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CAUSA ABIERTA

Si confunde el celular con el control remoto usted no está loco

Si confunde el celular con el control remoto usted no está loco

Confundir el celular con el control remoto de la TV o dejar a su hijo en la escuela porque olvidó que salía temprano son situaciones comunes en la vida de Adriana Pérez de Legaspi, una mujer que en su cuarta década de vida fue diagnosticada con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
Durante muchos años, Adriana tuvo trabajos ejecutivos y con ayuda de asistentes y secretarias logró salir airosa en el plano laboral, pero cuando se retiró para dedicarse al hogar, todo cambió.


"El día que me quedé en mi casa empezaron los sobregiros, mi hijo no tenía vacunas, mi marido llegaba por mí para ir a una cena y yo estaba en pijama", dice la fundadora de la Asociación Mexicana por el Déficit de Atención, Hiperactividad y Trastornos Asociados.


El TDAH es un trastorno neurológico de origen genético que aparece en la infancia y afecta a entre el 5 y el 10 por ciento de la población. De ellos, la mitad continuará con el problema hasta la edad adulta, de acuerdo con Joseph Biederman, profesor de psiquiatría de la Universidad de Harvard.


"Lo que sabemos es que hay tres factores que determinan la persistencia del trastorno: uno es la existencia de la condición en la familia, otro son los problemas de comorbilidad, como depresión, y otro son problemas de adversidad psicosocial, por ejemplo, divorcio de los padres. Los niños que tienen este tipo de situación tienden a persistir", explica el jefe del Programa de TDAH para Adultos, en el Hospital General de Massachusetts.


Agrega que estas personas suelen perder el control de su vida y tener muchos problemas en sus relaciones familiares y de pareja; además, les resulta difícil conseguir y mantener un trabajo.
En un estudio realizado por Biederman entre 500 adultos con TDAH, se encontró que el 40 por ciento estaban divorciados, y el mismo porcentaje eran desempleados, mientras que la mayoría de los que trabajaban obtenían ingresos por debajo de la línea de pobreza.


Adriana reconoce que su vida social ha sido difícil, tanto por su forma de decir las cosas, muy directamente, como porque su hijo también presenta el trastorno, lo que le ha generado hostilidades con las autoridades de la escuela.
"La mitad de la humanidad te detesta y a la otra mitad la detestas tú", comenta.
Diagnóstico tardío
El TDAH puede acarrear otros problemas como depresión, ansiedad y adicciones, entre otros. Los adultos que no fueron diagnosticados ni tratados en su infancia suelen llegar a los consultorios por dichos trastornos asociados, de acuerdo con Biederman.
El diagnóstico para niños está basado en una lista de 18 preguntas; en el caso de las personas mayores, lo primero que se hace es indagar si tuvieron esos síntomas durante su niñez y cuáles de ellos han persistido, señala Biederman.
Los adultos suelen responder bien a los medicamentos y obtienen mayor control de su vida, explica el experto, aunque no hayan recibido atención en la infancia.
A pesar de su tratamiento, Adriana sigue teniendo olvidos frecuentes y todo lo que no apunta puede considerarse perdido; de hecho, su escritorio está lleno de papelitos con mensajes que le recuerdan lo que debe hacer y asegura que por lo menos ya no se siente tan perdida.
"La verdad es que haces tonterías todos los días, algunas con consecuencias importantes (...) pero ahora estoy más a cargo de mi vida".
Además, si no hubiera sido por el TDAH, ella nunca habría creado la asociación.

"Si no fuera por el trastorno mi capacidad de logro se hubiera visto seriamente mermada, mi impulsividad me ha ayudado a perseguir metas que muy probablemente otros hubieran desechado".

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