La peor ola de ataques desde la salida de la OTAN de Afganistán deja 51 muertos
Los tres atentados que golpearon Kabul desde el jueves dejaron en total 51 muertos y cientos de heridos, la peor ola de violencia en Afganistán tras la retirada de las tropas de la OTAN, según un nuevo balance comunicado por las autoridades este sábado.
Esta ola de ataques es la primera en la capital afgana desde el nombramiento del sucesor del mulá Omar como jefe de los talibanes, en medio de un dubitativo proceso de paz en ciernes, y en un momento en que las fuerzas afganas enfrentan por primera vez en solitario a los rebeldes.
El primer ataque se produjo en un barrio residencial del este de la ciudad, la noche del jueves, donde un camión bomba mató a 15 personas e hirió a más de 240, según el balance oficial. Los talibanes no lo reivindicaron, en sintonía con una política de no atribuirse acciones contra civiles.
En cambio, sí que reivindicaron un atentado suicida, que mató a 27 personas e hirió a otras veinte a la entrada de una academia de policía y que desveló graves fallas de seguridad.
Menos de 24 horas después, los insurgentes lanzaron un ataque con disparos y explosivos contra Camp Integrity, una base cercana al aeropuerto de Kabul, donde están estacionadas fuerzas especiales estadounidenses, provocando nueve muertos.
"Un miembro (de la misión) Apoyo Decidido de la OTAN y ocho contratistas civiles murieron", informó la misión de la Alianza Atlántica en Afganistán en un comunicado, en el que no precisó las nacionalidades de los fallecidos.
Desde el retiro de Afganistán de la OTAN en diciembre pasado, la policía y el ejército afganos están solos frente a la insurrección, presente en casi todo el país. En el terreno, las fuerzas afganas todavía tienen el apoyo de 13.000 soldados de la OTAN, pero son tropas destinadas a formar a sus colegas afganos.
- Demostración de fuerza -
Se trata de la primera oleada de ataques importantes desde la designación del mulá Ajtar Mansur al frente de los talibanes la semana pasada, en sustitución del jefe histórico de los insurgentes, el fallecido mulá Omar.
Estos atentados demuestran que los talibanes conservan su fuerza a pesar de los conflictos internos provocados por la sucesión, la primera en la historia del movimiento.
Una parte de los talibanes, incluyendo la familia del mulá Omar, se niega a reconocer al nuevo jefe, al que acusan de proximidad con Pakistán, y denuncian una sucesión demasiado apresurada.
Además, el movimiento enfrenta la división interna con respecto a las conversaciones de paz preliminares iniciadas hace un mes con el gobierno de Kabul.
En la primera mitad del año, fuertemente marcada por la salida del contingente extranjero, la violencia contra los civiles dejó un saldo de 1.592 muertos y 3.329 heridos, según datos de la misión de Naciones Unidas en el país. Estos datos no incluyen a los policías y militares afganos muertos.
"Esta nueva ola de atentados es una táctica utilizada por la nueva dirección de los talibanes para mostrar que siguen estando operativos", considera el experto en seguridad afgano Abdul Hadi Jaled.
"La muerte del mulá Omar ha dividido al movimiento y afectó la moral de sus tropas de base. Golpear Kabul con una ola de potentes ataques es una forma de mostrar su fuerza", agregó.
AFP
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