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CAUSA ABIERTA

Conservadores rechazan las iniciativas de Obama y frenan la ciencia

Conservadores rechazan las iniciativas de Obama y frenan la ciencia

Los ultraconservadores estadounidenses, respaldados por los poderosos lobbys del petróleo y del carbón, rechazan la ciencia y las iniciativas de Barack Obama en materia de medio ambiente, aunque no logran bloquearlas.

Los candidatos republicanos a las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos niegan o relativizan el papel que han jugado los humanos en el calentamiento global.

También rechazan toda medida de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que según ellos limitaría la economía estadounidense y le daría ventaja a China, el principal emisor mundial de dióxido de carbono.

Varios republicanos presiden comisiones importantes para los programas científicos, tanto en el Senado como la Cámara de Representantes. El senador Jim Inhofe, por ejemplo, que ha declarado que el cambio climático “es el engaño más grande” de la historia, preside la comisión medioambiental del Senado.

Esta comisión aprobó una medida que le prohíbe a la Agencia de protección del Medio Ambiente (EPA) aplicar las nuevas normas de reducción de emisiones de CO2 en las centrales eléctricas de carbón (reducción de 32% en 2030 sobre la base de 2005). El Senado acaba de ratificar esta medida y la Cámara de Representantes votará en breve una propuesta similar, a pesar de que se sabe que Barack Obama la vetará.

Las nuevas normas de la EPA son la principal herramienta de la Casa Blanca para limitar el calentamiento global y cumplir con los compromisos estadounidenses de reducción de emisiones en la conferencia del clima en París.

Otro ejemplo de iniciativas contra la ciencia es el de Lamar Smith. Este político texano que preside la Comisión de la Ciencia de la Cámara, quiere reducir el presupuesto de la NASA para la geofísica, un campo que incluye la investigación climática.

Según la historiadora y profesora de la Universidad de Harvard, Naomi Oreskes Oreskes, coautora además de un libro que denuncia similitudes entre las tácticas de los escépticos del cambio climático y las de grupos protabaco, esta guerra contra la ciencia surge de los valores ultraliberales popularizados por Ronald Reagan en los años 1980.
Esta corriente de ideas ha contado con un flujo ilimitado de dinero en los últimos años de lobbys y de donadores pudientes, como los hermanos multimillonarios Charles y David Koch, que lograron una fortuna con el petróleo. Han apoyado la elección de ultraconservadores al Congreso y financian el Heart Land Institute, que encabeza el movimiento de negación del calentamiento global.

SABER MÁS

Los humanos, la causa

Una reciente encuesta del instituto Pew Center muestra que 71% de los votantes demócratas e independientes consideran que los humanos contribuyen con su actividad al calentamiento global contra sólo 27% de los simpatizantes republicanos.

EN EL CENTRO DEL DEBATE

Tanto científicos como expertos lo saben: el debate de las ideas sobre el cambio climático es fundamental.

“Creo que estos ataques (contra la ciencia en el Congreso) son nocivas para la democracia, porque los estadounidenses ya no se sienten capaces de evaluar los datos de manera objetiva”, explicó  la historiadora y profesora de la universidad de Harvard, Naomi Oreskes. “Lo que debería ser un verdadero debate público se reduce a un intercambio de convicciones en el que la credibilidad de los científicos se ve afectada”.

Los textos legislativos como el Clean Air Act (la Ley de Aire Limpio), aprobados en los años 1970, están sólidamente fundamentados en la ciencia, pero hoy hay ciertos grupos que los consideran costosos y perjudiciales para sus actividades, evalúa Andrew Rosenberg, director de la ONG Center for Science and Democracy.

“Los políticos electos sufren fuertes presiones por parte de los lobbys para debilitar estas leyes socavando sus bases científicas”, afirmó Rosenberg en un editorial publicado en la revista científica Science.

“Hoy en día hay cierta gente que considera la ciencia como pura tecnología o como una ideología”, deplora el físico Rush Holt.
El Informador

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