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CAUSA ABIERTA

La policía de Sevilla completa todo el puzle del crimen de Marta

La policía de Sevilla completa todo el puzle del crimen de Marta

La muerte de Marta del Castillo la noche del 24 de enero en Sevilla cada vez encierra menos interrogantes. Tras casi un mes de investigación, la policía ha obtenido pruebas científicas "irrefutables" que implican a cada uno de los cuatro detenidos por el crimen, y que establece su grado de participación en el mismo. Las únicas dudas que quedarían por resolver, una vez sea localizado el cuerpo de la joven en el Guadalquivir, es si recibió uno o más golpes y sobre todo si fue arrojada todavía viva, aunque inconsciente, al río, extremo que la policía no descarta y del que depende que los detenidos sean acusados de homicidio o asesinato.
El jefe superior de Policía de Andalucía Occidental, Enrique Álvarez Riestra, y el delegado del Gobierno en la región, Juan José López Gar-
zón, quisieron salir ayer al paso de los que, aún en caliente por la desaparición de Marta, criticaron por deficiente la actuación policial.
Ambos aseguraron que la investigación se hizo "como se tenía que hacer, de forma discreta, seria, eficaz y garantista", para poder tener todas las pruebas "y no dar un paso en falso". Desde el primer día se siguió la pista de Miguel Carcaño, la última persona que vio con vida a la joven, y aunque parezca obvio, recordaron que hasta que no tuvieron los resultados de los análisis científicos, y por tanto las certezas, no podían detener a nadie.

SE ARREGLÓ PARA LA CITA
Las pruebas recabadas en los distintos registros y llamadas telefónicas intervenidas sitúan a cada uno en el escenario del crimen. Miguel se arregló "más de lo normal" para quedar con Marta, que quería aclarar unos rumores. La policía sostiene que entre la muerte de la joven, que sitúa sobre las ocho de la tarde, y el momento en que arrojaron el cuerpo al río no transcurrieron más de dos horas.
Los dos jóvenes habían llegado a casa de Miguel sobre las siete de la tarde. Discutieron y el chico la golpeó con un cenicero. Miguel alertó a sus amigos de lo sucedido desde una cabina, y luego los tres se deshicieron del cuerpo mientras Javier, el hermano del asesino confeso, limpiaba la sangre de la vivienda.
Pero una chaqueta en la que Miguel escondió el cenicero antes de tirarlo también al río quedó manchada. Al ver la prenda, Miguel se derrumbó y lo confesó todo. Fuente El Períodico.com.

 

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