El papa critica los sistemas penitenciarios que no ayudan a la reinserción
El papa Francisco lamentó hoy la existencia de sistemas penitenciarios que no ayudan a la reinserción de los presos, "que no buscan curar llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades".
El pontífice visitó la prisión "Curran-Fromhold", cerca de Filadelfia (EEUU), donde se dirigió a cerca de un centenar de presos, a los que dijo que es "penoso constatar" que algunos sistemas penitenciarios no trabajen a favor de su reinserción.
"Este momento en su vida -comentó a los internos- sólo puede tener una finalidad: tender la mano para volver al camino, tender la mano que ayude a la reinserción social".
Jorge Mario Bergoglio opinó que de esa reinserción "todos formamos parte" pues todos "estamos invitados a estimular, acompañar y generar".
La reinserción, agregó, tiene que ser "buscada y deseada por todos: reclusos, familias, funcionarios, políticas sociales y educativas".
Durante su discurso, el papa se sentó en una silla de madera de nogal negro, de casi dos metros de alto, construida en unos talleres por los reos y los guardias con el objetivo de mostrar al pontífice su respeto y afecto durante la visita.
Los reos otorgaron al papa la silla como regalo y le ofrecieron también una cesta de mimbre en la que mezclaron frutos veraniegos, como las fresas o los tomates, con los del otoño, entre los que se contaban berenjenas y diferentes tipos de calabazas.
"La silla que han hecho, muy linda, muy hermosa. Muchas gracias por el trabajo", dijo a los reos el pontífice.
Cuando entró al gimnasio de la prisión donde se celebró el evento, el papa recibió los aplausos de los presos, les lanzó un beso y les dio las gracias por recibirle "en un momento difícil, cargado de tensiones. Un momento que sé que es doloroso no solo para ustedes, sino para sus familias y para toda la sociedad".
"Una sociedad, una familia que no sabe sufrir los dolores de sus hijos, que no los toma con seriedad, que los naturaliza y los asume como normales y esperables, es una sociedad que está 'condenada' a quedar presa de sí misma, presa de todo lo que la hace sufrir", afirmó el pontífice.
"He venido como pastor pero, sobre todo, como hermano a compartir su situación y hacerla también mía; he venido a que podamos rezar juntos y presentarle a nuestro Dios lo que nos duele, también lo que nos anima y recibir de Él la fuerza de la Resurrección", añadió.
Después del discurso, el papa saludó una por una a las once reclusas que se sentaron en primera fila y, luego, siguió con los hombres, a los que entregó un rosario y una estampa con su imagen, mientras les dirigía unas breves palabras en español, que traducía un religioso a su lado.
Este momento de saludos generó tanta emoción entre los reos que dos de ellos, sentados al final de la sala, dieron de forma espontánea un abrazo al papa, gesto que acogió con gusto Bergoglio y arrancó los aplausos del resto de los reos, así como de los guardias del penal y agentes del servicio secreto.
Varios de los internos, vestidos todos con camisas azules, pidieron al papa que pusiera la mano en su frente y los bendijera, una solicitud que se amplió tanto que el pontífice decidió dar a todos la bendición cuando acabó con los saludos y antes de dejar el gimnasio del penal.
El centro penitenciario al que acudió el papa abrió sus puertas en 1995 y con su nombre, Curran-Fromhold, rinde homenaje a Patrick Curran y Robert Fromhold, el director y el subdirector encargados de la antigua Prisión Holmesburg, en el este de Pensilvania, que fueron asesinados por dos reclusos en 1973.
Las familias de Curran y Fromhold acudieron a la ceremonia y se sentaron en un extremo de la sala, junto a las madres, padres, hijos y abuelos de los presos.
Los internos que acudieron a la cita con el papa -80 de los 2.800 de la prisión- fueron elegidos por su buen comportamiento y sus ganas de ver al pontífice, según explicaron los funcionarios del penal.
La visita a la prisión fue el segundo acto en el que intervino el papa en la última jornada de su viaje a Estados Unidos, que concluye hoy con una misa con la que cerrará el VIII Encuentro Mundial de las Familias.
EFE
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