Tensiones islamófobas en las Navidades francesas
Francia, sobrecogida aún por la masacre terrorista del pasado noviembre en París y blindada ante el temor de nuevos ataques aprovechando el simbolismo de la Navidad, ha registrado en los últimos días tensiones islamófobas que dan cuenta del nerviosismo que sobrevuela el país.
Las comunidades religiosas y la clase política, empezando por el primer ministro, Manuel Valls, han condenado con firmeza el incendio el viernes de una sala de rezo musulmana en la isla mediterránea de Córcega y han pedido que se respete la convivencia.
El ataque se produjo cuando degeneró una manifestación de apoyo a dos bomberos y un policía, que habían resultado heridos el jueves en enfrentamientos con varios individuos de un barrio popular e inmigrante de Ajaccio, la capital corsa.
En respuesta, un grupo de unos 600 individuos que aparentemente se escindieron de la marcha de apoyo a los agentes incendiaron una sala de rezo musulmán y destrozaron varios ejemplares del Corán, al tiempo que gritaban eslóganes como "Árabes, fuera de aquí" o "Estamos en nuestra casa".
"Haré lo posible por que sea tranquilo. Pero no quiero vivir aquí los problemas del continente. Quiero vivir en paz", explicaba un manifestante corso a la cadena "BFM TV" el sábado, durante una segunda manifestación que se desarrolló, sin incidentes, rodeada de fuertes medidas de seguridad.
Será la última pues el prefecto de Córcega, Christophe Mirmand, ha prohibido las manifestaciones en ese barrio sensible, que "necesita tranquilidad y calma" para que los policías puedan encontrar a los autores de la agresión con la que empezó todo.
Las tensiones islamófobas en la isla mediterránea, donde parece que la situación es aún volátil, se producen dos semanas después de que los nacionalistas corsos ganaran las elecciones regionales por primera vez desde la creación de la Asamblea corsa en 1982.
El nuevo presidente del Consejo Ejecutivo de la Colectividad Territorial, Gilles Simeoni, se ha sumado a las condenas de unos actos que calificó como "totalmente contrarios" a la idea de Córcega que quiere "construir".
Las tensiones emergen a pocas fechas del primer aniversario de los atentados yihadistas contra la revista satírica "Charlie Hebdo" y un supermercado judío del este de París, el primero de los dos grandes zarpazos que el terrorismo islamista le dio a Francia en 2015.
Para evitar la "amalgama" y que le gente confunda "islam" con "terrorismo", el Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM) ha anunciado que pedirá a las mezquitas que celebren un fin de semana de puertas abiertas del 8 al 10 de enero próximos, un año después de la matanza de "Charlie Hebdo".
"Quienes vengan podrán hacer todas las preguntas que quieran, incluso los tabúes, sobre nuestra religión, la manera de practicarla y el rezo, alrededor de un té con pastas. El objetivo es iniciar un diálogo para conocerse mejor y no desconfiar", resumió en "Le Parisien" el presidente del CFMC, Anouar Kbibech.
Además, voluntarios musulmanes se ofrecieron para colaborar en la vigilancia de iglesias el 25 de diciembre, lugares susceptibles de convertirse en objetivos yihadistas en unas fechas tan señaladas.
Ocurrió en el norte del país, en Lens, donde la iniciativa fue apreciada por la comunidad católica y la clase política, y también ocurrió en el sur de Francia, en la localidad de Béziers, con distinta suerte.
El alcalde de ese municipio, Robert Ménard, criticó en una carta publicada en las redes sociales la existencia de "patrullas musulmanas" mientras que a él se le impidió crear milicias de exmilitares y expolicías para reforzar la seguridad durante el estado de emergencia que rige en Francia.
EFE
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