Blogia
CAUSA ABIERTA

El mal recuerdo que pesa sobre la futura Primera Dama argentina

El mal recuerdo que pesa sobre la futura Primera Dama argentina

La elección de Mauricio Macri como el próximo presidente de Argentina ha traído a colación en algunos medios de ese país un caso medio olvidado, que involucró a la familia de quien será la futura Primera Dama, Juliana Awada.

A comienzos del año pasado se desveló la situación inhumana en la que vivía y trabajaba más de una docena de bolivianos en un taller textil de la ciudad de Buenos Aires. Allí eran explotados laboralmente y obligados a permanecer debido a su situación migratoria irregular. Allí fabricaban prendas para las marcas de ropa de primera línea Kosiuko, Cheeky y Portsaid.

Uno de los imputados en la investigación fue Daniel Awada, hermano de Juliana y presidente de Cheeky. Los responsables de dichas firmas habían sido acusados por contratar al taller clandestino y con ello colaborar a que sus trabajadores fueran reducidos a una situación de servidumbre.

“No podíamos salir del lugar; Marcos nos lo tenía prohibido. Sólo podían salir, en muy pocas ocasiones, las personas que teníamos documentos de identidad y los que no, tenían prohibido salir.”  De esa forma describía el régimen al que eran sometidos una de las empleadas del lugar, citada por Página 12.

En el taller, situado en el barrio porteño de Mataderos, vivían 15 bolivianos que, según reveló la prensa en aquél momento, trabajaban todo el día, comían y dormían en la misma habitación. El lugar fue cerrado en 2011 y la justicia condenó a sus dueños. En los primeros meses de 2014, sin embargo, quedaron sobreseídos los propietarios de las marcas para las que el taller trabajaba, entre ellos el cuñado de Macri.

En febrero de 2014 el mencionado diario argentino reseñaba algunos detalles de la investigación judicial. Ésta señalaba que las consabidas firmas “aportaban los moldes de las prendas, los cortes de las telas y los géneros mismos, además de botones, cintas y etiquetas con la marca, logística que consistía también en el traslado de los materiales al taller y luego su retiro una vez realizados con destino a las sociedades en cuestión –todo ello en manos de los fleteros Boris y de Enrique Markus, quienes fueron sobreseídos en la misma causa por entender el juez federal entonces interviniente que eran sólo transportistas tercerizados de la mercadería–”.

Además, según el fiscal, no había dudas de que los directivos de las marcas tenían conocimiento “de la irregular situación laboral, migratoria y habitacional en las que se encontraban los empleados” del taller de costura, donde fabricaban las prendas”.

Empero, la justicia falló en favor de los empresarios. “Aun en el peor de los casos, y si se presupusiera algo absolutamente incoherente como el aprovechamiento de mi parte del trabajo de las víctimas, nos encontraríamos frente a un supuesto de atipicidad”, señaló en su defensa Daniel Awada, reseñado por Cosecha Roja en abril de 2014.

El medio, que tuvo acceso a la causa, señaló que para el cuñado de Macri “contratar a un taller donde trabajan esclavos para producir ropa de su marca para beneficiarse con ello no es su problema ni está prohibido”.

El presidente de Cheek dijo que los talleres que contrataban eran “empresas independientes” y que las relaciones laborales que se daban allí eran responsabilidad de los titulares del establecimiento. “Nuestra firma paga a cada uno de esos talleres las partidas de prendas que concluyen. Todos expiden facturas por los servicios que ofrecen a la compañía y nuestra firma satisface esas prestaciones únicamente con cheques”, afirmó.

La causa que propició un escándalo en su momento vuelve a aflorar ahora, en vistas del triunfo de Macri en las urnas. Marcelo Larraquy, en una suerte de reseña de la próxima Primera Dama, mencionó el tema en Clarín: “En los últimos tiempos, Awada y Cheeky fueron involucrados judicialmente en una megacausa de empresas textiles que “tercerizaban” la elaboración de sus productos en talleres clandestinos con trabajo esclavo. Finalmente, el juez Guillermo Montenegro los sobreseyó, en una de sus últimas resoluciones antes de ingresar al elenco ministerial del PRO”.

No obstante, el vínculo de la familia Awada con el caso sólo ha sido tratado de pasada por los grandes medios de comunicación argentinos y no parece constituir ninguna tormenta para la futura pareja presidencial.
Caras y Caretas, Mauricio Macri junto a su esposa, Juliana Awada, durante la celebración del triunfo electoral. Foto: Xinhua.

0 comentarios