La poderosa voz en el cuerpo de una menuda mujer
No proviene de la fábrica Disney, sino de la de Nickelodeon, esa señal de televisión de contenidos infantiles y juveniles, donde actuaba en una serie llamada Victorious.
Pero Grande siempre cantó (dicen que fue Gloria Estefan que la alentó a que se desarrollara como cantante). Con una voz excepcionalmente poderosa (es raro el efecto de verla tan menuda y con una voz tan potente), Grande es una de las tantas "starlets" del pop hoy, un paisaje dominado casi completamente por mujeres jóvenes: Rihanna, Miley Cyrus, Demi Lovato, Taylor Swift, Meghan Trainor, Adele y la lista podría seguir bastante más.
Dentro de ese territorio casi superpoblado, Grande tiene, más allá de la belleza (todas son, en realidad, atractivas), su voz como principal diferencial. No es casualidad que ella haya elegido una canción de Whitney Houston para interpretar cuando fue invitada a la Casa Blanca a cantar (comentario al margen: ¿alguna vez se hicieron tantos conciertos ahí? ¡Qué melomanía la de Barack Obama!).
Como la Houston —o Christina Aguilera o Mariah Carey, o Beyoncé—, Grande tiene una de esas gargantas de la que parecen salir, en vez de notas, misiles musicales. Sus agudísimos sostenidos, potentes y expansivos, la emparentan con esas cantantes ya mencionadas y, un poco más atrás, con artistas como Patti Labelle y Aretha Franklin.
El estilo de Grande, en tanto, también mira hacia atrás: aunque comparta con varias de sus colegas a algunos de los más cotizados productores y compositores del momento, el sonido de este disco tiene más que ver con una suerte de imprecisa época reciente en la que todavía importaba tener, por ejemplo, instrumentos y no solo sonidos digitales.
No es que Grande necesariamente incluya guitarras o batería en el disco (o que eso importe a la hora de evaular el resultado artístico). Pueden ser efectos. Pero esos sonidos dan una pauta del lugar en el cual se para y desde el cual canta. Los géneros a los que recurre, también. "Greedy", por ejemplo, es una canción de música disco hecha casi a la antigua. Y "Dangerous woman" es casi un pastiche de una canción soul, también a la antigua. Para seguir con lo retrospectivo: "Leave Me Lonely" tiene como invitada especial a Macy Gray, que cuando canta lleva la canción a lugares que recuerdan a Nina Simone o Shirley Bassey.
Pero Grande también es producto de su tiempo y de lo que hoy es el pop internacional, que la industria musical de Estados Unidos aún consigue imponer a través de cada vez más sofisticados mecanismos promocionales (y la mecánica y cruda repetición en, sobre todo, las radios).
Varios de los productores de este disco, por ejemplo, vienen de la matriz sueca de Max Martin (que también está, faltaba más): esa que consigue, con fórmulas y trucos, un lenguaje musical aceptado por millones. Y muy adictivo: uno escucha varias de estas canciones casi de manera compulsiva. "Sometimes" es uno de esos ejemplos. Con una guitarra acústica (o algo que la imita) como uno de los principales soportes, la voz de Grande se mete en una canción que parece haber sido armada con la precisión y la destreza de un gran diseñador industrial: todo reluce y seduce, todo está brillantemente presentado, como si se tratara de una lujosa y elegante caja con bombones esperando a ser degustados. El sabor, cuando uno finalmente llega a él, no está nada mal. Pero en exceso empalaga y pica los dientes.
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