De símbolo de guerra a un emblema de paz: EEUU sigue utilizando un buque escuela nazi
Una tarde de domingo, manejando por la costa del estado de Connecticut, Tido Holtkamp, vio un fantasma. Lo vio con la incredulidad que genera toda aparición: anclado como si siempre hubiese pertenecido a la bahía, estaba el majestuoso barco de tres largos mástiles, cubiertos con unas velas claramente familiares: las utilizadas por naves alemanas durante la Segunda Guerra Mundial.
El cuerpo estaba pintado de rojo, blanco y azul, los colores de Estados Unidos, pero sus líneas eran inconfundibles.
"Ese es mi barco", gritó Holtkamp, frenando el carro de repente en plena vía. "Ese es mi barco! El Horst Wessel. ¿Qué diablos hace aquí?", exclamó.
Ahora, a sus 89 años, los ojos de este viejo marino brillan cuando recuerda cómo fue ese reencuentro con el buque en 1959.
Secretos de hombres y barcos
Se llama El Águila y es el buque insignia de la Guardia Costera. Es único en su estilo que se encuentra en servicio dentro de la fuerza armadas estadounidenses.
Desde 1946 cada recluta que desea aprender a navegar ha pasado por El Águila.
"Puede lucir viejo, pero las lecciones que puedes aprender en este barco sobre el mar, el viento, las corrientes y sobre ti mismo y tus compañeros, no las puedes aprender en ningún otro lugar", expresa el capitán Ernst Cummings, uno de los antiguos comandantes del barco.
El buque cuenta entre sus huéspedes a personalidades como los presidentes Kennedy, Nixon y Truman, y ha navegado alrededor del mundo como una suerte de embajador flotante de los Estados Unidos cumpliendo funciones diplomáticas.
En sus cubiertas hay muchas historias ocultas y otras que se han ido revelando poco a poco. Y este es el punto donde la historia del buque se encuentra con la de Tido.
"Sí, El Águila es también un inmigrante como yo. Otro inmigrante que le ha ido bien", acota el viejo marino.
La marca nazi
"Ves esa placa que tiene en las garras del águila en el mascarón, ese es el escudo de la Guardia Costera, pero cuando yo navegaba en ese barco era una esvástica la que lo adornaba", cuenta Tido.
El barco fue construido en 1936 en el famoso astillero de Blohm y Voss, en Hamburgo, los constructores del legendario Bismarck.
Los nazis se encontraban en pleno desarrollo de todo su poderío y su fuerza naval para la guerra crecía velozmente, y para entrenar a los marinos a dominar el mar fue comisionada la construcción de un buque escuela para toda la flota.
Adolfo Hitler estuvo presente cuando el barco fue bautizado. Se le llamó Horst Wessel, en honor al miembro de las tropas de asalto nazi que compuso el himno del partido y del Tercer Reich, y que fuera asesinado a manos de comunistas en 1930.
De ahí que el símbolo del barco fuera el águila del partido Nazi.
"El águila es un emblema de fuerza, fortaleza coraje. No me sorprende que ese fuera el símbolo escogido", comenta Holtkamp.
En batalla
Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial en 1939, el buque fue utilizado por las juventudes hitlerianas.
Pero en 1942 entró en acción en operaciones militares en el mar Báltico, para lo cual le incorporaron artillería antiaérea.
Un año después, en un pequeño pueblo cerca de la frontera entre Alemania y Holanda, un alto joven de apellido Holtkamp se preparaba para alistarse en el ejército.
"Estaba listo para ser llamado, probablemente por el ejército, y eso significaba ir al Frente Oriental", para combatir a la Unión Soviética, donde ya se conocían noticias sobre las atrocidades cometidas de parte y parte.
"No quería ir allá, así que me fui como voluntario a la marina", comentó Tido. "Todos estábamos emocionados de estar en un pequeño barco en el Mediterráneo, a lo mejor en Grecia, con palmeras y muchachas bonitas. Pero la mayoría de nosotros no tuvimos eso".
En cambio, Holtkamp se encontró en un puerto del mar Báltico, contemplando su nuevo hogar: un buque escuela.
"Cuando lo vi por primera vez, el barco era increíblemente frío. Miré al mástil mayor y pensé: ¿Dios mío, con este clima y voy a tener que ir hasta la punta de ese mástil (a 45 metros)? Estaba muy asustado".
"Me sentía decepcionado. El Horst Wessel era el único barco de la naval alemana bautizado con el nombre de un miembro del partido nazi. Incluso en ese momento no queríamos estar asociados con algo que fuera Nazi", comentó.
Vida de marinos
La vida en el barco era estar apretujado permanentemente, incluso lo es hoy en día para los cadetes.
"Dormíamos en hamacas, uno al lado del otro. Estábamos apretados pero la camaradería era fantástica".
"Amaba ese barco, el océano y a mis amigos. Odiaba la disciplina. Teníamos un oficial que era un verdadero hijo de…. Nunca odie a nadie en toda mi vida como a ese hombre. Era un hijo de … de primera clase."
El trabajo de los reclutas era duro: izar velas, limpiar la cubierta del barco, pulir todas las piezas de bronce, tener largas guardias.
Mientras hacían todo esto, vivían mirando al cielo con miedo. Cualquier avión podía ser un bombardero ruso. "Si eso pasaba qué podíamos hacer. Teníamos armas, ¿pero serían potentes para detener un avión?".
También hubo momentos de paz. En una oportunidad se encontraban en el puerto de Danzig, donde Tido tuvo ocasión de entrar en contacto con la "música prohibida" de los estadounidenses, que a pesar de la guerra seguían sonando.
"St Louis, Stormy Weather. Me aprendí todas esas canciones que nunca había escuchado. Había una fascinación con los estadounidenses y los ingleses, sin importar sus incesantes bombardeos", recuerda Tido.
Fin de la guerra
En abril de 1945 llegaron los británicos y rodearon al Horst Wessel en la bahía de Danzig. Holtkamp fue entregado a los estadounidenses.
"Me convertí en un prisionero de guerra. Un prisionero del ejército estadounidense, justo lo que siempre quise", ríe.
Lo embarcaron a un campamento de prisioneros junto a otras 100.000 personas. Las condiciones eran malas y vivían a la intemperie, pero comenzaron a mejorar pronto, con letrinas, agua, comida con regularidad.
Holtkamp comenzó a enseñar inglés, y a servir como traductor, lo cual le permitió hacerse de ciertos privilegios.
"Cuando los británicos llegaron al campamento se sorprendieron de las pobres condiciones. Así que trajeron tiendas y realmente las condiciones fueron decentes. Al final ellos me enviaron a casa", relata Tido.
Botín de guerra
Durante el cautiverio de Tido, el Horst Wessel se convirtió en un botín de guerra. Se encontraba anclado cerca de Bremerhaven, un pueblo arrasado por bombardeos, mientras se decidía su futuro.
Cuando fue liberado, Tido cuenta que su padre le comentó donde estaba su barco, y fue a verlo.
"El capitán del barco –el hijo de …- estaba todavía ahí, y se acordó de mí. Me dijo: Holtkamp esta es tu oportunidad. Tenemos que llevar el barco a un puerto de los Aliados".
"Pregunté: ¿cuál puerto? Y me dijo: probablemente de los rusos. Rápidamente le dije: No gracias. Un lindo viaje a Leningrado y seguramente me van a regresar amablemente a mi casa de inmediato. No lo creo. Gracias!".
"Y esa fue la última vez que vi al Horst Wessel. Le dije adiós con la mano y bastante tristeza", expresó Tido.
Lo que nunca supo fue que el buque no viajó a la otrora Unión Soviética.
Rumbo a Estados Unidos
En 1949 Tido aprovechó que Estados Unidos abrió sus fronteras y viajo a Nueva York, para estar en contacto con la tierra que lo había fascinado desde hacía tanto tiempo.
Sin embargo, su adaptación a su nuevo país fue interrumpida sorpresivamente cuando al año siguiente recibió la boleta de alistamiento en el ejército de Estados Unidos, firmada por el presidente Harry Truman.
Holtkamp sirvió durante dos años en el ejército durante la guerra de Corea, y luego se residenció en Connecticut, donde posteriormente entraría a la universidad.
"Un domingo en la tarde, en 1959, invité a una muchacha a salir a bailar. Cuando regresábamos del lugar fuimos al Gold Star Memorial Bridge. Al pasar miré hacia la bahía y vi el barco. Supe inmediatamente que era mi barco", contó.
"Le dije a mi pareja: lo siento, no nos podemos ir todavía".
Cuando llegó al muelle donde estaba el buque se trataba de la Academia de la Guardia Costera. Ahí contó a los guardias su historia con el barco con tanto entusiasmo que lo dejaron pasar.
"Subí abordo y bajé directamente a la vieja cubierta donde yo dormía, y adivinen qué: había una máquina expendedora de Coca Cola".
¿Cómo llegó a ese puerto?
Holtkamp pasó muchos años reconstruyendo la historia, que luego relata en la biografía que hizo sobre el buque titulada "La Dama Perfecta".
El destino del Horst Wessel se definió en la mesa de negociación entre los Aliados en 1946, cuando se dividieron las ruinas de la flota alemana.
Decidieron poner en pedazos de papel los nombres de los buques que quedaban. Los metieron en una gorra y un oficial estadounidense, uno británico y uno ruso sacaron cada uno un papel.
Al oficial ruso le tocó el papel con el nombre del Horst Wessel, pero en privado acordó intercambiarlo con el oficial estadounidense, que estaba desesperado por llevárselo a Estados Unidos.
De esta forma, en junio de 1946 una tripulación estadounidense, en la que se incluyó al recordado capital alemán y parte de la tripulación original, emprendió su viaje desde Bremerhaven hasta Nueva York, exhibiendo un nuevo nombre: El Águila.
Un nuevo símbolo
El próximo año cumplirá 70 años de su épico viaje. Para celebrarlo será restaurado con una inversión de US28 millones, para darle otras siete décadas operativo, y además se planea una visita a Alemania.
Está claro que el buque ha evolucionado: de ser un símbolo de guerra a un emblema de paz y amistad entre dos naciones.
"Estoy feliz de que El Águila esté en manos de la Guardia Costera, porque nosotros fuimos entrenados para la guerra, pero aquí están entrenando a los cadetes para ayudar a las personas en peligro", concluye Tido.
Informe BBC
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