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CAUSA ABIERTA

La mujer que "puso en vereda" a Diego Maradona

La mujer que "puso en vereda" a Diego Maradona

Como una versión moderna de la "Cenicienta", fue rescatada de su destino para vivir una vida mejor. Llena de confort y lujo. Lejos de las calles polvorientas de Fiorito que la vieron crecer. Conoció la India, Europa y también esas playas tropicales que sólo se ven en los afiches de las agencias de viaje. ¿El precio por pisar el paraíso? Estar al lado de la persona más famosa de la Tierra y dejar el nombre Verónica Carolina Ojeda de lado para ser simplemente la novia de Diego. La única mujer oficial del astro luego de la separación de Claudia Villafañe. La que enfrentó las suspicacias sobre sus verdaderas intenciones, al tiempo que su nueva familia política no le hacía las cosas más fáciles. Sin embargo, ya pasaron más de tres años desde que Verónica usufructúa las mieles de lo que supo ser el cetro de Claudia Villafañe. La eterna esposa abnegada. La que hizo de madre y padre a la vez mientras su marido despilfarraba dinero y salud. Pero un día se cansó y el portazo sonó fuerte. El ídolo imploró en vano. Tuvo que acostumbrarse un tiempo a su soltería hasta que llegó el momento de Verónica. Hoy, la mujer detrás del gran hombre. La que estuvo a su lado cuando la salud de Maradona era un tema de Estado y la que también está ahora, mientras el flamante técnico de la Selección nacional acumula elogios por su resurrección. Algo que no logró solo. Nueva familia. En sus esporádicas apariciones públicas junto a su pareja, Verónica siempre prefirió abusar del bajo perfil. Mirada al piso, ahorro excesivo de gestos y un silenzio stampa que, sumado a su cabellera oxigenada, hace imposible no caer en comparaciones con su antecesora.
Sin embargo, en la intimidad aflora una personalidad muy distinta de la expuesta frente a cámaras y micrófonos: "Es una mujer de mucho carácter y fuerza. Que se bancó cada una de las internaciones de Diego con temple y firmeza. Por ejemplo, cuando él estuvo en el Sanatorio Güemes la familia le tenía que llevar ropa a ella para que se cambie porque se bañaba y dormía en el sanatorio. No quería dejarlo solo en ningún momento", confía un allegado a la pareja, quien también oficia de testigo privilegiado del nuevo rumbo tomado por "el Diez": "Diego se la pasa en la casa. Por primera vez puede disfrutar de las cosas sencillas como mirar televisión o ayudar a preparar la cena. Él está viviendo un clima de familia normal que no conocía", sentencia la fuente, dejando en claro el enfrentamiento entre la nueva y la vieja prole. "Diego se lleva muy bien con Rufina y Carlos, los padres de ella, y también con su cuñado Fernando. Ellos van muy seguido a visitarlos a Ezeiza y Verónica algunas veces también vuelve a Fiorito", revela la fuente.
Sin embargo, la relación de Verónica con sus suegros no transita los mismos carriles. No es bienvenida en la casa que tienen en el barrio porteño de Villa Devoto, una resistencia que obligó, entre otras cosas, a que Diego desista de ir con ella a festejar su último cumpleaños en el domicilio de la calle Cantilo. Con las hijas de "el Diez" la suerte es dispar. Mientras que Dalma jamás bendijo la nueva relación de su padre y siempre se esforzó por esquivar el tema en público, con la menor y actual madre del único nieto de Maradona, Giannina, coincidieron en varias ocasiones, siendo los saludos entre ambas, cuanto menos, muy diplomáticos.
"Verónica tiene muy buena relación con Giannina, pero no acompañó a Diego a España porque no quiso complicar aún más las cosas con el resto de la familia", confirma un amigo del ídolo. "Quiero que estes bien". La nueva etapa amorosa de Diego trae, además de nuevos protagonistas, cambios constantes en sus usos y costumbres. Hasta en los más impensados: "Los dos son muy futboleros, se la pasan mirando partidos. Lo está convenciendo poco a poco a que se haga hincha de Lanús como ella", revela una amiga, quien también señala otra de sus virtudes: "Ella es muy buena cocinera y siempre lo atiende como a un rey. Y eso a él le encanta", confiesa.
Pero la nueva simpatía de Diego y su debilidad por la mano de su mujer no son los únicos efectos de la nueva administración Ojeda. Al DT de la Selección nacional jamás le gustaron los perros. Pero las insistencias de Verónica fueron lo suficientemente eficaces para convencerlo de adoptar a "Bella", una cachorra juguetona que hoy desvive al dueño de casa. "Él mismo fue a un criadero a comprarla sin decir nada para darle la sorpresa a ella", confiesa un colaborador del técnico.
"Mi meta es lograr que estés bien. Y no voy a parar hasta conseguirlo. Para eso voy a apoyarte en todo lo que decidas hacer", fue el claro mensaje de Verónica al iniciar la convivencia. Algo que Maradona siempre agradeció y supo retribuir, incluso de manera material (a la semana de estar de novios le regaló un Rolex y luego en la fiesta de reyes un Citroën C3 cero kilómetro). Ese pacto tácito explica no sólo la mejora en la conducta de "el Diez", sino también cierta permisividad para ausentarse del hogar. Primero cuando salía de gira con "Showbol", esa especie de espectáculo itinerante que lo mantuvo a flote un tiempo, y ahora con su nuevo trabajo de entrenador, el mismo que lo lleva a recorrer el mundo para avistar jugadores.
"Hay viajes que ella prefiere no hacer porque siente que no va a poder integrarse. En esos casos prefiere esperarlo y atenderlo en casa. Sabe que Diego necesita contención y que la única capaz de dársela es ella", confía un íntimo, quien antes de despedirse entrega una reflexión algo ambiciosa: "Diego encontró en Verónica la familia que estaba necesitando". (El Argentino)

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