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CAUSA ABIERTA

Ahh, hijo de Peirano, ven a mí

Ahh, hijo de Peirano, ven a mí

Por Carlos Lemos

El periodista de El Observador, Gabriel Pereyra, es el principal columnista del diario económico, se sabe. Tanto que cuando atacan a su jefe, Ricardo Peirano, saca la cara por él. Pero, además, es un paisajista de novela. Cuando escribió sobre la mierda y el orín del barrio Marconi en el que él, supuestamente, supo revolcarse, me reí a carcajadas en mi humilde rancho. 

Algún día, Gabriel, te voy a contar los aguerridos partidos con mi querido cuadro Brazo Oriental. Y ahí sí se te va a caer la estantería.

Pero este martes no es el tema. El asunto que me ocupa hoy es tu columna titulada “El cáncer de Breccia y la estupidez del resto”.

Como yo soy “el resto”, me permito responderte.

Tu prosa desesperada en defensa de la “revelación” de que Alberto Breccia renunciaba al cargo por padecer de cáncer ataca directamente la deontología del periodismo en Uruguay. En Argentina, por ejemplo, la cosa es distinta.

Yo te entiendo perfectamente, “tu” diario fue vapuleado y de alguna manera había que defenderlo. Pero para ello hay que ser, por lo menos, cuidadoso en asuntos de extrema sensibilidad.

Tu advertencia no tiene desperdicio, pues así te despachás: “El cáncer es una enfermedad que afecta a muchísimos uruguayos y que requiere divulgación e información porque si se la agarra a tiempo puede convertirse en algo crónico, curable y no mortal. Para lo que no se ha encontrado aún tratamiento ni vacuna posible es para la, esa sí, larguísima y cruel enfermedad que significa la estupidez humana, y todos los días tenemos evidencia de ello.”

En primer lugar que el cáncer nos lleva todos los días no es novedad, lo que sí resulta sorprendente es tu clase oncológica al estilo Tabaré Vázquez.

Si en este país los periodistas siguiéramos tus sugerencias, tendríamos que publicar los nombres y apellidos de aquellos uruguayos, que padecen cáncer y yo le agregaría sida. Sería una solución profiláctica y libérrima.

Ayy, Gabriel, en lo que a mí respecta me da un poco de reparo porque tengo parientes muy cercanos con cáncer e infestados por el VHI.

Sabrás que el código deontológico aumenta el prestigio de la profesión y la confianza hacia el periodista. Y en lo que a mí respecta hace tiempo que la fe en tí ha quedado por el camino.

Tu artículo de desagravio abunda: “Últimamente se ha escuchado a dirigentes políticos gritar a los cuatro vientos que la prensa está rompiendo reglas de juego y tradiciones que nadie sabe muy bien dónde fueron pactadas o por quién fueron escritas.”

Es muy triste que te escudes en los políticos chantas de derecha, de izquierda y del centro en defensa de “tu” diario. Por la sencilla razón de que los primeros que saltamos como pelota fuimos los periodistas. El caño debió ser dirigido a esa legión de escribas que sintió repulsa por la forma en que El Observador trató el tema.

Es que, Gabriel, no había un solo periodista de este país que no supiera que Breccia tenía cáncer.

Como hay ingenio para embarrar la cancha y desviar la atención de los lectores, sacás pecho por la foto del ministro Lorenzo con López Mena.

Mirá, Gabriel, la foto fue fantástica nadie lo duda. Claro que con el previo aviso del lobo argentino la misma no fue demasiado complicada de captar.

De toda formas, chapó, porque el propio Ministro de Economía ayer mismo cuando era interpelado se “arrepintió” de haber almorzado con el empresario naviero.

“La salud de los hombres públicos es un asunto público, como lo es si almuerzan con empresarios involucrados en negocios con el Estado, como lo es si tratan asuntos públicos aunque lo hagan reunidos en el living de su residencia privada.”, remata tu nota.

Esa costumbre tuya de envolver se repite. Hay que separar las aguas, Gabriel. De una forma u otra todos somos hombres públicos. No necesariamente tiene que ser un político del gobierno o de la oposición.

Por eso te reitero, por qué no identificar a todos los enfermos del país y especificar la dolencia que padecen. De esa manera le daríamos una mano grande al Ministerio de Salud Pública.

Pero, ¿acaso, eso será discriminar?. Mirá después de tu columna ya no lo tengo tan claro.

De nuevo, como le dije a tu patrón, Don Ricardo, dejate de joder.

 

Artículo publicado el 30 de octubre de 2012 en la web de Causa Abierta

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