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CAUSA ABIERTA

Iglesia Católica pide disculpas por excederse en polémica sobre estatua de la virgen María en el Buceo

Iglesia Católica pide disculpas por excederse en polémica sobre estatua de la virgen María en el Buceo

La Arquidiócesis de Montevideo dio a conocer un comunicado en el que realiza una serie de precisiones respecto a la polémica desatada en torno a la propuesta de instalación de una estatua de la virgen María en la Rambla del Buceo.

La Iglesia Católica realizó una serie de puntualizaciones respecto a la propuesta de instalación de una estatua de la Virgen María en la Rambla del Buceo.

"El Arzobispo (de Montevideo, Daniel Sturla) pide disculpas si en la polémica ha podido excederse en sus expresiones y si por ese motivo algunas personas se han sentido descalificadas, ya que no tuvo ninguna intención de agredir a nadie", dice el comunicado en su punto 4, como parte de una extensa exposición donde trata de ubicar en contexto y justificar el pedido.

La aclaración se da también en medio de una polémica suscitada con el dos veces presidente Julio María Sanguinetti, quien ha manifestado su frontal oposición a la propuesta.

Sturla había señalado en una entrevista concedida al diario El País que los argumentos expresados por Sanguinetti en contra de la colocación de la estatua son "insólitos" y "anacrónicos".

Julio María Sanguinetti había dejada sentada su posición, diferenciando lo que fue la aprobación de la permanencia de la cruz conmemorativa de la visita de Juan Pablo II con la pretensión de la instalación de este monumento.

La Arquidiócesis de Montevideo sostiene que la virgen María es una imagen histórica, a la que la cultura occidental ha rendido diversos homenajes. "La Iglesia está muy lejos de reclamar antiguas hegemonías. Solamente ejerce su libertad en la sociedad plural", sentencia el comunicado.

Texto completo del comunicado de la Arquidiócesis de Montevideo

Imagen de la Virgen María en la Rambla de Montevideo

Una palabra sobre el pedido de emplazarla.

1 - Este pedido surgió por iniciativa de un numeroso grupo de laicos católicos, fue acogido por el Arzobispo  de Montevideo y presentado a la Intendencia Municipal.

2 - La primera motivación fue que en el lugar elegido (Rambla del Buceo), desde hace cinco años, un grupo cada vez más numeroso de creyentes se  reúne el cuarto sábado de enero para el rezo del "Rosario por las familias", orando  para que en todas las familias uruguayas reine  la paz y la armonía.

3 - El pedido no es fruto de una estrategia pensada y menos aún de un deseo de apropiarse de un espacio. Lamentamos la polémica que se suscitó sobre este tema, pero tampoco rehusamos defender nuestro punto de vista como ciudadanos de este país plural y democrático.

4 - El Arzobispo pide disculpas si en la polémica ha podido excederse en sus expresiones y si por ese motivo algunas personas se han sentido descalificadas, ya que no tuvo ninguna intención de agredir a nadie.

5 - En este contexto la Arquidiócesis quiere plantear algunos argumentos a favor de la colocación de la imagen de la Virgen María en la Rambla de Montevideo;  tratamos de expresarlos sucintamente.

6 - La Virgen María es una persona histórica, madre de Jesús de Nazaret, el hombre que ha marcado la historia de la humanidad  tanto que su nacimiento es el punto de partida que usamos para marcar el inicio de nuestra era. En la tradición cristiana ella es la criatura humana más importante, más santa, símbolo de la pureza, la maternidad, la humildad, el coraje de quien estuvo al pie de la cruz de su Hijo, y acompañó luego a la comunidad cristiana naciente. Para muchos es un signo de consuelo y esperanza.  Es obviamente una figura religiosa venerada por la inmensa mayoría de  los cristianos, de un modo especial por la Iglesia Católica Romana y las Iglesias ortodoxas de oriente.

7 - En la cultura occidental, a la cual pertenecemos, se le rinde homenaje de diversas maneras: incontables expresiones musicales, pictóricas, esculturales, arquitectónicas, etc. que marcan nuestra cultura, la tienen a ella como motivo artístico. Pensemos en La Piedad de Miguel Ángel, el Avemaría de Schubert, la Anunciación de Fra Angélico, Notre Dame de París y una estela innumerable de obras reconocidas universalmente. También en nuestro país hay testimonios artísticos que la honran comenzando por la Iglesia Matriz que está a ella dedicada. Muchísimas personas llevan su nombre, así como infinidad de lugares geográficos que recuerdan las diversas advocaciones con las cuales es conocida y venerada.

8 - En nuestro país su nombre es el primero que aparece asociado a la toponimia desde que llegaron los españoles a esta tierra hace 500 años, en la expedición de Solís: Cabo de Santa María y bahía de Nuestra Señora de la Candelaria.

9 - Desde entonces hasta ahora el nombre de María está presente en nuestra geografía. Pensemos sólo en los nombres originales de varias de nuestras ciudades: Nuestra Señora de Guadalupe de Canelones, Nuestra Señora de los Remedios de Rocha, Inmaculada Concepción de Minas, Nuestra Señora de las Mercedes, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora del Rosario, Carmelo, el Carmen de Durazno.

10 -Desde una visión histórica resulta innegable  la devoción mariana de nuestros héroes patrios, comenzando por Artigas. El pueblo cristiano, después de los hechos de 1825, comenzó a llamar "Virgen de los Treinta y Tres"  a una pequeña  imagen de la Virgen que se venera en Florida  asociándola con  la Cruzada de 1825 y la declaratoria de la independencia. Don Manuel Oribe fue devoto de esta imagen y regaló a la misma la corona de oro que hoy luce la estatua.

11 - Estos argumentos históricos solo quieren recordar que la tradición cristiana es parte de lo que somos como nación. La Iglesia Católica concretamente ha contribuido y continúa contribuyendo a la construcción de la sociedad,  no como un factor externo a la misma, sino como parte integrante del entramado social. Pero además, como elemento fundante, con otros, de nuestro ser nacional, más allá de las vicisitudes de nuestro particular proceso secularizador. En este largo proceso de casi 80 años hubo, en algunas décadas, un intento sistemático de "descristianizar" la sociedad que fue más allá de la conveniente secularización que se dio en todo Occidente. Este intento de "descristianizar", ¿fue positivo para nuestro país? Es claro que nosotros entendemos que no. Parte de las polémicas que se suscitan en torno a nuestra laicidad, cuando de Iglesia Católica se trata, tiene que ver, a nuestro modo de entender, con algún reflejo que queda de ese "laicismo combatiente" que se dio en nuestro país hace cien años.

12 - La Iglesia está muy lejos de reclamar antiguas hegemonías. Solamente ejerce su libertad en la sociedad plural. El país ha cambiado en muchos aspectos positivamente y es este uno de los campos donde nos parece que hubo una evolución positiva desde los tiempos de la secularización, hasta esta etapa del Uruguay que ha retornado a su tradición democrática. También la Iglesia, sobre todo a partir  del Concilio Vaticano II, cambió su modo de percibir su relación con la sociedad y el poder político.

13 - Creemos que poner una imagen de la Virgen María no es apropiarse de ningún espacio, del mismo modo que los monumentos de personas de los diversos partidos,  corrientes de pensamiento, tradiciones etc.  que ya  existen, no significa que la colectividad perteneciente a este partido o a esta tradición se apropie del lugar.

14 - En muchas de nuestras ciudades del interior, en los cruces de camino o a lo largo de nuestras rutas, hay estatuas de la Virgen María en espacios públicos, otras  veces aparecen colocadas espontáneamente por personas anónimas. Lejos de significar que un grupo particular intenta apropiarse del espacio público, esas imágenes señalan un sentir popular y son expresiones del espíritu de nuestra gente, y se integran al plural paisaje ciudadano.

15 - Se ha planteado que este tema afecta la laicidad. Nosotros entendemos, por el  contrario, que el planteo constituye una expresión de la libertad y por lo tanto de la verdadera laicidad, que significa también la admisión en la sociedad plural del hecho religioso como un elemento clave de humanidad, que naturalmente se manifiesta.

16 - La Iglesia en Montevideo  tiene diversas propuestas para realizar  su misión de "anunciar el evangelio". Con el objetivo de cumplirla, este año se están llevando a cabo algunas iniciativas que son públicas.  Desde esta perspectiva el hecho de poner una imagen de la Virgen en la Rambla no tiene un carácter fundamental. Sin embargo la polémica que se ha suscitado, nos da la oportunidad de expresar nuestro punto de vista, siendo fieles a nuestro leal saber y entender, en el respeto máximo de las opiniones que difieran de la nuestra y sin ánimo de ofender a nadie.

17 - Creemos que, más allá de lo que determine la Junta Departamental respecto al tema, el hecho en sí de que se pueda debatir libremente sobre esta propuesta u otra, contribuye a la sana convivencia de una sociedad plural y democrática.

Montevideo, 29 de marzo de 2016

 

Texto completo dela nota de Julio María Sanguinetti


Si hay algo que caracteriza a la concepción republicana del Uruguay es su clara definición laica. Asumida ya en 1876 por la reforma vareliana con la escuela "laica, gratuita y obligatoria" (aun en tiempos en que la Constitución establecía a la católica como religión del Estado), esa concepción se fue progresivamente afianzando hasta que en el 1917, el texto magno separó Iglesia y Estado.

Naturalmente, ese proceso fue el resultado de encendidos debates. Una iglesia dominante, que incluso apostrofó del modo más feroz aquella reforma escolar fundamental para nuestra democracia, era enfrentada por un movimiento laico que exhibía el inevitable radicalismo que imponía el debate con aquella hegemonía. El anticlericalismo era la respuesta natural ante un clericalismo que hasta se oponía a que niños y niñas convivieran en las mismas aulas, por temor al pecado.

Los tiempos han cambiado, los debates se han ido acallando, un clima de mayor tolerancia permitió una exitosa convivencia y quienes defendemos como fundamental la laicidad del Estado, hemos asumido la concepción que nuestro liberalismo impone. Por eso mismo, en lo personal puedo recordar que en su momento, en el ejercicio de la Presidencia, propusimos la permanencia de la Cruz erigida en ocasión de la visita de Juan Pablo II. O algo tan trascendente como legalizar la presencia de la Universidad Católica, nacida de modo un modo discutible en el final de la dictadura. Este proceso se registra con precisión en el libro "El Uruguay laico", que dirigió el historiador Gerardo Caetano.

En nombre de esa concepción estrictamente liberal, hemos cuestionado, sin embargo, intentos reiterados de la Iglesia Católica por avanzar en terrenos reñidos con nuestro sistema. En ese terreno se ubica la propuesta de erigir una estatua de la Virgen María en la Aduana de Oribe. La propia Iglesia ha explicado que su iniciativa responde a una práctica religiosa, el rezo colectivo de un rosario, que se viene realizando una vez al año en ese lugar. Al principio era poca gente, luego ha sido más y se ha instaurado pacíficamente esa práctica. En nombre de su libertad, un grupo de católicos va allí a rezar y nadie puede objetarlo. Instalar allí, en cambio, una imagen religiosa es transformar ese espacio público en un ámbito religioso, transformarlo prácticamente en una iglesia al aire libre. Esto sin duda hiere la neutralidad del Estado, su imparcialidad ante las diversas concepciones religiosas.

La llamada "cruz del papa" es otra cosa muy distinta. La ley 15.870, de julio de 1987, dispuso su mantenimiento "en calidad de monumento conmemorativo". O sea que es un registro histórico: la conservación de una traza material de la primer visita de un Papa al Uruguay, jefe de Estado del Estado Vaticano, con el cual tenemos relaciones diplomáticas, y líder espiritual de la religión mayoritaria en el país. No se trató entonces de "consagrar" a la religión un espacio público, sino de conmemorar un acontecimiento histórico importante para una República liberal, plural y tolerante.

Ahora estamos ante un caso bien distinto y el Cardenal Sturla, que trata de recuperar (y lo comprendemos) el brío algo disminuido de la Iglesia Católica, se equivoca cuando va más allá. Incluso acusa de "anticlericalismo" a quienes discrepan con su propuesta, sin advertir que justamente él está cayendo en un "clericalismo" que hiere la concepción republicana de nuestra democracia. Por este camino, en vez de reforzar la visión contemporánea de laicidad que se ha ido desarrollando, marca un retroceso. Incluso quienes hemos ido avanzando en esa dirección, reaccionamos ante lo que vemos como una violación de la neutralidad del Estado, como un intento de exhibir un retorno de la Iglesia Católica a un espacio público que no le es propio y que es el más visible de la ciudad capital. Instalar ese monumento no es necesario para la práctica libre de la religión, que el país respeta y respetará siempre; se trata, lisa y llanamente, de transformar, simbólica y hasta políticamente, un terreno del Estado en un espacio que se consagra a la práctica de una religión particular.

Se invoca como precedente una estatua a "Iemanjá", que sin duda es discutible, pero que no es un lugar de culto y obviamente no posee la carga simbólica de la Iglesia Católica. Se menciona una estatua a un rabino, como si ya no la hubiera, con justicia, al Padre Larrañaga. Se trae a colación a Confucio, que no es una divinidad y ni siquiera un líder religioso sino un filósofo, un moralista. Ninguno de esos presuntos precedentes impone un cambio en la concepción del país. El Cardenal dice que esto pasa porque es la Iglesia Católica y en parte tiene razón, porque ella fue oficial y hegemónica, como no lo fue ninguna otra; cuando ahora se excede en sus propuestas, parece asumir una actitud de revancha frente al largo proceso de secularización que ha vivido el país.

Los uruguayos vivimos en libertad todas nuestras creencias. Hace mucho tiempo que las pasiones no nublan la visión de estos temas. La Iglesia Católica debe entender que por este camino solo generará reacciones adversas, alterando el clima de convivencia que la sociedad uruguaya se ha ganado.

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