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CAUSA ABIERTA

Esclavas paraguayas en Punta del Este

Esclavas paraguayas en Punta del Este

La señora levantó su copa para el brindis de fin de año en un barrio privado cerca de La Barra de Maldonado cuando una de las invitadas propuso que se sumaran a la celebración la empleada y el cocinero, ambos paraguayos.

"Cada uno pida sus deseos, pero tú no pidas nada porque el sueño de irte a tu casa no se te va a cumplir nunca", le advirtió la señora a la muchacha de 23 años que había llegado de Asunción una semana antes con la ilusión de juntar dinero para pagar sus estudios universitarios.

La mujer paraguaya, que prefirió mantener en reserva su nombre, dijo a El Observador que le había pedido varias veces su cédula de identidad a la señora pero que siempre ella le ponía una excusa para negársela. "Ya avisé a los guardias que no podés salir", le dijo antes de fin de año.

La casa en la que trabajaba y vivía queda en un barrio privado custodiado por guardias de seguridad, a 10 minutos de La Barra. La joven asegura que fue engañada e insultada varias veces, que trabajaba desde las 7 de la mañana hasta la medianoche y que por eso resolvió irse.

Luego del brindis, la señora, sus amigos y el cocinero salieron a festejar el año nuevo. La joven llamó entonces desde el teléfono de la casa a la puerta de ingreso para contarle a los guardias que se quería ir, que la señora no la dejaba salir y le retenía el documento.

El guardia le prometió que al día siguiente iría con la Policía a buscarla; y cumplió. Los agentes llegaron a las 22 horas del 1º de enero, durante otra cena con invitados. La señora les entregó el documento y les pidió que no armaran alboroto.

La jueza Lourdes Brito dispuso que la mujer pague el pasaje de vuelta a Asunción con la mediación del consulado. La mujer, que es, empresaria pagó el pasaje y la joven regresó este sábado a su casa.

Allegados a la empresaria uruguaya, que fue esposa de un diplomático, negaron que maltratara a la joven y que haya dicho lo que la joven relata, pero reconocen algunos hechos. Admiten que tenía en su poder el documento de identidad de la empleada, aunque niegan que la muchacha se lo hubiera pedido antes de que llegara la Policía.

Admiten que la joven no tenía horario de trabajo, porque estaba para cuidar a cinco chihuahuas y un bull dog francés, que se despiertan a las 7 y se acuestan antes de la medianoche. "Acá nadie tiene horario", aseguró una persona cercana a la empresaria.

Además de cuidar a sus perros, la joven también limpiaba. Después del brindis de fin de año se quedó limpiando hasta las 4 de la madrugada. Y a las 7 otra vez en pie para sacar a los chihuahuas al patio. Allegados a la mujer también admiten que no firmaron contrato ni inscribió a su empleada en BPS. "Acá nadie lo hace", se excusó uno de los voceros.

Sobre el salario no hay dudas: acordaron un salario de 2 millones de guaraníes por mes: $ 10.000.

La empresaria, que este año alquiló la casa en US$ 30.000 por tres meses de vacaciones, trae empleados paraguayos sin contrato ni horarios ni previsión social a pasar la temporada junto a ella.

El caso no parece ser algo aislado ni una anécdotas sobre la otra cara del glamour puntaesteño. El cónsul paraguayo en Uruguay, Alcides Albariño Barrios, dijo estar preocupado por las condiciones en que llegan "muchos" paraguayos a trabajar durante la temporada, fundamentalmente a Punta del Este. "Hay inconvenientes porque los paraguayos somos confianzudos, creemos en la palabra. Entonces muchos vienen sin contrato", dijo el cónsul .

"El año pasado tuvimos algunos casos de esta naturaleza que fueron solucionándose. Los empresarios no son claros cuando contratan allá. Dicen: 'Vamos a llevarlos, les vamos a pagar tanto'. Después vienen acá y se encuentran que el trabajo es mucho más de lo que habían pactado y que les descontaban estadía, comida, pasaje. Les quedaba casi nada", dijo.

La acusó de prostituirse

Este caso llegó a la seccional 12 de Policía, donde la acusada declaró que la joven buscaba "facturar" en Punta del Este, como le llaman los paraguayos a la prostitución. "Ofrezco la prueba de WhatsApp que le dice a su novio de Paraguay que no quiere volver ya que se quiere quedar facturando acá", expresó la mujer, según el parte policial.

La empresaria dijo a sus allegados que es evidente que buscaba prostituirse porque usaba pestañas postizas y su hija la encontró en La Barra prostituyéndose. Para probarlo, le sacó una foto, en la que se ve a la joven cruzando la calle. La foto fue enviada por WhatsApp al exnovio de la joven, con quien la muchacha se escribía desde el teléfono del cocinero porque olvidó el cargador de su celular en Asunción. "Está facturando", dice el mensaje.

La empleada, con lágrimas y rabia, negó que se haya prostituido. Una familia de uruguayos la encontró en la seccional 12 en la madrugada del 2 de enero y le dio casa, comida y cobijo en La Barra. La familia cree en el relato de la joven: esa foto se tomó cuando salió solo una tarde tres horas a la playa y regresó. El resto del tiempo, pasó junto a ellos.

Cuando volvía de la playa, la hija de la señora le tomó la foto y ahí empezó el otro martirio: debió explicarle primero a su exnovio y luego a sus hermanos que no se estaba prostituyendo. La muchacha sostiene que el mensaje de WhatsApp en el que supuestamente admite que está facturando es apócrifo, "un invento de la señora". Resolverá en Paraguay qué medidas judiciales tomará, dijo.

El consulado paraguayo recibió la temporada pasada cuatro denuncias de paraguayos referidas a malas condiciones laborales. Dos mujeres denunciaron "explotación" y "trabajos forzosos" en una empresa frutihortícola a las afueras de Montevideo y otras dos mujeres, "maltratos" y "descuentos compulsivos y excesivos en concepto de alimentos y manutenciones" en el restaurante El Joven Marino de Punta del Este, como revela un informe del consulado. Las empresas reconocieron en el consulado que no habían firmado contratos laborales con las trabajadores, pagaron los reclamos salariales y los pasajes de regreso a Asunción.

"Hablé con los empleadores y se solucionó", destacó el cónsul, quien, de todas maneras, le recomendó a las trabajadoras del restaurante que radicaran la denuncia en Asunción porque el empresario tiene una sucursal en esa ciudad. Este año, otras dos empleadas paraguayas denunciaron maltratos por parte del mismo empresario en el citado restaurante.

Óscar Andino, dirigente del Sindicato Único Gastronómico y Hotelero del Uruguay, dijo a La diaria que en Maldonado hay "otras situaciones similares", pero que los trabajadores no realizan la denuncia porque "tienen miedo". "Hay peruanos, paraguayos y chilenos trabajando en el rubro y no hemos podido convencerlos de que denuncien las situaciones", expresó. Por su parte, Jorge Mesa, director nacional de Coordinación en el Interior del Ministerio de Trabajo, dijo a La diaria que han existido "denuncias muy puntuales".

La paraguaya de 23 años que trabajaba de empleada doméstica prefirió no presentar la denuncia ante el Ministerio de Trabajo. "Quiero que esto se termine y volver a mi país", dijo. Como en la mayoría de los casos, tras la denuncia y la intervención del consulado, se llegó a un acuerdo entre las partes.

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