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CAUSA ABIERTA

La novia del asesino de Marta en Sevilla dice que le confesó el crimen esa misma noche

La novia del asesino de Marta en Sevilla dice que le confesó el crimen esa misma noche
La investigación sobre la muerte y desaparición de Marta del Castillo no deja de arrojar nuevos datos que dejan en entredicho muchas de las versiones hasta ahora dadas por buenas. Ha ocurrido, por ejemplo, con la posible ocultación de información por parte de la novia de 14 años de Miguel C.D.
La joven, después de haber originado una importante polémica en su recorrido, junto a su madre, por varias televisiones en el que negó que supiera nada del crimen, pero en el que desveló de paso escabrosos detalles de su relación con el asesino confeso, asegura ahora que tuvo noticias del asesinato la misma noche en que ocurrió. A ello se suman las evidencias científicas que se siguen incorporando a las actuaciones. En este sentido, la Policía ha encontrado ADN de «el Cuco», el menor de edad detenido, mezclado con sangre de Marta en el dormitorio donde fue golpeada. Por último, se añade la confirmación plena de que el coche de la madre de «el Cuco» fue utilizado para trasladar el cadáver de la joven.
Nueva hipótesis
Así las cosas, se abre una nueva hipótesis sobre las horas en las que los implicados en la desaparición del cuerpo de Marta llevaron a cabo el traslado y presuntamente lo arrojaron al río, donde aún se sigue buscando, además de en otros parajes.
La menor, que desde el primer día sostuvo que no sabía nada, acabó confesando, en presencia de su madre, que conoció el mismo día 24 que Miguel había matado a Marta de un golpe, al parecer al ver gotas de sangre en el chándal blanco que vestía, y que esa misma noche fue lavado en la casa de Camas en la que había sido acogido.
Que lo hiciera el propio Miguel, como la menor sostuvo desde el primer día, o que lo hiciera ella, incluso con el conocimiento de su familia -cosa que su madre niega- es un detalle aún por determinar de manera rotunda. El caso es que la principal prueba de cargo contra Miguel está en las gotas de sangre que éste transfirió a un bolsillo de su cazadora al guardarse el cenicero con el que dice que cometió la agresión. El hecho de que la menor no haya sido detenida y tampoco nadie de su familia apunta a que su participación no habría ido más allá del conocimiento del crimen, sin llegar al grado de encubrimiento. Lo único que se les podía achacar es una omisión en el deber de dar cuenta de un delito.
Que la joven novia de Miguel mintiera entonces pone en tela de juicio la versión de las horas que siempre ha sostenido, en el sentido de que el autor de la muerte de Marta llegó a su casa a las 23.50 horas y se acostó; algo que podría ser cierto pero que no desvirtuaría la sospecha de una parte de los investigadores de que los implicados se deshicieron del cuerpo de Marta bastantes horas después de la agresión, durante la madrugada, después de que Miguel saliera para su trabajo en un bingo.
Esta es una posibilidad que aún no se ha sustentado con pruebas, lo que tampoco ha desacreditado -por ahora- la versión que actualmente se da por buena de manera oficial; esto es, que el crimen y la «desaparición» del cuerpo fueron muy seguidos en el tiempo, lo que hubiera supuesto la difícilmente creíble opción de que sacaron el cadáver a las diez de la noche de un fin de semana en una calle donde hay varios establecimientos públicos, entre ellos una confitería casi enfrente del portal de la casa. A ello se suma la certeza clínica de que un cadáver ya presenta en ese momento -alrededor de dos horas después del fallecimiento- importantes signos de «rigor mortis» que dificulta su manipulación con la rapidez que haría falta a una hora tan «peligrosa» para los implicados.
De no ser así, si se deshicieron del cadáver durante la madrugada, una hora que les resultaría mucho más «cómoda», se abren paso dos reflexiones: de un lado que Marta estaría efectivamente muerta y no habría sido arrojada al río viva, como se da por posible en las investigaciones. Por otro lado, que cuando las amigas de Marta fueron a buscarla a la casa de León XIII, el cuerpo sin vida de la joven aún estaba allí, y posiblemente también cuando su propio tío acudió al domicilio domicilio y fue recibido de manera agria -según sus propias manifestaciones- por Francisco Javier, el hermano mayor de Miguel. ABC.es.

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