Blogia
CAUSA ABIERTA

Las 6 actitudes que más odian los extranjeros de los chilenos

Las 6 actitudes que más odian los extranjeros de los chilenos

Los extranjeros que visitan o residen en Chile pueden alabar la bondad y cariño de su gente, la hospitalidad de los chilenos, su sentido del humor y muchos otros atributos más.

Sin embargo, también existen ciertas actitudes que pueden convertirse en un verdadero choque cultural, dejando a los foráneos desencajados, molestos o desorientados.

Conversando con extranjeros de diferentes nacionalidades, hemos podido recopilar las situaciones que a ellos más les chocan, molestan o llaman la atención de nosotros, los chilenos.

Extranjeros-en-Chile

A continuación presentamos las seis actitudes de los chilenos que más odian los extranjeros y que pueden convertirse  en un dolor de cabeza para gringos, europeos, asiáticos e incluso para nuestros vecinos latinoamericanos.

    Un español diferente:

En Chile se habla español. Pero un español bien sui generis que puede complicar al extranjero de habla inglesa, alemana o francesa, e incluso a nuestros propios vecinos. Los visitantes acusan que hablamos excesivamente rápido, cantadito, no modulamos y para más complicación, nos comemos las “s” y las “d”. “Toa la frases se quean a media”, alegan. Además del tono cantadito, el chileno alarga las vocales (hace caloooor, tengo haaaaambre, estoy cansaaaado), lo que confunde más al extranjero, sobre todo de habla no española. Incluso hay forasteros que acusan un tono excesivamente suave por parte de los chilenos, como si se cansaran al hablar. Otros agregan que cuando los chilenos están en grupo se les ocurre hablar todos al mismo tiempo y sencillamente no entienden nada.

    La impuntualidad:

Todos sabemos que somos impuntuales. Pero no por ello, podemos dejar de mencionar esta característica chilena que logra desorientar y molestar fuertemente a los extranjeros. No pueden entender que si a una reunión social e incluso a una laboral se cite a una determinada hora, sea normal llegar media hora más tarde. Se sorprenden que sea incluso visto como raro o “nerd” llegar al cumpleaños o a la fiesta a la hora indicada por el dueño de casa. También se sorprenden que en las citaciones se diga “tipín 9:30”, dejando un rango y no una hora precisa de llegada.

    La incapacidad para decir que “no”:

Si los chilenos a veces nos quejamos de la dureza de otros ciudadanos para decir que no, los extranjeros se quejan precisamente de lo contrario, indicando que el chileno pareciera no atreverse a expresar una negativa, por un miedo a caer mal o herir susceptibilidades. Para los foráneos, esto es especialmente complicado en el ámbito laboral, ya que en muchas ocasiones se quedan con la ilusión de una oportunidad de trabajo o de un trato comercial, que en la realidad nunca existió. “Nosotros te llamaremos” (por el cargo o para cerrar un negocio), pero nunca lo hacen, dejando al otro ilusionado y a la espera de algo que no ocurrirá. “¿No sería más fácil decir que por tales motivos hemos decidido contratar a otra persona o no hacer un acuerdo comercial?”, se preguntan los extranjeros residentes en Chile. Y esto también ocurre en el ámbito social. “Sí, yo te llevo a Valparaíso, pero la próxima semana”, cuando en realidad sabe que no podrá cumplir su promesa. Incluso alegan que muchas veces por miedo a decir “no sé”, la gente en la calle a la que le consultan cierta dirección o lugar, termina mandándose el tremendo “chamullo” en sus indicaciones, convirtiéndose en un cariñoso, pero muy desorientado guía turístico.

    La depresión callejera:

Los extranjeros, especialmente los provenientes de países centroamericanos y caribeños, acusan que el chileno es tímido y muchas veces hosco en las calles.  Encuentran inconcebible, por ejemplo, que no saluden al entrar a un ascensor y prefieran desviar la mirada al suelo o el techo, con tal de no mirar a quienes se encuentran ahí. También se sorprenden de esas caras absolutamente depresivas y grises de los chilenos dentro del Metro o el Transantiago. “Tienen sus caras tristes o enojadas, no se les ve ninguna sonrisa, no hacen ningún contacto visual con el de al lado y se incomodan excesivamente si uno les habla para entablar una conversación”, alegan los extranjeros.

    La ley de la selva en las calles:   

Otra de las actitudes que más molesta a nuestros visitantes apunta a las de automovilistas y también ciclistas y peatones, acusándolos de no respetar los mínimos códigos de urbanidad.  Por ejemplo, encuentran inconcebible que los autos no respeten los pasos de cebra, bloqueen los cruces de las calles (produciendo descomunales atochamientos), no den el paso a peatones u otros automovilistas (incluso aceleran para no dejarlos pasar), toquen desaforadamente la bocina por cualquier cosa, se estacionen en lugares habilitados para minusválidos o embarazadas, entre otras faltas. También acusan que los ciclistas utilizan las veredas y que no respetan al peatón, a quienes les tiran la bicicleta encima, creyéndose los dueños de las calles. Además culpan a los peatones de cruzar por cualquier parte, de no caminar por su derecha y de obstruir el lado izquierdo de las escaleras mecánicas. Estas actitudes sorprenden especialmente a europeos y estadounidenses, quienes tienen rígidas normas de comportamiento urbano que jamás se les ocurriría desafiar.

    Los perros callejeros:

Algo que llama poderosamente la atención entre los extranjeros que visitan o residen en nuestro país es la gran cantidad de perros abandonados en las calles. Si bien pueden encontrar pintoresca esta situación (algunos les gusta incluso tomarles fotografías), se lamentan por la irresponsabilidad que subyace a esta realidad y se sorprenden que no se haga nada al respecto (una suerte de peligrosa indiferencia), ni que se haya podido dictar una adecuada ley de tenencia responsable de mascotas. Para el extranjero es extraño y penoso ver a estos canes hambrientos, entumidos y desnutridos y que parecieran ser ignorados por los transeúntes y las autoridades.
Emol

0 comentarios