca los momentos son ideales. Siempre está todo en contra. Uno se pasa la vida buscando ese momento ideal que nunca llega. Me parece que los momentos, entonces, hay que forzarlos, hay que inventarlos. Lo importante es que tengas algo para hacer y algo para decir. Si es así, después la gente lo va a ver; si no, no. La tele es un medio que a mí me resulta atractivo, en el que tuve mucha suerte y en el que me fue bien, y cuando me sacaron del aire quedó medio interrumpido lo que veníamos haciendo. Me parece que es un lugar en el que hay cosas para seguir buscando. Ahora es esto diario, a lo mejor en un par de años es otra cosa. No sé, documentales, qué se yo. Pero me parece que es un lugar en el que todavía me falta encontrar cosas.

LA EXPERIENCIA (Y LAS CRÍTICAS) DE LA ROTATIVA DEL MAIPO. Jorge Lanata es capaz de generar noticias por dos costados bien diferentes. Por un lado, está su labor de periodista, y las noticias que de allí se desprenden tienen como protagonistas, por lo general, a políticos nacionales de primera línea. Por otro, está también su labor de periodista, que según la forma que tome generará en el gremio reacciones diversas.

Lanata es noticia cuando hace un documental, cuando se tira un piletazo en el teatro de revista o cuando cesa en la dirección de este diario. De todas las facturas que le pasan en ambos frentes, más que las que pueden llegarle firmadas por un presidente o un ministro, le llaman la atención lo falsas y virulentas que pueden ser las enviadas por los cronistas (digamos) del espectáculo. "Sabina decía: uno se pasa la vida grabando y escribiendo y cantando, y un día tiene éxito, y dejan de hablar de los discos y empiezan a hablar de cómo se peina, qué pantalón se puso, esas boludeces. Lo que terminó pasando con La rotativa del Maipo fue eso: la gente que no había ido a ver la obra hablaba de la obra, criticaban cosas que no sabían si pasaban o no. Fue una cosa muy rara. Yo veía que un ridículo por la TV anunciaba que la obra estaba a punto de levantarse, y al mismo tiempo me entraba un mail de Lino Patalano (el productor) pidiéndome que me quede unas semanas más haciéndola. Yo estuve cómodo en La rotativa, no me arrepiento. Para nada. Estuvo bien, estuvo divertido, aprendí un montón de cosas. Pero, aparte, si a esta altura, después de treinta años de laburo, no puedo hacer lo que tengo ganas, me tengo que matar." (Crítica)

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