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CAUSA ABIERTA

Un musulmán y un judío disputan la alcaldía de Londres

Un musulmán y un judío disputan la alcaldía de Londres

LONDRES (Uypress) — El musulmán practicante Sadiq Khan, y el judío no practicante, Zac Goldsmith, disputarán este jueves la alcaldía de la capital británica, en medio de lo que se ha constituido en una batalla de estereotipos.

El laborista Sadiq Khan, hijo de un paquistaní conductor de autobuses, y el conservador Zac Goldsmith, multimillonario integrante de una dinastía de banqueros, disputarán este jueves 5 la alcaldía de Londres, sumidos, además de en sus diferencias políticas, en una batalla de estereotipos, donde algunos límites no están muy claros.

Khan, que entre otras cosas atribuye a la multiculturalidad de Londres haberla convertido en la mejor ciudad del mundo, enumera también una serie de problemas que amenazan a la urbe. "El enloquecido mercado inmobiliario está expulsando a las clases medias de la ciudad", señala. "El transporte público es el más caro de toda Europa. La contaminación provoca 10.000 muertes prematuras al año. Esta es la capital de la plutocracia planetaria, el lavadero global de dinero turbio. Londres se está ahuecando".

Londres, así como numerosas ciudades del mundo, se enfrenta a desafíos colosales, para los que se exige política. Sin embargo, también al igual que otras muchas ciudades, taql vez la política sea la gran ausente del debate, y los londinenses no elegirán entre dos modelos -las propuestas de los dos candidatos no difieren mucho-, o inclusive entre dos personas, sino entre dos estereotipos.

Londres se enfrenta a unos desafíos colosales. La ciudad pide política a gritos. Y sin embargo, en las elecciones a la alcaldía del próximo jueves, los londinenses no elegirán entre dos modelos políticos. Tampoco entre dos personas. Elegirán, más bien, entre dos estereotipos.

Según un informe de El País de Madrid, Sadiq Khan, de 46 años, es el hijo de un conductor de autobús paquistaní. Zac Goldsmith, de 41, es el multimillonario heredero de una dinastía de banqueros. Khan creció en una vivienda social; Goldsmith, en una mansión. Khan estudió en un colegio público; Goldsmith, en el elitista Eton. Khan boxeaba en el gimnasio del barrio; Goldsmith practica el críquet.

Khan es un musulmán practicante -nunca ha bebido alcohol- que defendió el matrimonio homosexual y trabajó como abogado pro derechos humanos antes de obtener su escaño por su barrio de Tooting, en el sur de la ciudad, en 2004. Goldsmith es un judío no practicante, que dirigió una revista ecologista y obtuvo su escaño por Richmond, en el oeste de la capital, en 2010. The Spectator definió a Khan como "un socialdemócrata de centro izquierda". The Guardian a Goldsmith, como "un poco liberal y un poco libertario".

Si las encuestas no fracasan, Sadiq Khan se convertirá cómodamente el próximo jueves en el tercer alcalde electo de la historia de Londres. A la rareza que constituye en estos días ser un laborista en el poder, Khan añadiría la de ser el primer alcalde musulmán de una capital occidental. Y el primero perteneciente al colectivo étnico de "británico no blanco", que hoy representa el 55% de la ciudad.

La elección de un musulmán como alcalde de Londres -el tercer mayor mandato político personal de Europa, después de los presidentes de Francia y Portugal- enviaría un poderoso mensaje a un continente golpeado por el terrorismo islamista. Un mensaje de normalidad desde la megaurbe multiétnica.

Sin embargo, no todo parece un juego de caballeros, al que a veces nos tiene acostumbrado el estereotipo británico. Goldsmith ha acusado a Khan de radical, por compartir tribuna con extremistas islámicos. Khan ha acusado a Goldsmith de islamofobia. Y una campaña que prometía debatir sobre el urgente reto de la escasez de vivienda, acabó centrada en la raza y la religión.

Otro tema inevitable ha sobrevolado la campaña. Un asunto ajeno a las competencias de la alcaldía pero que supone otra de las diferencias entre los dos candidatos, es el próximo referéndum del 23 de junio sobre la permanencia o no del país en la Unión Europea. Khan es un europeísta convencido y Goldsmith -cuyo padre fue un ferviente euroescéptico fundador en los años 90 del Partido del Referéndum- es partidario del Brexit. Muchos ven en estas elecciones una antesala de la consulta que se celebrará un mes y medio después.

Desde que existe la ciudad eligió por primera vez alcalde en el año 2000 y los comicios han venido marcados por una abstención superior al 60%.

 

Laboristas suspenden a exalcalde por posturas antisemitas

Si bien el tema de las identidades musulmana y judía de los candidatos enfrentados para la alcaldía de la ciudad no constituyen el eje de la campaña, las posturas antijudías de algunos representantes laboristas parecen haber teñido la campaña.

El asunto empezó el martes cuando se descubrió que una diputada laborista llamada Naz Shah había escrito en Facebook en 2014 que "la solución" (palabra cargada de alusiones nazis) al problema que representaba Israel era "transportar" (otra palabra con connotaciones siniestras) a todos los israelíes a Estados Unidos. Inicialmente Jeremy Corbyn, el líder del laborismo, un político volcado desde siempre al ala más izquierdista del partido,  no reaccionó, hasta que el ruido mediático y la furia de muchos de sus colegas parlamentarios lo obligaron el miércoles a suspender a Shah, que es musulmana, del partido.

Todo podría haber quedado ahí, pero el día siguiente, Ken Livingstone, íntimo de Corbyn y alcalde de Londres entre 2000 y 2008, no solo de defender a Shah, cuando ella mismo había reconocido honrosamente ante el parlamento el día anterior que lo que había dicho era indefendible, sino de mencionar a Hitler. "Cuando Hitler ganó su elección en 1932 su política era que había que mover a los judíos a Israel," dijo Livingstone. "Estaba a favor del sionismo hasta que se volvió loco y acabó matando a seis millones de judíos".

En lugar de llamarse a silencio y no satisfecho con la grotesca falsedad histórica de lo que había dicho (el "loco" líder nazi escribió en 'Mein Kampf', publicado en 1925, que los judíos eran "una pestilencia espiritual" que debía ser erradicada de la faz de la tierra), Livingstone explicó que odiar solo a los judíos que viven en Israel no era antisemitismo.

Corbyn tardó en reaccionar, pero el resto del espectro parlamentario laborista explotó. Un diputado dijo en Twitter que Livingstone era "un pirómano político"; otro le gritó a la cara que era "una puta vergüenza" ("a fucking disgrace") para su partido. Finalmente, Corbyn suspendió a Livingstone y ahora se enfrenta a la amenaza de que si no lo expulsa varias de las principales figuras de su partido dimitirán de sus cargos.

En lo que parece para algunos una reacción un poco tardía, Corbyn, marcó una línea divisoria entre, por un lado, las muchas veces deplorables políticas del gobierno israelí y, por otro, no solo los ciudadanos israelíes (muchos de los cuales consideran que su actual gobierno es una abominación) sino los judíos en general - como el anterior líder laborista Ed Milliband, enemigo declarado del actual primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. El líder laborista, reconociendo que existe un problema, anunció que se haría una investigación independiente de las acusaciones de antisemitismo dentro de su partido y declaró: "no hay lugar para el antisemitismo o cualquier forma de racismo en el partido laborista".

Lo que puede parecer paradójico del asunto es que el  candidato musulmán Khan había reaccionado contra Livingstone mucho más rápidamente que Corbyn. En cuestión de minutos de salir la noticia, Khan dijo que las declaraciones del antiguo alcalde sobre Hitler y los judíos habían sido "atroces y repugnantes".

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