Blogia
CAUSA ABIERTA

Los filipinos viven y hasta se casan en centros comerciales

Los filipinos viven y hasta se casan en centros comerciales

Durante años la vida social en Filipinas se articuló en torno a los parques, pero la negligencia de las autoridades provocó su abandono en beneficio de centros comerciales en los que, ricos y pobres, pueden pasar el día paseando, rezando, comiendo o comprando.

En Manila, capital del archipiélago de 100 millones de habitantes, se cuentan ya más de 150 grandes superficies al estilo norteamericano y los pequeños pueblos no se quedan atrás, que ven crecer como setas estas catedrales del consumo y del ocio.

"Es el único lugar donde se puede simplemente pasear sin gastar demasiado y donde hay muchas cosas para poder divertirse", explicó a la AFP Jamie Gamboa, una joven de 16 años.

Uno de cada cuatro filipinos vive con menos de un dolar al día. Pero en los centros comerciales, los placeres simples se compran por un puñado de pesos filipinos.

"En los parques, no hay nada que hacer. Al museo o al zoo sólo se va una vez, mientras que aquí se come, se miran los escaparates, se va al cine y a veces a la pista de patinaje o a la bolera", detalló Jamie.

El "mall" es una verdadera ciudad dentro de otra ciudad, con sus innumerables tiendas y supermercados, sus cines, sus restaurantes, sus oficinas de correos, sus gabinetes médicos.

Capillas y guarderías permiten también a las familias de este país católico, de gran fervor religioso, cumplir con sus obligaciones de culto a la vez que hacen sus compras.

Todas las edades y todas las categorías sociales frecuentan los centros comerciales. En Filipinas, las ciudades están muy contaminadas, son poco seguras, el calor es asfixiante y el callejeo es impensable durante la temporada de lluvias. Pero en los centros comerciales estos inconvenientes desaparecen.

- 'Ya no hay árboles, ni fuentes'-

Es una lástima para los espacios verdes, lamenta el urbanista Felino Palafox, señalando que "así es como vamos a perder los pulmones de la ciudad".

Wendy Tam se acuerda de sus días de escuela en los que jugaba con sus amigos en la lujosa plaza de Mambusao, una ciudad de 38.000 habitantes en el centro del archipiélago. Pero al cabo de los años, el césped y los árboles se marchitaron a falta de dinero para mantenerlos, en un país gangrenado por el clientelismo y la corrupción.

"Ya no hay grandes árboles, ni fuentes. Ya no hay ni una pizca de sombra, hace mucho calor", se lamentó.

A una hora de carretera, se ha abierto un "mall" de 300 hectáreas, donde los habitantes de Mambusao han encontrado su refugio.

Si los centros comerciales han reemplazado los espacios verdes públicos en abandono, es porque ofrecen mucho más a los consumidores. Algunos "malls" cuentan además con jardines en los tejados.

- Servicios públicos incluidos -

A partir de ahora, algunos servicios públicos se ofrecen dentro de los mismos centros comerciales, como la realización de documentos de identidad y pasaportes, de permisos de conducir o de pagos de algunas facturas. La comisión electoral piensa incluso en la posibilidad de poder votar en ellos.

"Nada puede parar" la construcción de centros comerciales en Filipinas, aseguró Paul Santos, vicepresidente de la Asociación Nacional del Comercio.

Incluso algunas pequeñas ciudades sueñan con tener el suyo. Dean Villa, alcalde de Larena, una región de 130.000 habitantes en la pequeña isla de Siquijor, trabaja en un proyecto con el que atraer a gente a la ciudad.

¿Y la creciente competencia del comercio electrónico? Alex Pomento, vicepresidente de la cadena más grande del país, SM Prime Holdings, no le teme. Su grupo cuenta ya con 50 centros comerciales y espera abrir cuatro más este año.

"No se va por casualidad a nuestros centros comerciales", aseguró, aludiendo a todo el abanico de actividades posibles. "Nos adaptamos a las necesidades de la gente".
AFP

0 comentarios