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CAUSA ABIERTA

26 cosas que odiamos de los ómnibus de Montevideo

26 cosas que odiamos de los ómnibus de Montevideo

1· El diseño. Desde los viejos Leyland que eran más incómodos que submarino de enanos hasta los nuevos chinos que tienen esa especie de tribuna al fondo escalonada y no sabés si vas en un 21 o en el tercer anillo de la Olímpica. En los últimos modelos mejoraron pero en los viejos tenías que hacer un curso de alpinismo para subir el escalón de entrada y uno de paracaidismo para bajarte.

2· La mugre. Tampoco que se suba Bril Ltda. a barrer los pasillos pero en los vidrios, por ejemplo, además de “lavame sucio” se puede escribir el Quijote, el Ulises de Joyce o dibujar el Guernica.

3· La incomodidad. Somos conscientes que no entra un sommier por pasajero pero no nos pongan asientos de comedor de jardinera, de esos que quedás con media gamba afuera. Y si sos petiso, te dan ganas de tener la pistola de escalada de Batman para engancharla de un pasamano.

4· Caño de escape. ¿Explotó una bomba? No, un 151 puso primera. Algunos queman tanto aceite que deja más humareda que una carbonera en Manchester en 1847.

5· Calefacción o ventilación. ¿El qué?

6· El tamaño de los números de línea. Originalmente el telescopio espacial Hubble se construyó para saber si lo que viene es un 103 0 113 a una cuadra de distancia.
 
El guarda

7· El impertinente. Es el que no tiene paciencia cuando no encontrás la plata, el que le molesta que le preguntes algo, que le hagas contacto visual, que subas a su ómnibus, que hayas nacido. Tranquilo, hermano, que yo tampoco subí a pasear.

8· El que te mira con cara de culo con el cambio. Y bueno, subí con $200 ¿y qué? Peor que no te pague. Igual, para la próxima, avisame que traigo la bóveda del Patoaventuras para guardar todas las monedas que me diste de cambio.

9· El que no te dice dónde bajarte. Dale, papá, ¿qué te cuesta abrir la boca para decir “es la próxima”? Yo sé que no tenés cara de Google Earth pero no hay necesidad de poner cara de ojete porque te pregunté dónde bajarme. Además, me bajo más rápido y no invado más tu ecosistema.
 
Los choferes

10· El que se cree Ayrton Senna. Hay gente que dice que vio un 405 levantar vuelo en la bajadita de 26 de Marzo.

11· El que no se arrima a la parada. Por apurado o bolas tristes, ni un mísero señalero para arrimarse un cachito al cordón de la vereda. Tampoco te pido que bajes a recibirme pero no me hagas tomarme un taxi para llegar del cordón a donde paraste el bondi.

12· Radio tertulia. “ES HORA DE DARRRRLE UNA MANO A LA GENTEEEEEEEEEEEE”. Ojalá que alguien llame para darle una mano para que bajen el volumen al mango de las radios en algunos ómnibus. Comprate auriculares, viejo.
 
Los inspectores

13· Cuando te pide el boleto. De repente empieza a sonar la música de “Tiburón” y arrancás a manotear por todos lados a ver dónde dejaste el boleto. El sueño de todos es animarse a decir “lo perdí ¿Y QUÉ?”.

14· El inspector que se cree arriero. Mientras el bondi está parado en la parada, acomoda el ganado golpeando la ventana con una monedita (!) y gritando desde la puerta de atrás. Bárbaro, maestro. Después trae un abrelatas para cuando nos queramos bajar.
 
El Sistema

15· La impuntualidad. Complicado pedirle puntualidad al uruguayo pero tampoco uno pide ser inglés o suizo (Dios nos libre). Hay veces que no sabés si el que pasa 14:32 es el de 14:32 o el de 13:57 que viene atrasado. Ahora está lleno de apps con horarios pero éstas tendrían que sincerarse y poner “y yo qué sé, está por venir, aguantá un cacho”.

16· La frecuencia. Uno nunca sabrá por qué hay que pedir un deseo cada vez que ve un 104 y por qué si un 121 frena de golpe otro 121 lo choca de atrás.

17· Ir apretado como ganado. Llegaron entrar hasta 875 personas en un 370 un lunes de junio a las 8:20 de la mañana. Van más cómodos cuatro elefantes en un fitito con un baby seat atrás.

18· El bondi que te deja a pata. Y del punto anterior se desprende la decisión del chofer: seguir de largo hasta que se baje uno o subir a más gente y generar un segundo Big Bang.

19· Servicio nocturno. Saliste de un boliche a las 3 de la mañana, no llegás para un taxi y suer-te-en-pi-la. Mientras esperás el nocturno pasaron 1587 estrellas fugaces y nacieron y murieron 5 tortugas Galápagos.

20· Los recorridos absurdos. Es más fácil ir de Montevideo a Madrid por el estrecho de Bering que tomarte un ómnibus de Maroñas a Lezica y tenés que hacer un juego de combinaciones de líneas más difíciles que el circuito integrado de un reactor nuclear ruso. No nos olvidemos de líneas insólitas como el 181 y el 183 que es el mismo recorrido pero en direcciones contrarias (!) y el 182 que es el mismo recorrido del 181 y el 183 pero de noche (!!).

21· Los diferenciales. ¿Qué es esa separación de clases sociales? ¿Por qué en el 151 vas como en un sulky de Nueva York a California en 1837 y en el D1 vas en jacuzzi con mayordomo?

22· Las paradas. Tampoco uno pide un 5 estrellas cada dos cuadras pero un mínimo refugio al menos. Para la lluvia, para el que necesita sentarse. Sino, avisame que salgo con la carpa y la silla de playa.

 
Y además

23· La suba del boleto. Te juro que te pago a 30 pesos el boleto pero al menos que sea un buen servicio. Además, lo otro que tien--¿CÓMO QUE YA SUBIÓ DE VUELTA?

24· Los paros. Difícil momento los paros de transporte y desde la parada ves gente pasando en su auto con cara Milton Wynants ganando en Sydney.

25· La intendencia y las compañías. No pedimos el metro de Londres pero a veces parecen padres divorciados peleados que le dicen al hijo “ah no sé, hablá con tu padre” o “no es mi culpa, preguntale tu madre”.

26· Los malos pasajeros. Los que rayan o ensucian, los que no tiran los boletos en la papelera, los que se ponen a hablar a los gritos por celular, los que no dan el asiento, los que suben sin la plata pronta y trancan la fila, los que estacionan en las paradas, los que suben sin bañarse o abren la ventana en julio y las cierran en enero.
 
Y que nunca falte:

Los choferes que ponen ganas para llegar en hora, los que te dicen buen día, los guardas que ayudan a subir a una doña, los que no van apurados pero tampoco son una carreta, los que le echan una barrida al pasillo antes de arrancar el turnoy te ponen una linda música para acompañar el viaje.

Que nunca falte, claro está, los buenos laburantes.
180.com

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