Mujica: el día que tembló el marrón y tembló el marronero
Por Carlos Lemos
Y no aprenden, no hay caso. El inepto de Rafael Michelini, escribió “la prensa insiste que hay dos equipos económicos en el gobierno. Si fuera así, el presidente debe elegir por uno y asumir las consecuencias”.
Pero, Rafael, qué tiene que ver la prensa en este entuerto. Por qué motivo usted, que es un legislador sin proyectos, no piensa por un instante antes de quedar en ridículo.
Porque lo dijo un par de horas después de que Mujica pegara un par de piñazos en la mesa y les mostrara la puerta todos. Quiere decir que Michelini, como muchos otros, no entiende nada.
Pero acá la figura central no es Michelini, por supuesto. Es el presidente que, asqueado de tanto cinismo que lo rodea, resolvió llamarlos a todos para pegarles una soberana relajada.
Este miércoles Mujica se pudrió. Ya estaba con la sangre en el ojo con los comunistas que literalmente compraron el Ministerio de Salud Pública.
También con la presidenta del Frente Amplio, Mónica Xavier, quien dijo que la Suprema Corte de Justicia protegía a los poderosos.
Mujica la escuchó y se preguntó. ¿Será posible que esta mujer tampoco entienda nada. Acaso no sabe que la Corte se ajusta a una Constitución perimida que, ciertamente, fue concebida hace añares y que, justamente, ampara a los terratenientes?
Para peor, Astori, un palo en la rueda permanente, salió a sembrar más cizaña contra el ICIR, alegando los mismos argumentos que la Mónica y la derecha.
Es que Astori y su comandita de chicos bien habían comprado el Ministerio de Economía.
Faltaba más. Ser menos que los comunistas, ni ahí.
Y el Pepe levantó presión al máximo.
Había hablado hasta el cansancio de un mundo nuevo, pero un día sí y otro también veía entrar al coqueto de Juan Castillo con su camperita de cuero, después de bajar de su regio coche.
Entonces ayer los llevó a todos del jopo y les dijo: La gente me votó a mí. Soy el presidente, el que se quiera ir que se vaya, ahí está la puerta.
Cuentan que el ministro Lorenzo se hizo el loquito y amagó a irse, pero no pudo.
¿Por qué?
Porque muere por el poder, como su jefe Astori.
Por si fuera poco, el otro comunista, Olesker, criticando el exceso en la compra de artículos suntuarios la pifió horrible: yo tengo un plasma…
A Mujica le importan más las rosas de su chacra que el poder. Es por eso que es tan poderoso.
No queda rincón en el mundo donde no miren al presidente uruguayo con admiración.
Hasta uno de los analistas británicos más encumbrados lo quiere como Primer Ministro del Reido Unido.
El gran problema que tiene Mujica es que está rodeado de izquierdistas cinco estrellas, pero el hombre alguna solución le va a encontrar.
¿De qué manera?
Ni idea.
Solo hombres de Estado como José Batlle y Ordóñez y él siempre crean algo, por eso hacen historia.
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